Opinion

JAPIBERDI ¡PENSILVANIA! (Quinta parte)

Por: Mario Arias Gómez.

Abreviada vida -la nuestra- que, cercada de estropeados laureles de efímeras glorias pasajeras, insepultas, se apaga lenta, ineluctablemente por cuenta de la ‘huesuda’ que empuñando la mortífera guadaña, nos resopla en la nuca, revestida con el estremecedor, invisible, traicionero COVI-19, que aunado a los perseverantes, tremebundos achaques de la humillante, inflexible vejez, hacen que agachemos -resignados- la cabeza, musitando al ‘de arriba’: que se cumpla su voluntad y no la nuestra.

Derivas de la inexorable sentencia que reza: ‘nada es para siempre, todo tendrá que acabarse, irreversiblemente, algún día’. Certeza que concita esta crónica revivida por este errante peregrino salido del tantas veces aludido, ‘pedacito de cielo’, copartícipe de este fausto recuento de inenarrables soñolencias, que la magia de la fantasía, permite -en un abrir y cerrar de ojos- recrear y evocar los frugales, amores y desamores, cosidos a las trampas que el destino nos reservó y tendió, sin declararnos jamás vencidos por anticipado.

Nutrido pasado, inmerso en el inexorable e imperceptible paso del tiempo, que culmina con el lánguido atardecer, presente en el autobiográfico arqueo precedente. Trasegar que va rumbo a la oscuridad infinita del más allá. Remembranzas que fueron brújula y luz en tiempos umbríos, forzadas a hundirse, a sumirse en la indiferencia del olvido.

Sueños que fueron solo eso, sueños que el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, -neurólogo austríaco-, descifró con académica, refinada lucidez en la ‘La interpretación de los sueños’ (1900), determinando que “son impulsos eléctricos cerebrales que extraen imágenes aleatorias de los recuerdos que construyen un mundo paralelo a la realidad; curiosas ‘historias’ eventualmente ciertas”.

Siempre ha sido, es y será un deleite indecible, inexpresable, regresar al terruño amado, ¡PENSILVANIA!, a disfrutar de su cálida temperatura, repito, de ‘mejilla de novia’; a regocijarse con los cautivantes, embriagantes, exuberantes paisajes; con la multiplicidad de matices de verdes; recrearse con la endémica, multicolor flora y fauna; las incontables especies de coloreados pájaros; regocijarse con la calidez, hospitalidad de la gente, todo lo cual enajena el espíritu, encandilan el alma, la vista.

Ansioso retorno en que contemplamos, extasiados, el remozado álbum de las hermosas mujeres -de embeleso- de antaño y hogaño; paladeamos, saboreamos los efluvios emanados de la cocina de la abuela, impregnados con el inconfundible sabor a leña -como para chuparse los dedos-; degustamos los dulces caseros de la infancia; las frutas del fértil, pródigo campo; fraternizamos con aldeanos, campesinos emprendedores.

Nos regocijamos con rutilantes rostros -citadinos y rurales-, frescos, alegres, limpios, optimistas, sin arrugas, con combinadas expresiones, surtidas expectativas de vida; con la energía para labrar con sus callosas, honradas manos, el futuro de la progenie.

Amarillentas, apolilladas, empolvadas, soleadas recordaciones, arrumadas en el baúl de las antañonas nostalgias -compañeras permanentes de viaje-, que salen incólumes a vagabundear conmigo -vaya donde vaya-, a derrochar cada paso dado o desandado; camino recorrido; serrallo de carretera visitado, surtido de odaliscas de barra o suripantas prepagos de fábula, de ligeras tangas.

Itinerario en que, a la vera del camino, también aparecen otros decadentes, degradados, desdentados, histéricos transeúntes -sin rumbo-; habitantes de la calle de la amargura, marginados, excluidos, que cargan a cuestas el sombrío destino de la angustia, el martirio, la soledad, reflejadas en sus ajadas, cansadas, curtidas caras. Oprimidos de miradas tristes, prueba fehaciente, irrefutable del desasosiego, desesperanza que carcome sus espíritus; sea cual sea el lugar o situación (socio-histórica) que vivan, retratados por ‘Los Miserables’ (1862), novela cumbre del poeta y escritor francés, Víctor Hugo. 

Novelescas semblanzas, tragedias shakespearenas, propias de un tragicómico mundo de espanto -que es ancho y ajeno-, que a muchos les tocó en su mala suerte. Los primeros: afortunados, predestinados, satisfechos, suertudos, triunfantes, agradecidos con la vida. Los segundos -para contraste-, agridulces, solitarios, vecinos del congestionado, inflamado, irritado mundo de los abatidos, los burlados, desposeídos, despreciados, traicionados; llorosos por el agrio, áspero ultraje social. Odio, ira manifiestas en sus marchitos semblantes de horror y pánico, producto de la ácida, amarga fatalidad, rabia, rencor, resentimiento incontenibles; al acre, amorfo, destructor deseo de venganza.

En esta hora postrera, en que el sol poniente se esconde detrás de Morrón, para incendiar el horizonte y desaparecer luego, recojo las velas amarradas a las vergas que reciben el viento que impela la nave de los canturreados recuerdos; apago el mechón que alumbró esta épica locura de añorar, desnudar, develar las nostalgias recreadas en esta memorable fecha aniversaria, no sin reconocer que es demasiado tarde para persistir seguir siendo jóvenes, aceptando -por tanto- la condición de mueble viejo -del que hablara López Michelsen-, condenado a ocupar  -sumiso-, el ornamental papel de todo florero o jarrón chino.

Como sobremesa -para terminar- presto de la Madre Teresa de Calcuta, la siguiente admonición que de corazón dedico a los amables, resignados lectores:

Siempre ten presente que: La piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años, pero lo importante no cambia. Tu fuerza y tu convicción no tienen edad. Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña. Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida; detrás de cada logro, hay otro desafío. Mientras estés vivo, siéntete vivo; si extrañas lo bueno que hacías, vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas, sigue, aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que, en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota; cuando no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar, usa el bastón, pero nunca te detengas”.

FELICE ANIVERSARIO, ¡PENSILVANIA! – BUON COMPLEANNO. SALUTE

Pensilvania, 03 de febrero de 2021

http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30

https://youtu.be/6TxjxA-wfV4

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