Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
Antes del 04 de agosto de 2020 muy pocos se imaginaron en Colombia que el Expresidente Álvaro Uribe Vélez podía ser llevado preso por la Justicia Nacional, sin embargo, en esa fecha la Corte Suprema de Justicia profirió una orden de captura contra el expresidente, la cual se haría efectiva el 12 de agosto con la reseña #1087985.
Como se esperaba, y buscando un trato mucho más laxo, y según algunos, menos objetivo, renuncio a su curul en el Senado, buscando con ello que el alto tribunal que profirió la orden de captura, perdiera competencias en el caso de estudio y pasara la investigación a la Fiscalía General de la Nación. Como ocurrió, la Fiscalía no solo asumió competencias sobre el expediente, sino que encontró razones para otorgarle la libertad.
De lejos el Fiscal General de la Nación, no solo tiene probada cercanía con el actual presidente Iván Duque, como la mayoría de las relaciones entre fiscales y presidentes por cuenta de la perversa formula de elección al mencionado cargo, lo que ocasiono que la decisión en el caso Uribe dejara la sensación de favorecimiento al indiciado.
Imaginémonos por un momento que como lo indican las encuestas Petro, o algún candidato del centro como Camilo Romero, Juan Manuel Galán o alguno de los que no se han mostrado tan cercanos al expresidente ganara las elecciones, y que por cuenta de la fórmula de elección del fiscal, llegara un abogado que quisiera cambiar la dirección del proceso contra el expresidente, y este fuera llevado a prisión.
Si usted fuera el expresidente, y ve esta amenaza, ¿no utilizaría todo su poder e influencia para evitar dicha situación? inclusive y ante la actual coyuntura no recomendaría la conmoción interior como alternativa para recuperar algo de poder por parte de su aliado en la Presidencia, y de esta manera sacar vía decreto o a través de contratación, herramientas que faciliten la victoria en las presidenciales de un nuevo aliado.
Son hipótesis para algunos bastante descabelladas, pero que hoy hacen parte de las mesas de discusión de algunos analistas.
Es increíble la posición del actual gobierno, salvo que se entendiera, que dicho comportamiento solo obedece a instrucciones nacidas por fuera del palacio, que pretenden todo menos conciliar con los manifestantes, y en cambio aplazar las mesas de negociación con el fin de generar oposición ciudadana a los manifestantes, por cuenta del desabastecimiento ocasionado por los bloqueos, y tal vez con ello debilitar políticamente a los aliados políticos de los manifestantes.
Dicha estrategia tiene un inconveniente en su efectividad, la oposición de la comunidad internacional, y la falta de comprensión del origen del inconformismo.
Desde la ONU y la OEA, hasta diferentes gobiernos e influyentes miembros del partido de gobierno del actual presidente estadounidense, se han pronunciado en contra de las aberrantes estrategias de contención de la policía, socavando la imagen de Duque en el contexto mundial, pues han sido acompañadas de bastos reportes de periódicos a nivel mundial.
Y solo faltaría la cereza en el pastel en esta bizarra situación, militarizar las ciudades es un error garrafal. Si la policía con su entrenamiento para contener disturbios se excede, imagínense un joven soldado, que solo fue entrenado para apuntar y disparar, se llegase a encontrar en situación de alteración frente a una turba de manifestantes; de seguro la adrenalina lo empujaría a disparar su única arma de dotación, un fusil. Y allí, justo allí, acaba el Gobierno de Duque, y con el parte de la institucionalidad del país.
La militarización como error estratégico para contener los disturbios, y la permisiva actuación de un gobierno influenciado por quien ve amenazada su libertad, es lo que hoy impide generar espacios que faciliten la discusión con los manifestantes que reclaman legítimas e históricas peticiones.
Estamos ante una situación de grave riesgo social, y latente amenaza institucional, justo en manos del menos preparado presidente en toda la historia republicana de Colombia.
Twitter: @AlejandroLSFD

