Por: José Oscar González Hernández. Se desempeñó como Alcalde de Pensilvania, Diputado a la Asamblea de Caldas, Personero de Manizales.
Cómo han cambiado los tiempos hoy en día. Anteriormente los ciclos de verano y de invierno tenían una regularidad muy bien marcada. Pero hoy es casi imposible adivinar con certeza sobre el clima. Desde mediados de diciembre del año pasado estamos disfrutando de un verano delicioso para aquellos que se solazan con el sol y altas temperaturas. Cada día que pasaba era un suplicio para los agricultores de la sabana en Cundinamarca y Boyacá por las heladas en las noches y en el día una alta temperatura; los agricultores de la zona andina sufrían por la resequedad de la tierra y ni un asomo de agua para refrescar la tierra y los cultivos. Ya finalizando el mes de febrero tenemos unas noches y días muy fríos y vemos que una sola noche de lluvia fuerte causó más estragos que un invierno cualquiera. Tragedias en Chinchiná y en el departamento de Santander y un vendaval con caída de árboles en Bogotá que parecía un diluvio como el narrado en la biblia.
Hago esta introducción para llamar la atención de las personas con el fenómeno de las lluvias y los días de sol, algo está pasando en la naturaleza y eso es nada más y nada menos que el cambio climático nos llegó y no nos hemos querido dar cuenta, que tenemos que enfrentarlo y bregar a evitarlo, aunque muchos estudiosos del tema dicen que esto ya es irreversible y que los daños que le hemos causado al planeta ya son imposibles de corregir.
Miremos no más el panorama hoy en el mundo. Llevamos dos o tres días de lluvias y comenzaron las tragedias; en el Ártico se desprendió un glaciar inmenso debido al calentamiento en la temperatura; en varias partes del planeta se han presentado muertes por calor, debido al clima tan loco ha habido hambrunas; han resurgido varias plagas, muchas de ellas creíamos superadas; la Amazonia ha tenido focos de incendios, unos producidos por el calor de la naturaleza, pero otros causados por el hombre para extender la frontera agrícola. Para mí el colmo, en nuestro país el incendio de la serranía de la Macarena por manos criminales y familias con motosierras. Si analizamos todos estos hechos vemos que al planeta lo hemos tratado a las patadas.
Como un acto de expiación el señor Presidente nos contó que sembraría 180 millones de árboles en su mandato y el ministro del Medio Ambiente nos dice que ya llevan 24 millones de árboles sembrados. Inicialmente la propuesta parece buena, pero sin ser un experto en el tema ambiental y ecológico, creo yo, que un área sembrada de una sola especie, es decir donde haya uniformidad, esto no trae beneficios para el sistema. Nuestras selvas se conservan y se reproducen precisamente por la diversidad que hay entre ellas. En resumen, la idea presidencial de pronto no va a ser tan productiva como quisiéramos.
El escritor David Wallace-Ells en su libro “El planeta inhóspito” nos cuenta y hace hincapié que con el tema del cambio climático es de complacencia e indiferencia, porque no cambiamos la forma como vivimos en el mundo moderno. Nos dice igualmente que a veces pensamos que este es un problema que viene de siglos atrás, que comenzó con la revolución industrial y esto no nos hace ser responsables.
Tenemos que tener conciencia que el cambio climático llegó y que tenemos que hacer acciones radicales si queremos seguir viviendo en nuestro planeta; tenemos que saber que otro sitio para irnos a vivir no existe y si se nos destruye este planeta, desapareceremos todos. Traigo a colación lo dicho por el Papa Francisco: “abusar de la naturaleza es abusar de los ancestros, hipotecando el futuro”.