Opinion

¿Y el mea culpa ? *

Mientras que el alcalde de Manizales intenta desesperadamente, incluso con lágrimas y sollozos, levantar su imagen luego de la vergonzosa escena de Liberland y Mario Castaño y sus marionetas, se defienden en los estrados judiciales, la campaña para las elecciones de 2023 ya está en marcha y la turbiedad política entre la que nos movemos es gasolina para los que quieren ganar en las locales del año entrante.

En medio de esa política del péndulo, que ha sido característica de Colombia y América Latina en los últimos años, seguramente en las próximas elecciones habrá algunos cambios en el poder y como si fuera un eterno sube y baja, probablemente los escándalos y los descaches serán de otro color en el siguiente cuatrienio. Porque en el departamento siempre pasa mucho, pero no pasa nada. Se habla del desorden, la corrupción, el nepotismo y el clientelismo en las regiones de la costa Caribe, pero la realidad es que en Caldas también sufrimos, y de manera grave, de esos males. Nadie asume culpas, ni se responsabiliza de ello.

Por el escándalo de Castaño, muchos andan escondidos, intentando cambiar de piel para volver a la plaza pública en los próximos meses, a repetir discursos “veintejulieros” y a postear en redes que están en el “territorio”, con “vocación de servicio”, “conociendo las necesidades de los ciudadanos”, entre otras frases recurrentes del mercadeo electoral. Muchos de ellos levantaron la mano del exsenador liberal en elecciones previas, hablando de sus virtudes y de la idoneidad de este para llegar al Congreso. Probablemente ninguno será capaz de decir que se equivocó.

Y ni hablar de los jefes de la colectividad roja. La imagen de hombre fuerte, del dueño del poder en Colombia, solo le sirve a César Gaviria para sacar pecho en fotos con candidatos presidenciales, (de cualquier tinte) que cada cuatro años desfilan por su casa esperando su apoyo. Los discursos y el vibrato de Gaviria flaquean cuando se trata de asumir las culpas por la entrega de avales a personajes que nos han metido la mano a los bolsillos a todos, es decir, que se apropiaron de dineros públicos, como Mario Castaño.

Aunque en 2019 desde distintos frentes se advirtió que Carlos Mario Marín no era tan independiente como decía y que detrás tenía la sombra de Mauricio Lizcano para buscar la alcaldía de Manizales, el Partido Verde no escuchó y otorgó el aval. Hoy por hoy, cuando su gestión pasa con más pena que gloria y la indignación reina en la ciudad, ninguna figura de esa colectividad ha tomado la vocería para asumir el parte de culpa que les corresponde. Tampoco lo hará Lizcano, que es experto en camuflaje y ahora enarbola las banderas del cambio.

Parece que nadie conoce ni a Castaño, ni a Marín, ni a muchos tantos de esos círculos. No se escucha el mea culpa y cada vez serán más los silencios a las preguntas incómodas. A propósito de este escrito, intenté obtener la opinión de un exconcejal de Manizales, que en su momento apoyó al alcalde y aunque respondió el saludo a través de Instagram (cómo es usual y de manera muy amable) se quedó mudo cuando le pregunté qué pensaba del panorama de la ciudad. De eso hace más de una semana y mientras tanto, todos los días son recurrentes las stories y los reels en su perfil, en las que dice, entre otras cosas, que les da la cara a los ciudadanos.

Podría ser que se quedó sin internet para responderle a este ciudadano.

* Jairo Andrés Vargas D. – Comunicador Social y Periodista, especialista en Opinión Pública y Mercadeo Político de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Twitter: @AVargasDel

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