Opinion

EDUCACION

Por: Hernando Arango Monedero, Ingeniero y abogado, empresario, exrepresentante a la cámara, exalcalde de Manizales y Director General del SENA.

09 noviembre 2018

No podemos decir si es el tema de moda o, simplemente, establecer que es un tema que no pasa ni podrá pasar de moda. Lo cierto es que de esto se han ocupado periódicamente los mal llamados maestros de FECODE pero, no para actualizar sus métodos sino para actualizar sus peticiones salariales y para obtener otras ventajas laborales, cosas que denominan, sin reato, como “Defensa de la Educación”. Por supuesto, ello sin que les importen sus alumnos y el ejemplo que con sus manifestaciones y acciones esparcen.

Pero la educación, como tal, parece estar relegada a un último lugar en la escala de valores de nuestra sociedad y, hay que decirlo, no sólo del Estado. Esto lo podemos constatar al observar la conducta de los padres de familia quienes, si acaso, y por excepción, se ocupan de lo que como enseñanzas reciben sus hijos. Y no es únicamente en una determinada escala social; No! En todos los órdenes. Y, el motivo, si a ello se le puede llamar motivo, es la falta de tiempo, el trabajo y, si se confiesa, lo aburrido que resulta ir a reuniones de padres de familia o a averiguar por el desarrollo del hijo, su comportamiento y aprovechamiento.

Como resultado de lo anterior, los maestros, que dicen llamarse así, hacen a su antojo y sólo se preocupan por lo que a ellos les toca, y como es un oficio para muchos, no una vocación, las preocupaciones se reducen a la “hora tiza”, o TLT, que en otras palabras es tiza- lengua- tablero, únicas expresiones que caben dentro del desarrollo de la actividad que les ocupa. De tal manera que la Educación, así, con mayúscula, no va en el pensamiento de ellos y menos como una actividad que lleve a volcar verdaderas enseñanzas en los que a su cargo están, de tal manera que puedan fructificar en ellos y convertirles en ciudadanos integrales. La verdad, quedan pocos, muy pocos Maestros.

El mundo, en otras latitudes, con la actividad de verdaderos Maestros, ha creado otras metodologías para la educación; concepciones que permiten a los educandos desarrollar su intelecto y los orienta a debatir con criterios y fundamentos ciertos y a interiorizar las enseñanzas como conclusiones que tienen asideros tangibles para sus vidas. Cosa diferente lo que vivimos entre nosotros, en donde todo se reduce a releer o memorizar lo que se ha plasmado en un libro y con eso se habrá cumplido la tarea dada para una hora o para un año lectivo. Y, de allí, y sólo de allí, de eso, salen los reclamos que el sindicalismo de ese sector denomina “defensa de la educación”.

Y la Universidad, como continuación de la “pedagogía” que de la enseñanza primaria y secundaria, arrastra, porque en realidad arrastra el lastre de lo que en esas aulas se inculcó, lleva a que los estudiantes en las universidades mantengan la pereza por la investigación, por la deducción y por la conclusión en las diversas áreas por las que transitan. Desde luego que en la Universidad se eterniza el sistema de las etapas de la enseñanza anterior, de lo que no se escapan alumnos ni profesores. Allí también se observa el incesto intelectual, cuando el profesor es el alumno recién graduado que repite para otros lo que aprendió en sus primeros años y que relee en el libro. Igual, el profesor que no ha trasegado por el ejercicio profesional y no se atreve al debate con sus alumnos ante la carencia de fundamentos vividos que le permitan orientarlos.

Es cierto, las universidades se han preocupado últimamente en vincular profesionales con mayores estudios y profundización en las materias que ponen a su cargo, pero, aun así, el debate que lleve a enriquecer el conocimiento no se da. ¡Se le teme!

Igualmente, la Universidad rehúye ser el centro del debate de los temas nacionales. Por eso no concita, no atrae, no invita a que sea en sus aulas en donde se realice la confrontación de las ideas, se establezcan los lineamientos para que las políticas se fundamenten y de allí nazcan las soluciones. Bueno será que a la par que se exigen recursos para desarrollos de infraestructura, laboratorios, investigación y docentes, se lance la universidad a formar profesionales con capacidad de argumentar, crear y proponer nuevas ideas y vías para el desarrollo del país.

No vive un país de innovaciones tecnológicas únicamente. Si vive más un país de innovaciones e ideas transformadoras desde el punto de vista de lo social y la universidad está en mora de ser el centro de esos desarrollos.

Manizales, octubre 31 de 2018.

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