Por: Mario Arias Gómez
El apabullante engaño que para Colombia representó el autàrquico, caótico, caprichoso, energúmeno, inescrupuloso, soberbio habla-mierda -con delirios de grandeza, que se cree infalible-; roedor, desnortado, sin brújula, cuya ausencia de diálogo, soez importaculismo lo hacen responsable del desorden, violencia, zozobra que padece el país; mamarracho que solo genera desconfianza, incertidumbre, inestabilidad en todos los campos y sectores gremiales, mercados, especialmente los internacionales.
Hecatombe avivada por el empecinamiento, afán del amnistiado, diabólico exguerrillero en imponer la agenda internacional y el soterrado propósito de convertirse en vocero y/o líder latinoamericano, y reelegirse, perpetuarse en el poder, per se o en cuerpo ajeno en lo local, utilizando al respecto como punta de lanza, sofisma de distracción, la ‘paz total’, gasolina que aviva el incendio en que hoy vivimos los colombianos, el infierno en que están convertidos los departamentos de Arauca, Cauca, Valle, Chocó, Santander del Norte, Catatumbo, parte de Antioquia, donde imperan el ELN; las disidencias de las FARC; el Clan del Golfo; las Fuerzas Gaitanistas de Colombia; la delincuencia de todos los pelambres, y un largo etcétera
Criminalidad organizada -retaguardia política que lo aplaude- que, con la corrupción, trituraron la institucionalidad del desvencijado, pisoteado país, al borde hoy del abismo, la inviabilidad, transfigurado en un fétido gallinero, sin que el compulsivo adicto, disparatado, enfermizo pajarraco, le importe un carajo la suerte de los millones de compatriotas -de todos los estratos- que, junto a la humillada, ofendida, vejada dirigencia nacional -tachada de oligárquica- reprochan -con dolor de patria- sus desafueros, despropósitos.
Hazmerreír latinoamericano por el que siento vergüenza ajena, y provoca un mea culpa -que no me canso de lamentar, reprocharme, luego de haber cometido el pecado -confieso- de haberlo ayudado -equivocadamente- a elegir, máxime ahora que acaba de perpetrar el atrevido, descabezado, imprudente acto de retar en la madrugada del domingo 20 de enero, en estado de inconsciencia -léase ‘trabado’- según Pablo Felipe Robledo (exsuperintendente de Industria y Comercio) en su columna del Espectador (29/01/2025), al comandante en jefe de la primera potencia del hemisferio, desafío que provocó -al halcón gringo- la inimaginada crisis diplomática, económica y política -sin precedentes-, que amenazó (amenaza aún) con explosionar la economía de la nación, como la tranquilidad ciudadana.
Desconectado, impresentable, insolente ‘Maburro criollo’, real, verdadera amenaza de Colombia, crisis que empezó por autorizar en medio de la euforia de la susodicha ‘traba’ el aterrizaje de los dos aviones militares con connacionales deportados, a los que había autorizado recibir con «banderas y flores», procediendo al poco rato a desdecirse -en medio de la resaca- al desautorizarlo, poniendo en ascuas al país, al punto que a las pocas horas, sus subalternos -en tono plañidero- lo incitaron -ante la gravedad del hecho- a agachar -cobarde, humillantemente- la cabeza, volviendo las aguas a su cauce (temporalmente, póngale la firma).
Lavada de manos consistente en el cuentazo de que no iba a permitir que sus mal gobernados compatriotas fueran deportados esposados y encadenados cual terroristas; rectificación que no enmendó el irreparable daño -repito- causado, cuyas imprevisibles consecuencias se verán a futuro, y el chantajeado Gobierno con tarjeta amarilla.
En cambio, ante circunstancias similares, la sensata presidenta de Méjico, Claudia Sheinbaum y el cuerdo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, reaccionaron, no en la forma primaria de la garrapata mediática en comento, sino con sendas notas diplomáticas de protesta a Washington (lo único que correspondía); lección a quien personifica la conducta propia de regímenes (criminales) de caudillos autoteístas, similares en el mundo. Dijo -al respecto- Ludwig Wittgenstein (1889-1952), filósofo austriaco: “Lo que se puede decir, se puede decir con claridad; y de lo que no se puede hablar, hay que callarse”.
Los 19 meses faltantes -una eternidad- para que termine el suplicio, la tragedia causada por el arbitrario, desvergonzado, embustero, insignificante, mendaz, ruinoso Gobierno, !el peor de nuestra historia! -qué duda cabe-; desbocado mandato que deja a la fecha un saldo -insuperable- de líderes sociales asesinados, de desaparecidos, de víctimas inocentes.
Desventura que reclama del Congreso incluir en la reforma política en ciernes, la figura constitucional de la vacancia presidencial, declarada sumariamente por el Congreso, que en el caso del deslegitimado presidente Petro, sería por indignidad y/o incapacidad moral, forma de evitar (castigar) al gobierno -cualquiera sea- “las conductas reprochables éticamente, de tal gravedad y flagrancia, que resulte manifiestamente imposible que el presidente siga en el cargo”.
Reflexión apoyada en la experiencia peruana, que se remonta a la ‘Charta’ de 1839, siendo la segunda causal para la defenestración del presidente, fundamentada en el inciso 2 del artículo 113 de la actual Constitución Política/1993 -legado fujimorista-.
El reglamento del Congreso en su artículo 89-A establece el procedimiento para el pedido de vacancia implorado, que por la causal de la incapacidad moral, se sustancia mediante moción de orden del día suscrita por no menos del 20 % (26) del número legal de Congresistas -en el Perú es de 130 miembros- “precisando los fundamentos de hecho y de derecho en que se sustenta, como de los documentos que lo acrediten o, en su defecto, la indicación del lugar donde estos se encuentran”.
Tiene preferencia en el Orden del Día y es vista antes que cualquier otra moción pendiente. Recibido el pedido, se remite copia del mismo a la mayor brevedad al presidente de la República.
El Pleno acuerda día y hora para el debate y votación, que no puede realizarse antes del tercer día siguiente a la votación de la admisión del pedido, ni después del décimo, salvo que cuatro quintas partes del número legal de congresistas acuerden un plazo menor o su debate y votación inmediata. Si fuera necesario, se cita para este efecto, a una sesión especial. El presidente, cuya vacancia es materia del pedido, puede ejercer personalmente su derecho de defensa o ser asistido por letrado, hasta por sesenta minutos.
El acuerdo que declara la vacancia, por la causal prevista en el inciso 2° del artículo 113 de la Constitución, requiere una votación calificada no menor a los 2/3 del número legal de miembros del Congreso (87) y consta en la Resolución del Congreso que declara la vacancia, debiéndose publicar en el diario oficial dentro de las veinticuatro horas siguientes al de la recepción de la transmisión remitida por el Congreso. En su defecto, el presidente del legislativo ordena que se publique en uno de los diarios de mayor circulación nacional, sin perjuicio de las responsabilidades a que hubiere lugar. Rige desde que se comunica al vacado, al presidente del Consejo de ministros, o se efectúa su publicación, lo que ocurra primero.
Bogotá, D.C., 8 de febrero de 2025
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