Opinion

LA RESPONSABILIDAD DE UN LÍDER

Por: Natalia López Arboleda – Politóloga UAM – Especialista en Contratación Pública UM.

En Colombia hay una compleja danza de la política, en donde las palabras del presidente pueden ser el detonante capaz de encender controversias y avivar divisiones. Tal es el caso reciente en Colombia, donde Gustavo Petro desató una tormenta al sugerir una posible complicidad entre la policía y el narcotráfico durante un evento oficial. Sus afirmaciones, han sembrado discordia en un momento en que la confianza en las instituciones es vital.

Es entendible que la corrupción y los abusos dentro de cualquier institución sean motivos legítimos de preocupación y debate público, pero la policía, como garante del orden y la seguridad, debe ser respaldada (por lo menos por el jefe de Estado) ante la sociedad a la que sirve. El presidente Petro, al insinuar sin pruebas concretas una supuesta complicidad generalizada entre los policías y el crimen organizado, no solo ha faltado a la prudencia que se espera de un líder, sino que también ha arrojado una sombra injusta sobre toda una institución.

La policía colombiana, al igual que cualquier otra fuerza policial en el mundo, está compuesta por individuos diversos, algunos de los cuales pueden verse tentados por la corrupción, pero, pintar a toda una institución con el mismo pincel de sospecha es irresponsable y contraproducente. Los policías que arriesgan sus vidas diariamente para proteger a los ciudadanos merecen respeto y apoyo, no acusaciones infundadas que debilitan su ejercicio.

La tarea de liderar un país va más allá de ocupar un cargo, implica una responsabilidad moral y ética que trasciende las palabras pronunciadas en eventos públicos. Un presidente, como máxima autoridad de una nación, debe encarnar los valores de unidad, prudencia y respeto hacia las instituciones que sostienen el Estado democrático, porque su papel es fundamental no solo en la toma de decisiones políticas, sino también en la construcción y preservación de la confianza ciudadana en el sistema.

En un país ya confrontado con múltiples desafíos, agregar más problemas mediante este tipo de acusaciones es desfavorable, porque Colombia, como muchas naciones, se enfrenta a una variedad de problemas complejos que van desde la inequidad social hasta la violencia y la corrupción. En este contexto, es crucial que los líderes políticos se centren en abordar estos problemas de manera constructiva y basada en evidencias, en lugar de sembrar más discordia y desconfianza con declaraciones imprudentes. Es un deber referirse desde la responsabilidad y la transparencia hacia las autoridades y alejarse de la retórica divisiva y la satanización de quienes protegen el país.

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