Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
09 marzo 2019
No solemos distinguir entre politiqueros y políticos, indiscriminadamente usamos ambos términos para referirnos a dos tipos de personas muy diferentes, es casi como decir que el tinterillo y el abogado son lo mismo.
Politiquero es aquel que ve una oportunidad económica y protagónica casi farandulera, de aprovechar los escenarios democráticos para obtener sus objetivos.
Político es quien tiene vocación por lo público, busca el poder por ser inherente a la lucha para sobreponer sus argumentos e ideologías en detrimento de sus contradictores, hace lo posible por materializar su visión de sociedad. En la búsqueda del poder se cometen excesos, los mismos que comete el empresario el médico o el cura en procura de hacerse más fuertes.
Ambos pueden ser corruptos, pero mucho más proclive es el politiquero y es que ambos en últimas son seres humanos y como tales están llenos de errores. Sin embargo, cuando el politiquero se equivoca desaparece del escenario, nunca jamás es visto o mencionado cuando de política se habla, “Se cansa de la Política”; todo lo contrario, al político, quien como se ha demostrado difícilmente se desvanece, inclusive trasciende y algunos, muy pocos, se mantienen permanentes en el tiempo a través de la historia, mantienen su vigencia aun con el paso del tiempo, y cuando se equivocan y pierden buscan la manera de regresar al escenario de lo público.
La necesidad de mantenerse vigente obliga al político a arraigar una idea, un discurso y favorecer, aunque sea y como mínimo a su “clientela”, el politiquero es un ave de paso que no le preocupa hacer nada medianamente positivo sino va en consonancia con sus muy particulares intereses.
En resumen, el Político es de largo plazo y el politiquero es de corto plazo. El Político puede llegar a ser Presidente, el Politiquero como máximo llega a buen “Lagarto”.
El ejercicio de la Política es altamente complejo, por lo regular despierta los intereses más oscuros del ser humano, y es que el poder es encantador, obtenerlo y mantenerlo puede llevar a caminos sinuosos.
Sin embargo, la arquitectura de los regímenes democráticos como el colombiano permite ponerles talanqueras a los excesos tanto de Políticos como de Politiqueros, aun mas, los medios de comunicación y las redes sociales hacen parte de este diseño que de una u otra manera ayuda a depurar nuestro sistema de gobierno.
Aun cuando un médico, arquitecto o bachiller pueden hacer política, el ejercicio exclusivo de la misma se diferencia con el resto de los demás oficios porque allí se administran los recursos públicos, se estructurarán políticas Publicas, se construye país y se fortalecen o debilitan sociedades. La política es la piel de la sociedad, recubre todos los aspectos del estado del cual hacemos parte, y como la piel, muchas veces contiene imperfecciones, manchas, cicatrices y verrugas. Sin ella queda al descubierto una frágil sociedad sin riendas y normas claras de convivencia.
Como estrategia por mantener el poder, y no en pocas ocasiones los políticos hacen uso de politiqueros para fortalecer sus estructuras en el corto plazo.
Ante las crisis de liderazgos de los partidos políticos, así como de quienes los integran, y de la sociedad en general. Sumado al desprestigio de los dirigentes y los cómodos puestos que premian a quien antes solían o aspiraban a ser políticos pero que ahora engrosan las filas de burócratas o tecnócratas. No queda más remedio que acudir a los candidatos politiqueros.
Ellos quienes como empresarios o médicos solían hacer bien su trabajo y lograron destacar ante un sector de la sociedad, son buscados ad portas de las elecciones ante la ausencia de candidatos, llevados por adulaciones de sus más cercanos, o de aquellos a los que graduaron de jefes, son convencidos de participar en unas elecciones, y tal vez no en pocos casos logran ganar. Sin embargo, la complejidad de lo público, el azote de la oposición, el desgaste de no complacer a todos sus electores y el desconocimiento del delicado y complejo sistema de gobierno los agota. Su afán de protagonismo, de un “podercito” que los cautiva en su pequeña curva de crecimiento los obnubila, se convencen de sus minutos de gloria y presurosos por llenar sus arcas generan profundas crisis y acentúan la pésima percepción de la Política, a la larga destruyen los procesos y estructuras que los promovieron.
En este ejercicio como en cualquier otro, la experiencia no se improvisa, el conocimiento de los intríngulis permite que las gestiones de los administradores de lo público sean mucho más acertadas, aún más, la aspiración por ascender en el mapa electoral obliga a que quien es elegido haga una buena gestión, de no hacerlo será castigado más adelante.
Debemos saber elegir, es lamentable decirlo, pero hoy en nuestro país lo que menos importa a la hora de elegir son los partidos por los cuales se es avalado, hoy lo que debe importar en el momento de hacer la selección de nuestros gobernantes es su capacidad de gestión, de conocimiento de lo público, de la vocación de poder y el arraigo por su tierra (No sea que su trinchera este a kilómetros de sus gobernados).
Caldas debe fortalecer su liderazgo, despertar nuevamente el interés por la política, la buena política, profesionalizar a nuestros gobernantes, rodearlos no solo para acompañarlos, sino para vigilarlos. Nuestro arraigo debe reflejarse en nuestros dirigentes, en últimas ellos son los voceros en el alto gobierno.
No por ser buen médico o empresario se es buen alcalde o gobernador; No por ser Político se es corrupto.
Adenda: Agradezco al Portal Tintiando y a su director por este espacio brindado, así como a los lectores por su paciencia y deferencia con estas columnas.