Por: María Antonia Guevara Giraldo – 14 años – Estudiante de 9º grado Colegio Redentoristas Manizales.
¡Hola de nuevo! Bienvenido a esta edición de teen quarantine. El día de hoy quiero hablarles sobre la celebración del alumbrado, más comúnmente conocido como el día de las velitas.
Como es tradición en Colombia y algunos otros países de Latinoamérica, el 7 y 8 de diciembre se celebra el día de velitas, un ritual católico que consiste en realizar un alumbrado afuera de las casas en honor a la virgen María. Normalmente, las personas aprovechan para reunirse con sus familias y amigos, divertirse, bailar e incluso embriagarse. Lastimosamente, este año no fue posible darle el carácter gozoso a estos días, y aunque para ciertos individuos esto es equivalente a perder el significado de la ya mencionada “fiesta”, quienes saben realmente a que se debe la celebración son conscientes de que es incluso mejor conservar la solemnidad de esta sin dejarse desviar por la tradición popular alejada de la iglesia.
Por suerte, aunque las costumbres hayan tenido que variar este año debido a la contingencia por la que estamos atravesando, el alumbrado no fue un acto aplazado ni cancelado. Al contrario, la gente salió animosa a poner sus velas y faroles desde las 7 de la noche. No fue tanta la reunión de vecinos y la cercanía, pero la alegría y la calidez no faltaron, al igual que la música. Cada ser humano que yo pude presenciar participando, compartía sus buenos deseos y sentimientos desde la lejanía, con una sonrisa o un saludo. Vi a muchas familias unidas decorando su parte de la calle o el andén con amor, y sobretodo, disfrutando de la magia del momento. También, hicieron acto de presencia los famosos “estados” donde las personas le dedican velitas a quienes más quieren y piden por su bienestar; me parece una tradición bastante curiosa pero cualquier manera de repartir buenas energías y positivismo es bien vista por mí.
Por mi parte, disfruté bastante el 7 de diciembre. Aunque fue bastante diferente a los que he vivido en años pasados, no carecí de buena compañía ni de comida rica, por lo cual estoy muy agradecida.
Desde aquí, espero que sean unos excelentes días para ustedes. Que no les falte afecto y que puedan concentrarse en las cosas positivas en lugar de las malas. Recuerden que siempre habrá algo por lo que estar agradecido y sonreírle a la vida
¡Muchas Gracias por leer hasta el final!
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