Por: Hernando Arango Monedero, empresario, ingeniero y abogado. Se desempeñó como Representante a la Cámara, Alcalde de Manizales y Director General del SENA.
Y de tanto manosear el término democracia, acabamos por usarlo mal, razón por la cual a cualquier manifestación ciudadana se le agrega el calificativo de democrática. Desde luego que no importa si la manifestación proviene de un solo sector de la sociedad, pero el término se usa para darle visos de participación de todos los ciudadanos.
Es así como, por ejemplo, FECODE llama a sus afiliados a manifestarse por algo que en su infinita apetencia quieren se les conceda. Desde luego que a esa petición le agregan el término democrático y pretenden hacer creer que con ellos encuentran las mayorías de la sociedad, cosa que, desde luego, es bien lejana.
Y en esas estamos ahora. Las tales marchas son democráticas. Muy seguramente son una expresión de la libertad que el sistema democrático nos concede, cosa que los sistemas totalitarios niegan Y decimos que ahora, en Colombia estamos ante una expresión de la democracia, en la que algunos se adjudican representaciones que en estricto no poseen y demandan se proceda que los poderes legítimamente constituidos actúen, concedan o cambien a conveniencia de los manifestantes. Y hablan del respaldo de mayorías que han salido a marchar o se manifiestan con cacerolazos, mayorías que están por ver y son bien lejanas a la realidad. Veamos: Colombia tiene 48 millones de habitantes. De estos habitantes, el 30% son menores de edad. Nos quedan así aproximadamente 35 millones de ciudadanos mayores de edad. A las concentraciones del 21 de noviembre pudieron acudir, en gracia de discusión y pensando en grande, no más de un millón de personas y eso para darles gusto a quienes dijeron que acudieron “millones” de ciudadanos. Veamos el porqué. En Bogotá se llenó la plaza de Bolívar: 70.000 personas. No llegaron dos, quizás tres y hasta cuatro manifestaciones iguales. Eso nos daría que ese día en Bogotá salieron a marchar 350 mil personas. En Medellín salieron 10 a 15 mil personas. Cifra ésta que pudo ser cercana en Cali y Barranquilla. Aceptemos que en 10 ciudades intermedias salieron en cada una 5 mil personas. Y agreguemos que en otras 20 poblaciones salieron 2 o 3 mil personas. Así tenemos que Bogotá aportó 350 mil; Cali, Medellín y Barranquilla 45 mil; en 10 ciudades intermedias 50 mil personas; en 20 otras poblaciones 60 mil personas. Así, tenemos en total 505 mil personas. Para legar al millón falta mucho. Ah, dirán algunos, faltaron los que no pudieron salir por alguna razón. Bueno, agreguemos tantos manifestantes como para alcanzar el millón.
Finalmente, de 35 millones de colombianos, el 3% salió a manifestarse, es decir un millón de colombianos. Y ese millón de colombianos, a los que los representan FECODE, UTC, GTC, CTC, los Indígenas, los estudiantes, claman por algunas figuras que las más de las veces ni entienden. No a la reforma pensional. Es claro que eso es un problema sobre todo para FECODE en donde pueden alcanzar sus jubilaciones y seguir laborando. Claro, ninguno de ellos mira hacia adelante para entender que, a la vuelta de unos años, no podrá en Estado pagar esas pensiones tal y como hoy están establecidas. Hay que hacer algo y a eso tiene que prestarle atención el país entero. Que no haya reforma laboral, pues bueno. Resulta que el mundo, dadas las especializaciones que los profesionales vienen desarrollando, se trabajará por horas. Ese trabajo por horas es claramente sectorizado y se aporta para seguridad social y pensiones. Que no haya reforma tributaria es una solución increíble, máxime cuando las peticiones quieren mayores recursos para diversas áreas del quehacer como son la educación y la salud. De donde saldrán los recursos? Sindéresis mental les falta, no queda duda. Que haya más empleo es un clamor. Y la pregunta es: quien crea empleo? A quién hay que llamar para que ese empleo sea creado? Bueno es que se sepa que muchas empresas transnacionales que tuvieron sede en Colombia, han emigrado a otros países ante la carga tributaria en Colombia. Ese empleo se perdió aquí y se creó por fuera, en Brasil o en Méjico. Guillette y Mazda son ejemplos. Imprimir billetes no es la solución.
Es bueno insistir que la democracia tiene canales establecidos y son ellos los de las corporaciones como Senado, Cámara y demás, no estas “manifestaciones mayoritarias” y desordenadas en las que, los más, pescan en rio revuelto.
Manizales, diciembre de 2.019.
