Por: Hernando Arango Monedero, empresario, ingeniero y abogado. Se desempeñó como Representante a la Cámara, Alcalde de Manizales y Director General del SENA.
Definitivamente el Covid 19 no podía llegar sólo, sin que los sabios de siempre en nuestra política dieran muestras de su capacidad y experiencia en estos asuntos. Faltaba más! Lo cierto es que ha sido así, bástenos mirar las actitudes de algunos de los sabios con los que cuenta nuestra Colombia.
En un primer término, está doña Claudia López, la alcaldesa de Bogotá, quien, de manera muy didáctica, hay que reconocerlo, dedicó los primeros días de la emergencia a mostrarnos la forma en la que ella, sin contar con nadie más, iba a salvar a los bogotanos de esta pandemia. Todas sus medidas estaban encaminadas a eliminar ese mal en el término de la distancia, razón por la cual determinó un “simulacro” de confinamiento de los ciudadanos durante 4 días, que luego fueron 5. ¿Eso sería suficiente? Parece que no, según ella misma pudo constatar, a más de entender que el asunto no era sólo parar, ya que muchos alimentos llegarían a la Central de Abastos y, si nadie salía comprarlos, se perderían. Paralelamente, muchos servicios en la ciudad no podían obviarse, ya que se tendrían graves consecuencias. Después de que saltaran una serie de consideraciones a ser tenidas en cuenta, los ajustes permitieron hacer el tal simulacro. No faltaron los “vivos” de siempre, adelantados a todos y en todo, que creyeron que el asunto sería un juego y que podían sacar ventajas escapando de la ciudad. Vivos, como es evidente.
Más adelante la Alcalde muy didácticamente le explicó al país, no solamente a los bogotanos, que era necesario un aislamiento que permitiera detener el crecimiento del ataque del virus hasta tanto la capacidad médica fuera suficiente para enfrentar la pandemia y sus peores efectos. Claro está que la carga de la salud recaería en el Presidente, de quien demandó premura en la solución de este cuello de botella. De paso, nos anunció que deberíamos estar en confinamiento al menos tres meses. Claro está, los problemas derivados de todo esto y de esa larga abstinencia no serían de su cargo, para eso hay Presidente, no faltaba más, para eso está él. De todas esas conferencias y exposiciones de la señora Alcalde, muchos quedaron con la impresión de que el Presidente iba atrás de la bandera que la López izaba, pero esos muchos olvidan que mientras Claudia hablaba, el Presidente hacía lo que había que hacer para que el resto de Colombia, incluidos los bogotanos, pudiéramos superar estos días padeciendo los efectos de la cuarentena de la mejor manera, no sin asegurar que habría muchos que necesitarían de una gran asistencia de parte del Estado. Pero no, para la López bastaría con no cobrar el agua y la energía dos meses, cosa que posteriormente cambió por la financiación a largo plazo de esos costos. Claudia no lo ha hecho mal, es de reconocer, pero si se ha ido de la boca, con lo que ha buscado obtener para sí réditos y olvidando que ella no está sola en esto, ni sola saldrá avante.
Otros más inteligentes, como el alcalde de Manizales, seguramente asesorado por el comandante de Policía, decidió restringir la salida diaria a hacer compras a un tercio de los pobladores de la ciudad, y paralelamente restringió los horarios para hacer las compras. Al evitar aglomeraciones en supermercados con la restricción de salida, aumentó la aglomeración al reducir los horarios de atención a la mitad cada día. Borró con el codo lo que hizo con la mano.
Pero como si en los alcaldes hubo genios, el sumun de la inteligencia si se la llevaron los magistrados de la Corte Constitucional quienes, en un arranque de inspiración, solicitaron a la presidencia las pruebas de los hechos que dieron fundamento al Presidente para decretar la emergencia y sustentar los decretos expedidos. Bueno, en la Corte pensar da dolor de cabeza y eso podría ser confundido en esta época con un síntoma de coronavirus a lo que ellos esperan escapar indemnes.
De destacar, por recursivo y acertado el alcalde Soacha, quien solicitó a sus conciudadanos poner un trapo rojo en la puerta de sus casas en caso de requerir asistencia por enfermedad o por carencia de alimentos, con lo que sus vecinos o la Administración Municipal acudirían en su auxilio. Bien por eso, simple y efectivo.
Lo cierto, y para finalizar por ahora, los ecologistas han salido a proclamar que esta pandemia tiene origen en los problemas derivados del abuso que hemos hecho del planeta. A ellos hay que decirles que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y que si su teoría fuera cierta, lo habría sido en la Roma antigua con la Peste Antonina o con la Gripa China de hace un siglo, con un mundo ecológicamente más sano, no quepa duda.
Será que luego veremos el cómo la política barata usa esto como carnada atractiva a muchos.
Manizales, abril del año de la Peste.