Opinion

LA FARÁNDULA EN LA POLÍTICA *

Ahora que estamos en época electoral se evidencia un claro afán de los partidos políticos por alcanzar y conseguir poder a toda costa. En unos 40 días para las elecciones del 13 de marzo, los colombianos definiremos qué congresistas harán control político, gestionarán recursos para el desarrollo de las regiones y emitirán las leyes de la República durante cuatro años.

A los líderes de las colectividades les importa poco si los candidatos avalados por sus partidos tienen la suficiente experiencia, conocimiento y bagaje académico para ocupar una curl en la corporación pública más importante de Colombia. La irresponsabilidad los lleva a proponer hojas de vida poco loables y un tanto despreciables, para que se batan en la contienda política y así conseguir su fin último: el poder.

Lo que es increíble es que estas situaciones se siguen presentando: al Senado de la República se ha lanzado Catherine Ibargüen y «Epa Colombia» pensaba hacerlo. Y, hablando de Caldas, hay personajes que están aspirando a ser congresistas cuando nunca han ocupado un puesto público, cuando no tienen experiencia, cuando no tienen una estructura académica adecuada para dar un debate serio dentro del Congreso.

No puede ser que los caldenses le demos la oportunidad de representarnos en la Cámara Baja del Congreso a un hombre que, en su momento, nos dio muchas alegrías con el Once Caldas, logrando tapar el penal que le dio el título de la Copa Libertadores al equipo, pero que no conoce, ni siquiera un poco, los problemas que se suscitan y se discuten allá, en Bogotá.

Si continuamos así, seguiremos sufriendo como departamento y como país. Allá se tratan temas serios y de interés nacional. Por tanto, debemos barajar las hojas de vida de los candidatos, de forma tal que elijamos a personas con amplio recorrido y con la sapiencia precisa para dar una opinión científica en un debate álgido.

Como dice un gran y sabio amigo: «si seguimos eligiendo a personajes de la farándula pública para ser congresistas, entonces ‘La Liendra’ puede ser Presidente; y no creo que esté preparado». Le asiste toda la razón.

En Colombia, a partir de la constitución del 1991, es posible ser representante a la Cámara con sólo tener 25 años y ser colombiano. No se reclama ni se requiere un mínimo de conocimiento para desempeñar la función con altura y sabiduría.

Así, casos de personajes de la farándula pública en el Congreso de la República se han visto bastante. Y, por demás, han terminado muy mal. Veamos:

a. Willington Ortiz, exfutbolista colombiano, fue representante a la Cámara. Un hombre que se desarrollaba de forma magnífica en la cancha, pero que no tenía idea de lo público: «el viejo Willy» fue vencido judicialmente, declarándole muerte política, solicitada por la Procuraduría al Consejo de Estado, en el año 2004. La razón fue básica: no le cumplió a sus acreedores las deudas que había adquirido en su campaña política y, además, utilizó los recursos dados por el CNE para otros fines.

b. Edgar Perea, conocido comentarista de fútbol colombiano, famoso por su célebre frase «Junior tu papá». Fue senador de la República en el año 1998. Su desconocimiento lo hizo perder la investidura, decretada por el Consejo de Estado pues había desempeñado su trabajo de comentarista deportivo simultáneamente a su función como legislador. Hecho taxativamente prohibido por la ley. Después fue nombrado como embajador en Sudáfrica.

c. Lucero Cortés, actriz colombiana, que en 2006 fue vicepresidente del partido de La U; uribista a ultranza. Fue representante a la Cámara hace, más o menos, 16 años. Fue condenada a 5 años de prisión, por la Corte Suprema de Justicia, a razón de habérsele comprobado tráfico de influencias.

d. Nelly Moreno, actriz colombiana también y representante a la Cámara en 1998. O Luis Eduardo Díaz «Lucho, el lustrabotas», que fue concejal de Bogotá y fue destituido por tener antecedentes penales.

Estas personas no tienen conocimiento suficiente en el ámbito de la administración pública, cometiendo yerros imperdonables que terminan, a la postre, perjudicando a la ciudadanía; a sus electores.

Lo anterior, entonces, para reflexionar al respecto y definir si en verdad estas personas merecen la oportunidad de ir al Congreso por encima de otras profundamente preparadas.

* Por: Juan Esteban Gallego Mendieta – Estudiante de derecho.

Lo más visto

Subir