Opinion

Damos Pena

Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

Cuando se sale del país y se tiene la oportunidad de conversar con extranjeros, si es que ellos saben algo de Colombia, no es extraño que su primera idea sobre nosotros sea la de relacionarnos con drogas; algo así como la falsa idea que tenemos de los habitantes del medio Oriente, imaginándonos sus territorios como eternos desiertos en donde abundan las bombas y los atentados suicidas, o de las naciones africanas plagadas de pestes y jungla por doquier.

Todas visiones equivocadas, Colombia es mucho más que drogas, como medio Oriente es mucho más que fanatismo religioso, y África no es tan desoladora y pobre como la imaginamos, o por lo menos no tan lejos de lo que tenemos en nuestro país.

Al parecer, nosotros los colombianos, nada estamos haciendo para desdibujar la arraigada idea que se tiene en el exterior, y no porque nos preocupe que piensen ellos de nosotros, sino porque es un reflejo de la triste sociedad que tenemos.

Hoy 27 de marzo, “The New York Times” uno de los periódicos más influyentes en todo el territorio de los Estados Unidos, tiene como portada el velorio de la niña asesinada por la fuerza pública colombiana en un bombardeo a uno de tantos campamentos del asesino y narcotraficante Gentil Duarte. (https://www.nytimes.com/2021/03/27/world/americas/colombia-children-war-FARC.html)

Solo la foto de la portada deja ver una Colombia desolada, triste, decadente, de la cual nos deberíamos de avergonzar.

Mientras en nuestras placidas casas, o en los cómodos cafés de interminables debates políticos, muchas veces insulsos, discutimos como acceder al poder, como aprovechar cualquier oportunidad de negocio, como planear nuestras futuras vacaciones; miles, cientos de miles de colombianos pelean por sus vidas, huyen despavoridos de las balas tanto de los terroristas, como de la fuerza pública, donde para ellos ambas son lo mismos, ambas cobran la vida de civiles por igual, ambas los ponen en el mismo nivel de riesgo.

Mientras en Colombia nuestro ministro de defensa, trata a menores de edad reclutados forzosamente como maquinas guerra cuando apenas tienen 15 años, mientras que en poblados como “Puerto Cachicamo”, de donde era la joven Yeimi Sofía Vega quien murió en el bombardeo no tengan una escuela pública, pues la única que hay es de una ONG que solo llega hasta grado Decimo, mientras no exista en estos territorios, casi que en el centro geográfico de nuestro país, los servicios mínimos de los que debe gozar un ciudadano en el siglo XXI, este país da vergüenza.

Seguimos siendo tan indolentes como en los albores de nuestra República, cuando Bolívar exterminó casi que por completo a la ciudad de Pasto en Nariño, incluyendo niños y mujeres sin una sola arma en su hombro, mientras les acusaba de torpes y brutos en Bogotá, acusación que aún por muchos ignorantes persiste, sin ni siquiera conocer su origen.

Anoche en Corinto-Cauca, un carro bomba activado por el narcoterrorismo recordó las salvajes imágenes de un país que aún no ha finalizado su historia de Guerra. A casi tres años de este Gobierno, cientos de advertencias de como las mafias mexicanas dominan territorios de la costa pacífica y el sur del país, con el objetivo de controlar las rutas del narcotráfico, siguen sin calar su atención y por el contrario se agudiza nuevamente el orden público en nuestro país.

Pero no, la discusión hoy en la agenda nacional no es esa, la discusión no es como mueren civiles, o son prácticamente esclavizados por el narcotráfico. La discusión es una reforma tributaria que pretende solventar la compra de aviones de guerra por casi 14 billones de pesos, y con ello garantizar una jugosa comisión para quien sabe quién.

Paul Samuelson, premio nobel de economía, hablaba sobre el dilema de los estados en cuenta a escoger entre “mantequilla o cañones”, este gobierno claramente está escogiendo los cañones, por encima de la mantequilla que tanto necesitan nuestros compatriotas para calmar su hambre, y en cambio si se les asegura mejores bombas para que sus hijos reclutados tengan una muerte más rápida y eficiente.

En el próximo debate electoral, la legalización de algunas drogas deberá ser un punto transversal a todas las discusiones. Hoy no son las guerrillas o el paramilitarismo el centro de atención en la lucha por el control territorial de nuestro país, hoy son las mafias, ni siquiera locales, extranjeras las que se disputan el territorio.

Todos los intelectuales y estadistas serios del mundo dan por fracasada la lucha contra el narcotráfico, y plantean la legalización, como solución, así lo está haciendo el mismo gobierno federal de los Estados Unidos, y desde hace muchos años varios Estados en ese país. La legalización como alternativa de control y generación de impuestos para garantizar la derrota de las violentas mafias del narcotráfico es un imperativo, y para ello no podemos seguir eligiendo los mismos líderes ineptos, tradicionales, obtusos y cavernarios que hoy nos gobiernan, y que le dan el mínimo peso a la vida de los más vulnerables.

Claro que damos Pena, y no solo ante los extranjeros, ante nuestros hijos por dejarles el país que les estamos heredando.

Twitter: @AlejandroLSFD

Lo más visto

Subir