Opinion

OBJETIVO PÓLÍTICO

EDITORIAL

Los jóvenes, este importante segmento de nuestra población, se han convertido en el objetivo de muchos políticos con miras a próximas y futuras contiendas electorales.

Hasta hace poco eran ignorados bajo el argumento que el día de elecciones dormían todo el día o se iban de paseo o a fútbol. Era frecuente escuchar la frase: los muchachos no votan, sin embargo, ahora,  después de contundentes procesos electorales en los que han sido definitivos, muchos políticos tradicionales han vuelto sus ojos hacia ellos.

En otros casos, algunos aspirantes a cargos de elección popular se hacen aparecer como jóvenes cuando hace rato pasaron por este rango de edad. En Colombia la juventud es la etapa de la vida comprendida entre los 14 y 28 años de edad según el DANE, y de acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social comprende desde los 14 a los 26.

Para el año 2020 se estimaba que en Colombia habían 12.672.168 jóvenes entre los 14 y los  28 años de edad, lo que representa el 25% de la población total. En otros términos, son un importante caudal electoral que puede inclinar el resultado de una elección tanto a nivel nacional como departamental y municipal.

Caldas a nivel nacional ocupa el penúltimo lugar en cuanto a menor número de personas jóvenes con el 19.32% frente a la media nacional que es el 25%. Ello significa que en nuestro departamento hay aproximadamente 192.813 jóvenes entre los 14 y 28 años de edad. De ellos, el 71,42% pueden votar, o sea, 137.707, caudal electoral que sería definitivo si participara electoralmente en su totalidad.

Las protestas sociales de los últimos meses en Colombia han sido protagonizadas en su inmensa mayoría por jóvenes quienes han manifestado su intención de participar activamente en los próximos debates electorales porque son conscientes que desde las urnas pueden cambiar el rumbo administrativo de sus regiones. Ahora se les abre otras puertas con la elección de los Consejos Juveniles Municipales.

Las esperanzas de muchos en el país están puestas en los jóvenes, aunque el solo hecho de su juventud no es garantía de eficiencia en la administración ni pulcritud en el manejo del recurso público. Un joven mal administrador cierra las puertas a otros, genera desconfianza y les limita posibilidades futuras.

En otro aspecto, también deberán analizar muy bien los jóvenes a quiénes apoyarán en las urnas para que más adelante no se lamenten de haber elegido a quien no debían.

Los jóvenes serán definitivos en los futuros debates electorales por lo que deberán asumir estas responsabilidades con seriedad, entereza y rectitud.

Pensilvania, 22 agosto 2021.

@tintiando 

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