Opinion

“LO PEOR QUE HACEN LOS MALOS ES HACERNOS DUDAR DE LOS BUENOS”. Jacinto Benavente

Por: José Oscar González Hernández. Se desempeñó como Alcalde de Pensilvania, Diputado a la Asamblea de Caldas, Personero de Manizales.

22 agosto 2019

En los diarios nacionales salieron unos informes en días pasados en donde nos recordaban, según cifras estadísticas que América Latina era una región de las más violentas del mundo. Con un 8% de la población mundial, América Latina aporta el 37% de los asesinatos en el globo. Estas solas cifras producen escalofrío. Lo más aterrador de estas cifras es que las víctimas de los asesinatos son jóvenes. Esta realidad se vive en Méjico en donde el narcotráfico y la corrupción de las autoridades de policía, Muchas veces, acolitan estos ajusticiamientos. Igual situación se puede vivir en Brasil; y lo mismo podemos decir de nuestra patria Colombia, que a ratos pareciera que estamos viviendo en la violencia de los años 80 y principio de los 90.

La pregunta es: ¿que hace que una región tenga más homicidios que otra? La respuesta es muy difícil, porque el crimen y la violencia son fenómenos muy complejos y sus raíces y motivos son diferentes en cada región. Una de las variables es que se cree que la violencia y el crimen habitan en sectores de la población con condiciones sociales extremas y en asentamientos subnormales. Pero si miramos las cifras, en muchos países de América Latina en la última década tuvieron un crecimiento económico y mejoró mucho la paz social con sus habitantes, pero sus indicadores de violencia y homicidio no ceden.

Los estudiosos de la problemática social están convencidos que estos fenómenos de violencia están ligados con el crimen organizado y a las pandillas que viven por disputas de negocios lucrativos como el narcotráfico y por luchas de territorio. A todo lo anterior se tiene que tener en cuenta la facilidad para los crímenes, se debe a la fácil circulación y proliferación de las armas de fuego. Para redondear el panorama que venimos contando hay que tener en cuenta los índices de impunidad y en muchos países, incluyendo a Colombia, este factor es muy alto en donde los califican con las peores notas en este sentido. Miremos sólo a Méjico, que en impunidad nos lleva kilómetros de ventaja a nosotros.

Los expertos no se han puesto de acuerdo para decir la raíz de estos problemas, pero algunos han sugerido como una de las causas principales es el narcotráfico, porque tienen mayor margen de criminalidad, y da más rentabilidad que otras formas de delitos. Como hay mucho dinero, hay más posibilidades de corromper las instituciones. No podemos perder de vista que del narcotráfico se puede desprender otras formas de violencia como el contrabando, el gota a gota y el comercio de armas.

Para enfrentar estos retos debemos comenzar por fortalecer la unión familiar. Es desde la casa con el ejemplo paterno y seguidamente desde el colegio en donde necesitamos verdaderos apóstoles, para que protejan a la población vulnerable, nuestros jóvenes. Pero esto debe ser con políticas claras y comprometidas con las instituciones educativas.

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