Por: María Antonia Guevara Giraldo – 14 años – Estudiante de 9º grado Colegio Redentoristas Manizales.
Durante este tiempo, he venido hablando de las novedades que nos ha traído la cuarentena. He comentado cómo han cambiado las cosas para mí y mis allegados, como nos hemos sentido durante esta experiencia y como tratamos de sobrellevarla. Considero que es momento de compartirles mis expectativas para cuando todo esto pase, así nos salimos un rato de la realidad.
Uno de los cambios más bruscos generados por el virus fueron las clases virtuales, así que espero que cuando todo eso pase, volvamos a nuestras clases presenciales, aunque debamos guardar distanciamiento social y utilizar las distintas medidas de bioseguridad.
A lo mejor así será todo cuando volvamos a la “normalidad”, tendremos que adaptarnos a utilizar tapabocas, guantes y demás para ir a cualquier lado.
Será difícil asumir la permanencia de estas medidas si debemos hacerlo, ya que muchos conservamos la esperanza de recuperar la vida que llevábamos, pero ¿realmente vale la pena volver a ser exactamente como antes? Yo pienso que no, pues, aunque hay ciertas cosas increíbles que extrañamos, hay muchas otras que obtuvimos.
No debemos perder de nuevo la solidaridad, no debemos volver a la rutina que no nos deja tiempo para nosotros mismos, no podemos dar por sentado las cosas otra vez. Opino que, si llegamos a tener la oportunidad de volver a salir como antes, a compartir, abrazar y disfrutar, debemos valorarlo como nunca. Durante este periodo, el tiempo no se ha detenido, hemos seguido creciendo, madurando, riendo y llorando.
No podemos permitir que nos convirtamos en una sociedad que olvida lo que aprende, que borra con el codo lo que hace con el brazo. Este es un momento difícil, muchas personas están pasando por momentos muy complicados y esperan con ansias el momento en que todo esto termine. Pues bien, esperemos todos el momento en el que esto acabe y las personas superen los problemas que les ha traído el virus, pero quedémonos con lo aprendido y utilicemos las malas experiencias como lecciones.
¡Gracias por leer hasta el final!
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