Por: Hernando Arango Monedero, empresario, ingeniero y abogado. Se desempeñó como Representante a la Cámara, Alcalde de Manizales y Director General del SENA.
04 octubre 2019
Como derivado del “dosier” presentado por el presidente Duque en la ONU, en el que verdaderamente hubo ligerezas, por no decir irresponsabilidades de los que lo prepararon, los comentaristas de la prensa se solazan criticando las fotografías que se incluyeron allí. Fotografías que quizás no tengan una fecha reciente, que quizás no tienen una adecuada referencia geográfica del lugar en el que fueron captadas. Sobre ellas, se ha centrado toda la diatriba y nada más de ellas ha importado. ¿Acaso el contenido de las tales imágenes es baladí? Todo parece indicarlo para ellos. Los criminales que allí aparecen, jugando a la rueda rueda con niños, para nada importan. No! Lo que importa es que no son recientes; lo que importa es que captan imágenes de sitios diferentes de los que se dice son su origen. Da pesar la dimensión humana de nuestros periodistas y críticos de ocasión. Ellos llenan su alma con el vestido inadecuado de la primera dama o con estas quisicosas, pero lo esencial, lo de peso, lo que importa, realmente no!
Y la semana también nos trajo el problema de la suspensión de las licencias de conducción para los infractores de las normas de tránsito. Ahora, a levantar las sanciones y que siga la veleta. Aquí podemos hacer lo que nos viene en gana que nada pasará. El líder del llamado al paro, sólo debe como siete millones en multas por sus infracciones. Vaya bobada y de líder. Y el caos en las vías puede continuar porque podemos conducir nuestros vehículos como queramos, estacionar en donde nos provoque, hacer giros indebidos y demás. La seguridad vial poco importa. Reflexionemos: la seguridad en las vías depende de la disciplina al conducir.
Ahora, los desórdenes, que no estudiantiles, siguen orquestados por los de siempre, por los criminales expertos en estos temas y que cada vez se manifiestan con mayor vehemencia sin que les importen las vidas y bienes que sus actos amenazan, ofenden y destruyen. Si son aprehendidos, algún juez los suelta. Tranquilos, a pedido de las masas, ahora, el ESMAD no podrá entrar a controlarlos. El espacio es para ellos y sus expresiones criminales. A propósito: ¿Por qué será que, a cada rato, en la calle 72 de Bogotá, en frente de la Universidad Pedagógica se presentan estas manifestaciones? ¿Qué tiene que ver la Universidad con estos criminales? Bueno, allí se refugian. Ah! Allí se preparan los docentes para los colegios y escuelas del país. Vaya! Igual sucede al final de la avenida Circunvalar, en la Universidad Distrital. ¿Raro, no? ¿Y de la educación qué?
Para rematar, la señora Merlano, muestra en pequeño de lo que en algunos lugares del país se realiza cada que llegan las elecciones, ella sí condenada a 15 años de prisión por tan “pías” prácticas, se escapó. Todo bien arreglado. Medidas de vigilancia laxas como generalmente vemos de parte del INPEC, por razón de la “calidad” del condenado y que dan lugar a estas cosas. Ahora, para solucionar el problema, acabaremos con el INPEC y crearemos un organismo igual, pero distinto. Tendrá los mismos ochenta y tantos sindicatos, los que alegarán que sus dirigentes no trabajan por realizar acciones propias al organismo. 400 o 500 vagos tendrán esa calidad de “dirigentes” y no trabajarán. Y que siga la veleta.
Anuncio clasificado: “Se vende sofá. Así ya no habrá infidelidades.
Y, por último: ¿Que hacemos los ciudadanos ante lo que se sucede en el país? Sobre esto sí que cabe una buena reflexión, dado que las políticas que se desarrollan en todas las áreas del quehacer ciudadano son de nuestro interés, interés que parece tenemos olvidado y por el que no hacemos nada porque es asunto de los políticos. Ya es hora de que tomemos partido. Ya es hora de que elijamos buenos representantes nuestros en las diversas corporaciones públicas, nuestros alcaldes y gobernadores. Es hora de que seamos parte determinante de ese quehacer de la política. Allí, las universidades, son las llamadas a captar esas propuestas de la ciudadanía. Ellas deben ordenar ese pensamiento, moderarlo y plasmarlo en propuestas para ser entregadas a los representantes en las corporaciones públicas pertinentes. Ese debe ser el gran alcance que deben tener las universidades, bien lejos de lo que hoy por hoy algunas nos muestran.