Opinion

Ganando también se pierde

Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

11 mayo 2019

El buen olfato político es una de las características mas difíciles de encontrar entre aquellos inmiscuidos en este oficio.

Este se desarrolla no solo por la experiencia y el trajinar en estas lides, si no por el correcto análisis de los indicadores que se tienen a la mano y además, por saber procesar la información privilegiada que se obtiene de los distintos sectores políticos de los cuales se hace parte. Sin lugar a dudas algo de psicólogo tienen que tener aquellos quienes se consideran políticos para descifrar entre conversaciones sinceras, hipócritas o traicioneras, mensajes entre líneas que pueden llegar a ser decisivos a la hora de tomar posturas.

Sin embargo, y como esta cualidad es bastante escasa, no son pocas las ocasiones en que repetidamente se escucha por parte de aquellos de quienes se espera den línea para trazar una estrategia, la ya recurrente respuesta de “Votemos por el que gane” ante la pregunta de, a quién hay que apoyar.

Perder en política es doloroso, costoso y muchas veces humillante, sin embargo, y salvo aquellos apasionados que no aguantan un mal resultado y sufren el repentino corrientazo en el miocardio, nadie muere en política. Es más, la derrota del político es la oportunidad de tomar impulso, de mirar desde las barras la corrida y tomar con cautela la mejor decisión, si es que se quiere regresar a la arena.

Ir con la corriente no siempre es la mejor decisión. No son pocos los ejemplos en donde ganando electoralmente se pierde mucho más que aquellos quienes fueron derrotados en las urnas. En ocasiones resulta mucho más estratégico ser parte de la oposición que estar con el gobierno a cambio de una insignificante secretaria.

El temor de tomar decisiones no solo es ausencia de olfato o habilidad e inclusive inteligencia, es el pánico de saber que se puede ser derrotado, sin embargo, la grandeza solo es alcanzada cuando se asumen riesgos aún a pesar de cantos de sirena que enaltecen a quien no ha sido coronado.

Pésimas decisiones toman quienes se consideran líderes o representantes de un partido cuando deciden conformar coaliciones, sin que haya de por medio algún lazo inquebrantable que asegure el cumplimiento de los acuerdos.

Es preferible tener candidatos propios o en acuerdo con quienes se esté en similares condiciones que ser miembro de una coalición en donde no se le es valorado o desde ya se dice a su espalda de lo poco relevante que será ante un probable triunfo.

La ausencia de candidatos y las extrañas coaliciones que se tejen municipio tras municipio son el reflejo de esta falta de liderazgo y mínima visión de quienes están hoy a la cabeza de la política en Caldas, es el indicador de los inmensos temores que se tienen para tomar decisiones, incapaces ellos de formar partidos y estructuras políticas, y simplemente concentrados en administrar pequeños feudos electorales que poco les servirán para futuras elecciones. Pero resulta más vergonzosa la actuación de aquellos líderes que sacrificando discursos y coherencias que por muchos años los mantuvieron vigentes, hoy sin ningún escrúpulo se suben a la tarima con aquellos de quienes tanto criticaron.

Así se está volviendo la política del tan orgulloso Caldas, de aquellos prohombres e ilustres paisanos que brillaban en las más encopetadas reuniones santafereñas, a simples mercaderes y apostadores electorales.

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