Por: José Oscar González Hernández. Se desempeñó como alcalde de Pensilvania, Diputado a la Asamblea de Caldas, Personero de Manizales.
A mediados de la semana pasada, el país jurídico y obviamente el país político y nacional fue sacudido con una sentencia de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia que fallaba una tutela que se había presentado por varias organizaciones sociales y de justicia sobre los hechos sucedidos en las revueltas del 19 de noviembre del año pasado.
Mirando lo que se ha publicado sobre dicha sentencia nos encontramos con este planteamiento: ”y cuantos esos fenómenos y muchos otros, a contrapelo del pensamiento universalmente aceptado o impuesto, significan y trascienden hoy, como elementos estructurales, para preservar la libertad de expresión y para remover toda forma que obstruya el pensamiento y el deseo de manifestarse pacíficamente por los cauces democráticos.” Lo subrayado es mío. Quise subrayar esta última parte en donde las autoridades, con la policía y otros órganos de control, protegen a los manifestantes; en eso estamos de acuerdo todos. Pero viene el meollo del problema. Últimamente todas las manifestaciones terminan en desórdenes y asonadas y en donde el primer damnificado es el ciudadano común y corriente que no está participando de la marcha.
Como consecuencia de los desórdenes vienen los desmanes y vemos una turba amaestrada no sólo ofendiendo verbalmente a los policiales, sino agrediéndolos con palos y piedras y como parte final del libreto vienen los cocteles molotov y papas bombas contra los protectores del orden.
Me ha dado tristeza ver la cacería de brujas de los altos mandos de la policía mirando con lupa todo lo que se publique en las redes en contra de la policía y salir a decir en los medios que los van a castigar; creo yo, porque los policiales no se dejaron matar. Que dilema tan verraco para los uniformados: Si hacen lo que quieren los generales en los micrófonos los matan; y si se defienden los espera la justicia de las redes sociales y los sancionan los reglamentos. La policía nacional debe dejar la hipocresía; lleve a sus hombres a que los masacren en las marchas y verán que voluntarios no les resulta.
El otro tema importante fue la orden de la misma Sala Civil en donde le ordenan al ministro de Defensa pedir disculpas al país por los hechos sucedidos ese 19 de noviembre.
Qué triste espectáculo vimos cuando patrocinado por el señor Presidente el ministro comenzó a buscar una jugadita para no cumplir el fallo. Les recuerdo a las autoridades que los fallos de la rama judicial se cumplen a rajatabla. Si no está de acuerdo con ellos, agota los recursos que la ley le provee y punto; pero eso de sacar disculpas no está bien. Al cumplir un fallo lo primero que se hace es respetar el estado de derecho y de contera la independencia de poderes. Estamos esperando que van a decir los magistrados si el ministro cumplió o no cumplió una de las órdenes del fallo. No me imagino si en la Sala Civil de la Corte aceptan un incidente de desacato sobre dicha actuación, sería una catástrofe.
Esperamos que se cumpla el fallo de tutela y nos digan cómo nos debemos comportar en las marchas sociales. Que difícil será.
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