Por: Jairo Andrés Vargas D. – Comunicador Social y Periodista – Especialista en Opinión Pública y Mercadeo Político.
A pocos días de conocerse el nombre de quién regirá los destinos de Victoria por los próximos cuatro años, el panorama es más que interesante y las apuestas se redoblan, pues hasta este momento no hay un gran favorito o favorita para ganar la alcaldía. A pesar de la incertidumbre, esta contienda nos deja buenos elementos para el análisis y la reflexión sobre lo público, sobre lo nuestro.
Antes de entrar en materia, es válido extender la felicitación a las siete personas que presentaron su nombre para el primer cargo del municipio. En momentos de profunda crisis social, de polarización y pérdida de fe de los ciudadanos en las instituciones, no debe ser fácil someterse a la picota pública, a las críticas, -a veces infundadas- y a las largas jornadas de correría política.
Lo bueno
De entrada, todos los victorianos y victorianas ya ganamos. En una tierra que por décadas dominó el nefasto “yepobarquismo” y que incluso hoy padece las consecuencias del “mariolizcanismo”, que haya siete nombres en el tarjetón es una ganancia. Esto demuestra que puede haber espacio para la pluralidad y la diversidad de voces en Victoria. No obstante, no es un triunfo total, porque por una parte esta situación puede deberse al cumplimiento de la promesa de la Constitución de 1991, de abrir camino a distintas vertientes políticas; pero por otra parte también puede deberse a la debilidad de los partidos, la proliferación de las llamadas colectividades de garaje y a la falta de disciplina interna de estos.
La diversidad de voces y propuestas también llevó a que avanzáramos en ese camino de pasar del “QUE” al “COMO”. No basta con las buenas intenciones y en Victoria las candidaturas a la alcaldía regularmente fallaban en explicar como llevar a cabo lo que planteaban. Generar empleo, construir vías rurales, mejorar la educación, etc, eran banderas de campaña que no tenían mayor argumentación. Espacios como los foros o debates organizados por el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio sin duda contribuyeron a elevar la conversación sobre lo público y a hacernos entender (al menos en parte) que hay que encontrarnos en la diferencia y que todos podemos sentarnos en la misma mesa.
Esta fue una campaña que combinó la experiencia con los nuevos nombres. La gestión pública en un país como Colombia y en municipio con tantas necesidades y tan pocos recursos no es una tarea sencilla, por ende, nombres como los de los exalcaldes Juan Alberto Vargas y Juan Eduardo Caicedo, le imprimieron también valor a la contienda. Otros aportes valiosos fueron la experiencia en lo público de Fernando Torres, Henry Murillo y Nohelia Triana.
Por otra parte, la vitalidad, las nuevas formas, propuestas y maneras de hacer campaña de Diego Vargas y Santiago Vergara (quiénes también cuentan con experiencia pública) son otras de las ganancias para los victorianos, independientemente del resultado final. Temáticas como la sostenibilidad, lucha contra el cambio climático, nuevas dinámicas económicas municipales, equidad de género y diversidad, (en las que hicieron especial énfasis) sin duda seguirán marcando las agendas políticas del futuro y son una hoja de ruta para el siguiente alcalde y para quiénes sean candidatos en cuatro años. Además, valiéndose de herramientas digitales, fueron los candidatos que mejor pasaron del “QUE” al “COMO”. Aunque para algunos pudieron sonar “tibios”, sin duda se atrevieron a pensar el municipio de las próximas décadas.
Lo malo
Para hablar de lo malo hay que empezar por un hecho notable, nuevamente Nohelia Triana fue la única mujer que presentó su nombre para la alcaldía. Esto nos debe llevar a pensar qué estamos haciendo los victorianos que impide el surgimiento de más liderazgos femeninos. No es un asunto menor, no se trata de ley de cuotas. Las mujeres son algo más de la mitad de la población y su representación en Victoria es poca. ¿Cómo hacemos para que nuestras niñas sueñen con ser alcaldesas? estoy seguro de que tenemos mujeres brillantes en nuestra comunidad, ojalá algún día tengamos varias candidatas en el tarjetón.
Lo anterior también lleva a pensar ¿por qué no tenemos liderazgos en altos niveles de poder departamental? Aunque en los últimos años la tendencia se ha revertido, regularmente Victoria y el Oriente de Caldas eran territorios olvidados por la Gobernación o la Asamblea. Necesitamos nombres en espacios de decisión. Los exalcaldes pudieron haber dado el salto para intentar ser diputados.
Lo feo
Aunque a grandes rasgos no se ha visto un alto número de enfrentamientos, como los que vivíamos en otras épocas y que terminaban en insultos o agresiones, la estigmatización si se apoderó de parte del discurso de campaña. A pesar de que en Colombia las dinámicas electorales locales distan de las que se usan para la presidencia, es entendible, por el nivel de polarización, que surjan señalamientos por algún color político. Sin embargo, esto no puede ser una narrativa que se instale en Victoria. Ser de izquierda o de derecha no garantiza buenas ejecuciones o éxitos en gestión. Los matices políticos enriquecen el debate. Por el contrario, el desconocimiento del otro, por el simple hecho de pensar diferente, es lo que nos ha impedido, en este país de emociones tristes, tener grandes proyectos de nación.
Al vaivén de la carrera política, se lanzaron comentarios preocupantes o alarmantes. Lo más difícil de esta situación es que no presentaron pruebas contundentes a la opinión pública sobre las denuncias y tampoco se tuvieron respuestas satisfactorias por parte de las campañas. El camino por el que optaron algunos candidatos fue el discurso de víctima y sufrimiento. Los ciudadanos requieren de respuestas, no de reflexiones en redes sociales, para eso están los influencers que venden humo en Instagram.
La política puede ser un escenario de ilusiones, pero existe una gran diferencia entre persuadir y engañar. No puede ser visto con buenos ojos que todavía, la gran moneda de cambio de algunas campañas sea el otorgar un puesto en la alcaldía, en especial porque no hay cama pa´ tanta gente. El compromiso con la verdad y el aterrizaje de las expectativas de los votantes debería ser una constante.
Adenda I: Tal vez haya muchos aspectos para resaltar o analizar, pero en tiempos de comunicación digital, la extensión no lo permite.
Adenda II: A esta hora seguramente muchos pactos y compromisos estarán cerrados, pero en una campaña que se definirá por pocos apoyos, la clave podría estar en el voto de opinión, en el elector que toma su decisión en la urna. Cualquier esfuerzo de los candidatos para pasar del “QUE” al “COMO” es bienvenido. Además, deben pensar que con un censo electoral relativamente bajo y tantas opciones en la línea de partida, el ganador o ganadora será un alcalde por el que no hayan votado la mayoría de victorianos. Tarea difícil la que tendrá, porque el triunfador será -por lo menos al inicio- un mandatario impopular.
X: @AVargasDel