EDITORIAL
El derecho a informar y a ser informado están considerados como fundamentales, además de estar contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Las tecnologías modernas de comunicación, las redes sociales y las libertades han convertido a las comunicaciones en un suculento plato consumido a cada instante por distintas vías, de ahí que los medios de comunicación y la prensa sean consierados como el cuarto poder por su influencia en distintos campos especialmente en lo social y en lo politico.
El derecho a informar y a ser informado contempla la libertad de buscar, recibir y difundir información, de expresar ideas, crear y utilizar medios de comunicación.
Como lo hemos dicho tenemos el derecho a ser informados, sin embargo, más importante que ello, es el estar bien informado, esto es, con calidad y veracidad.
La utilización de redes sociales como medios informativos en muchos casos atentan contra la calidad y buena información. El premio nobel de literatura, Gabriel García Márquez dijo en alguna entrevista que el afán de la chiva atenta contra la calidad de la noticia, lo que se ha perdido por la competencia, rapidez y magnificación de la primicia.
Cualquier hecho insignificante o común, sin mayor relevancia para el colectivo poblacional, se convierte en una noticia. Esa proliferación de información sobre cosas de poca monta terminan saturando y cansando al lector. Se perdió la esencia y cuando se publique algo realmente importante, pasará desapercibido.
El derecho a informar es un pilar fundamental para el buen funcionamiento de una sociedad democrática, sin embargo el informar sin calidad y sin filtro, termina desinformando.
Informar solo lo que realmente importa es un principio de ética y profesionalismo.
Pensilvania, enero 26 de 2025.
