Opinion

Navidades trágicas, el fantasma de la violencia en el Oriente de Caldas *

Por el Oriente de Caldas pasaron las FARC al mando de alias Karina, las AUC lideradas por Ramón Isaza, se sembró coca debajo de los cafetales, se escondieron narcos de alto perfil y Policía y el Ejército también hicieron de las suyas. Aquello del “remanso de paz”, como ha nombrado la propaganda oficial a algunos municipios, ha sido solo un espejismo. Aunque hoy no se viven los grandes desplazamientos ocasionados por la guerrilla en las zonas de cordillera de Samaná o Pensilvania, ni es tan evidente el control territorial y social de los paras; la violencia, vestida de otras formas y motivos se sigue manteniendo.

A lo anterior hay que sumar el eterno tire y afloje entre las versiones oficiales y las que se escuchan o perciben en el territorio, en especial sobre la presencia de actividades ilícitas o grupos armados ilegales. Muestra de esto fue la investigación del periódico La Patria que su momento demostró que si había cultivos de coca en la frontera con Antioquia (contrario a lo sostenía la Gobernación de Caldas) o la incógnita de quiénes son los que atemorizan cada tanto a la población con grafitis alusivos a disidencias o los “neoparas”.

El Oriente no es ajeno a las dinámicas que han transformado el orden público en Colombia en las últimas décadas, de ser una región que producía (a una escala relativamente pequeña para el país) narcóticos, pasó a ser una zona consumidora de estupefacientes. El doloroso drama de salud pública que implica la adicción a la marihuana, la coca o el bazuco, especialmente en niños o jóvenes, se vive, se siente y se llora en los pueblos del Oriente, así muchas veces se pretenda esconder por los estigmas que se desprenden de la “moralidad”.

Datos de la Policía de Caldas, con corte al 20 de diciembre, muestran que a pesar de que la tendencia departamental de homicidios está en descenso (-11% vs 2021) en Pensilvania han crecido 350%, Manzanares 150% y La Dorada 6%. En Victoria, hasta el momento, las cifras son iguales a las de 2021. Norcasia, Marquetalia, Samaná y Marulanda presentan descensos de -33%, -50%, -75% y -100% respectivamente frente al año anterior.

El fenómeno del microtráfico y algunas acciones de las autoridades frente a este se hicieron notar en 2022. Decenas de hombres de la región pasarán la Navidad en la cárcel al ser capturados por tráfico de drogas ilegales. Otros fueron asesinados en los llamados ajustes de cuentas. Según la Policía, a nivel departamental, del total de homicidios presentados en las áreas urbanas, 17 se clasifican como “Ajuste Ilegal de Cuenta”, mientras que en el área rural esta misma cifra se ubicó en 16.

El fantasma de la violencia está ahí, escondido entre las montañas, en los valles cerca al Magdalena y hoy más que nunca, camina por las calles oscuras de los pueblos de la zona. Como siempre, este se alimenta de las angustiantes brechas sociales, la falta de oportunidades y debilidades propias de la condición humana.

* Jairo Andrés Vargas D. – Comunicador Social y Periodista, especialista en Opinión Pública y Mercadeo Político de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Twitter: @AVargasDel

Lo más visto

Subir