Por: Mario Arias Gómez
20 junio 2018
Inmortal canción de Goyeneche, de la que desenvaino estos versos que dedico al prepotente excomandante Aureliano: “Y hoy se muere el alma mía/ Porque en vez de la alegría / El dolor me desespera /. Ramalazo infligido por diez millones y pico de compatriotas que le dijeron NO, al afán de ocupar la ‘Casa de Nariño’, que dice aplazar hasta el 2022, si Fajardo, para entonces, le permite la pedante ocurrencia del doblemente chamuscado ‘salvador’ de Colombia Humana, que contrasta con los atroces actos fomentados por el M19, que tanta sangre inocente derramó, y que el represivo y feroz ‘tiranuelo’, adoptó como fuente de inspiración.
Panegirista de la tiranía chavista, una de las peores autocracias -de todos los tiempos- que ha experimentado Latinoamérica, quien aspira mantener la mazamorra electoral que lo acompañó el domingo, en el ciego, codicioso y desenfrenado proyecto liderado por el más abyecto, incapaz e inepto exalcalde de la historia de Bogotá. Ciego asesor de la utopía colectivista, excluyente, que hundió con operaciones turbias, millonarias, sus finanzas, como la compra de los inservibles carros recoge-basuras (de segunda), la rebaja de pasajes de Transmilenio, sonrojo de auténticos, genuinos e ilustrados dirigentes de izquierda: Carlos Gaviria (q.e.p.d.), Antonio Navarro, Daniel García-Peña, que rompieron con él, por autoritario, desleal, despótico, mal amigo.
La desconfianza que origina en buena parte del país, es gigantesca e innegable, dada su afinidad con el tiránico, delirante y utópico “Socialismo siglo XXI”, que trajo miseria, dolor a Venezuela, como a los avasallados países que, tras los petrodólares, sucumbieron a los cantos de sirena, entregando -como contraprestación- una adhesión de palabra, no de hecho, producto de su insolvencia económica, ética, moral, política. Absolutista, embebido en la lucha de clases, encono, populismo, sed de venganza, que sustenta que, para ser tenido por buen gobernante, basta con desarrollar políticas sociales de “avanzada”, dictadoras, liberticidas, selectivas, excluyentes, que dispensa a los semidioses ‘petristas’, de cumplir las leyes, de actuar con probidad.
Trastornado y mediocre sedicioso que, sin tregua, encaballado en su ego perenne, sin rumiar aún la derrota, se declaró emponzoñado opositor, del lozano candidato triunfador; a quien, amenazó, notificó el agite y zozobra -permanentes- en las copadas plazas y calles de Colombia, con los ocho millones de enfervorecidos e hipotecados adeptos, capitaneados por este biche, frustrado e indultado exguerrillero, quien en su desvarío, en el parte del descalabro, prescribió la agenda política a seguir por el gobierno; rehusó -traicionado por el subconsciente- imaginarios ministerios, embajadas, que nadie le ha ofrecido.
Para rematar, el puntilloso y punzante gurú tulueño de la desorientación, se estrenó como ácido e implacable crítico del consagrado Presidente, rubricándolo de ‘complaciente’; investido por una impostada autenticidad, develando que, “el que dijo Uribe”, fue previamente seleccionado e impuesto por el “viejo zorro”, Fabio Echeverri, padre real de la criatura, quien forzó -a su vez- como su omnipotente ‘ángel de la guarda’ a su hijo. Calvario que empezó, el lunes, “palo porque bogas, palo porque no bogas”. Queda advertido el presidente, que cada vez que se pronuncie sobre algún tema o tome una decisión, sin consultarle al forzado amo, tendrá ipso facto su varapalo, a pesar del irrefutable y robusto respaldo obtenido, que derivó en legitimidad, irrebatible, que el desconsiderado censor, caricaturiza. Duque “se puso el vestido para cada ocasión. Si había que posar de bambuquero, lo hizo. Si de rockero, cogió guitarra. Si de centralista a ultranza, propuso volver a la Constitución de Núñez en 1886. Y si de moralista se trataba para complacer a una parte del electorado, encabezado por el maléfico Ordoñez y la cavernaria Vivian, pues se revistió de enemigo del matrimonio gay”.
Nada augura que habrá pausa, comprensión, después del extraordinariamente polarizado debate, en que el predestinado, ofreció gobernar con todos y para todos los colombianos, sin odios, sin venganzas, reconciliar y recuperar -por sobre todo- la confianza y fe en general; realizar un gobierno, con equidad e inclusión social, que encarne un cambio generacional, cierto; respetar los derechos de las minorías; cuidar el medio ambiente, de cara a la realidad del cambio climático; devolver a las instituciones la legalidad embolatada; sepultar rencores; tender puentes; salvaguardar los acuerdos de paz con las Farc; llevar gente joven, armoniosa, capacitada, irreprochable al gabinete; cumplir y hacer cumplir la ley, la Constitución; reverenciar la independencia de los poderes; beatificar los fallos judiciales; implementar una relación transparente -no clientelista-, con el Congreso; respaldar la consulta anticorrupción, proscribir la empalagosa mermelada.
Bogotá, D. C. 20 de junio de 2018
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