Opinion

¿LAS PROPUESTAS DE GOBIERNO PARA LOS ENTES TERRITORIALES PARA CUANDO?

José Ferney Paz Quintero

Por: J. F. Paz – Exmagistrado / Consultor. – Presidente Tribunal de Control Ético del partido liberal colombiano.

Avanzan las campañas políticas para renovar gobernaciones, alcaldías, diputados, concejales, ediles, con mucho despliegue publicitario, fotografías con los jefes políticos anunciando el aval otorgado, reuniones unas con gran asistencia, otras no tanto, pero parodiando el slogan, “pero de aquello nada”, ausencia total de los programas de gobierno para esas regiones, los temas de carácter social, educativos, sentido de pertenencia por la región, la deserción escolar infantil, la violencia intrafamiliar, la seguridad ciudadana, las vías de penetración y de infraestructura vial, no aparecen por ningún lado, solo diatribas, discursos insulsos, insustanciales, sin contenido alguno.

Un llamado a esos aspirantes asuman el firme propósito de cambio en las costumbres y del ejercicio de la actividad proselitista, sustituyendo la pugnacidad política por  una  tarea de restablecimiento de los fueros de  la equidad, la transparencia  administrativa, el buen gobierno, dejando de lado las promesas infundadas, con serios compromisos de buscar el beneficio colectivo, entendiendo que la administración pública debe constituirse en vaso sagrado con el máximo respeto por  la moral y la ética, conceptos estos de capa caída en esta desconcertada sociedad por lo que viene sucediendo en las altas esferas oficiales.

La jornada electoral del mes de octubre se constituye en una prueba para que los que habitamos este país expresemos nuestra inconformidad por la forma como se ha sustentado el poder tanto nacional, departamental como municipal, impregnado de nepotismo, clientelismo, corrupción oficial, camarillas incrustadas en la estructura estatal a todo nivel, enviando un mensaje de un nuevo diseño político, social y económico para las distintas regiones del país.

Queremos ser optimistas, pero reconocer que existe un ambiente enrarecido, que nos indica que nuestra débil democracia no saldrá como quisiéramos fortalecida, por cuanto desde ya viene siendo pisoteada por presiones indebidas, zonas geográficas desprotegidas sin respuesta oficial, el dinero sucio, los interrogantes sobre la transparencia de la Registraduría por los cuestionamientos éticos a quién la regenta, el vil aprovechamiento de la miseria de muchos compatriotas, la injerencia del alto gobierno en las decisiones de los partidos, pero a pesar de estos infortunios, seguiremos conservando la esperanza, que es lo último que se pierde.

Dos máximas para la vieja y nueva clase política: bienaventurado el político que tiene un elevado conocimiento y una profunda conciencia de su papel, bienaventurado el político cuya persona refleja la credibilidad.

Hablar siempre con la verdad, la verdad no necesita de votos.

ADENDA: Burocracia, bendita seas, esta expresión para resaltar la frondosa nómina burocrática del nuevo ministerio creado para pagar la participación del movimiento político de la vicepresidenta a la campaña presidencial de quien fue elegido presidente; desconcierta la creación de 5 viceministerios y un centenar de cargos que seguramente serán aprovisionados por simpatizantes de esa tendencia política.

Llama la atención la falta de coherencia oficial en materia fiscal, mientras se pide racionalización del gasto, se crea burocracia únicamente para satisfacer apetitos burocráticos, a propósito del tema, en España avanza una campaña electoral para suprimir lo que allá se llama ministerio de la igualdad.

ADENDA 2: Ojalá, y es la confianza que abrigamos todos los ausentes de la señorial Manizales, que en esta ocasión no se vuelvan equivocar en la escogencia de alcalde para una capital que ha sido emblema de cultura, de respetabilidad tanto política social, como económica, regentada en otrora por figuras de connotación nacional, personajes de la importancia profesional, política y académica, de un Fernando Londoño Londoño, Alberto Mendoza Hoyos, Ernesto Gutiérrez Arango. A tiempo de enderezar el rumbo administrativo.

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