Opinion

Doble militancia *

La constitución Política (Ley de leyes) en su artículo 107, y la ley estatutaria 1475, prohíben en Colombia la pertenencia a más de un partido y restringe o circunscribe el respaldo de sus militantes a los que el partido avale, e incluso se determinan las condiciones mínimas para renunciar a un partido y poder aspirar por otro, lo que obliga incluso a la renuncia de su curul, ¡Ha situación problemática!

La asamblea constituyente de 1991 encargada de redactar la que sería nuestra nueva carta política, partió del principio de que el papel puede con todo, que describir, enunciar, dictar y obligar a través de artículos constitucionales las que deberían ser las condiciones para Colombia, sería más que suficiente para ofrecerle a la nación, un Estado liberal, democrático, garantista y pacífico.

Nuestra constitución es de lejos de las más extensas y prolíficas en el mundo en cuanto a derechos y deberes que como ciudadanos colombianos tenemos, pero es nuestro Estado también, y muy de lejos, uno de los más débiles institucionalmente.

Lo anterior para decir, que nuestra constitución a pesar de innumerables menciones del deber ser, describe y piensa un país muy diferente al que realmente tenemos.

De allí se desprenden situaciones jurídicas que contienen innumerables prohibiciones, las cuales tratan de contener excesos o posibles actos de corrupción, pero que son contrarias a la lógica.

Una de estas situaciones es la prohibición a los funcionarios públicos para hacer política, hecho natural a la condición de su ejercicio. En democracias menos vergonzantes y más sólidas como la estadounidense, incluso el Presidente es un actor bastante activo en todo tipo de campañas aun ejerciendo la titularidad de su cargo, por su puesto, esto excluye funcionario de entidades fiscalizadoras o de control.

Pero sin duda uno de los hechos de mayor debate cada dos años, con cada elección, es la doble militancia.

En un país donde los estatutos de los partidos son documentos meramente formales, donde los liberales votan como cualquier conservador, y un conservador no tienen problema en hacer alianza con alguien de izquierda, la doble militancia es absurda e innecesaria.

Claro que el fortalecimiento de los partidos es fundamental y requiere de disciplina partidista, pero cuando las realidades son otras, resulta injusto cohibir la militancia de los actores políticos, según la evolución, el dinamismo y la lógica política nacional.

Hace algunos meses vimos como en Caldas, el hoy elegido Representante a la Cámara Juan Sebastián Gómez, quien militaba en el partido de la U tuvo que renunciar a dicho partido, y con ello a su curul en la asamblea. Dicha renuncia obedeció a que, en la práctica y contrario a sus estatutos, el Partido de la U giro ideológicamente cerrando puertas a diferentes y progresistas formas de pensar, pero, además, localmente cercenaba las posibilidades de reclamar nuevos espacios en la política nacional. De allí que Juan Sebastián no solo tuvo que renunciar a su militancia, sino a la curul que él y su estructura habían conseguido, cediéndole dicho espacio a una estructura política, aun cuando del mismo partido, radicalmente diferente en cuanto a las formas y las maneras de ejercer la democracia.

En ese mismo partido, el Senador Roy Barreras también se vio en la necesidad de renunciar, justificando su decisión, en la necesaria defensa de los acuerdos de paz, a la que los congresistas de la U se habían comprometido inicialmente, pero que, tentados por la mermelada de Duque, faltaron a sus acuerdos e ideologías girando radicalmente a posiciones muy contrarias a las inicialmente establecidas, tratando así de complacer al Gobierno de turno volviendo trizas los acuerdos de paz.

Sin embargo. con mayor figuración nacional, mayor poder y visibilidad, el Senador Barreras no tuvo que renunciar a su curul, logro movilizar sus intereses, logrando que dicho partido lo expulsara, un camino con el cual podría entonces aspirar por cualquier otro partido sin renunciar a su curul, como evidentemente sucedió. Permitiéndole así aspirar por el Pacto Histórico, y sin renunciar, será posesionado el próximo 20 de julio como miembro del nuevo congreso, y tal vez como nuevo presidente del Senado por parte del sector Petrista.

Los partidos políticos en Colombia requieren de una nueva reingeniería, nuestra democracia debe ser fortalecida, pero no bajo normas sin apego por las realidades; con el nuevo congreso, deberá tramitarse una nueva reforma política, la cual deberá ser radicada el primer mes de sesiones, y allí deberá permitirse no solo el transfuguismo, sino el ejercicio pleno de derechos democráticos y políticos, como aquel que permite la designación de congresistas o magistrados como miembros del alto gobierno.

Es hora de que la política nacional deje de ser vergonzante y facilite los liderazgos ya afianzados, pero también facilite los liderazgos emergentes, en este país el secuestro político es legal y con él, el chantaje de los caciques y barones electorales para con sus militantes. Mientras que un congresista o presidente de partido vota y actúa como se le venga en gana, concejales, diputados y militantes en general, son presos de las incoherentes decisiones de sus líderes y de las volteretas ideológicas de sus partidos.

* Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

Twitter: @AlejandroLSFD

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