Opinion

DEMOCRACIA Y CORRUPCIÓN

EDITORIAL

En el mes de marzo de 1988, con la elección popular de alcaldes se dio inicio a nueva etapa en la democracia del país. Luego, con la reforma constitucional de 1991 se estableció la de gobernadores y se implementó el voto preferente para todas las corporaciones públicas.

Fue también a partir de esa época cuando los niveles de corrupción en el sector público empezaron a dispararse y la actividad política a convertirse en un negocio, aunque siempre lo había sido, con la diferencia que pasó a ser parte de la cultura de muchos en el país.

El voto preferente encareció las campañas electorales e impide que muchos buenos ciudadanos que pueden prestar un buen servicio al país o a sus regiones, se presenten como candidatos porque no cuentan con los recursos económicos para ello. En otras palabras, nuestra democracia se ha venido convirtiendo en una plutocracia

El país ya está cansado de tanta corrupción y la legislación sobre el tema son apenas paños de agua tibia. Aunque es un tema muy polémico, debería revisarse si la elección popular de alcaldes y gobernadores ha sido benéfica o al contrario son mayores los males que nacieron con ellas, o si era mejor el sistema anterior de nombramiento por decreto. Lo mismo debe hacerse con el voto preferente. El exceso de democracia genera anarquía.

Cuando un alcalde o gobernador nombrado por el gobernador o el Ministro del Interior, respectivamente, resultaba incurso en un escándalo por corrupción, al día siguiente era removido de su cargo y nombrado su reemplazo. Actualmente, terminan sus mandatos sin que los organismos de control hayan finalizado las investigaciones y menos aplicado las sanciones del caso. Por ejemplo, hasta ahora se están juzgando a los alcaldes corruptos que terminaron su periodo en 2015.

El sistema de otorgamiento de avales por parte de los partidos políticos también debe ser revisado. La filosofía con la que fue creada esa facultad, no es la feria o el negocio en que la convirtieron algunas organizaciones políticas quienes venden los avales al mejor postor.

Sin lugar a equivocarnos, gran parte del origen de la corrupción está en la elección popular de alcaldes y gobernadores, y el voto preferente.

Un candidato invierte en su campaña mucho más de lo que percibiría en su mandato de cuatro años. La única forma de recuperar lo invertido es con actos corruptos. En el caso de los integrantes de las corporaciones públicas sucede algo similar y por ello presionan al ejecutivo para el otorgamiento de contratos y burocracia con manejo presupuestal.

Aunque la intención al crear la figura de la elección popular de alcaldes y gobernadores, y el voto preferente, era buena, tal vez no fue la adecuada para nuestro país por la existencia de tantos avivatos.

Pensilvania, mayo 12 de 2019.

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