Opinion

“América Primero”

Mario Arias Gómez

Por: Mario Arias Gómez.

El pasado lunes 20 tomó posesión nuevamente de la Casa blanca el convicto, Donald J. Trump (78 años), rodeado de los más grandes magnates tecnológicos: Amazon, Apple, Google, Meta y X, ante los cuales el pedante peliteñido -símbolo de la anacrónica ultraderecha populista- proclamó -pletórico- el reinicio de la “edad dorada de EE.UU.”, luego de ser impensadamente elegido, bajo los eslóganes: “América Primero”, “Estados Unidos volverá a ser grande’, en medio de fundadas, profundas críticas, cuestionamientos éticos y morales.

Caricaturesco, banal, caricaturesco, censurable, ególatra, grotesco arrumaco, políticamente incorrecto, votado, no a pesar de, sino a pesar de lo que del incorregible, pendenciero halcón se subraya sin titubeos como abominable; arrogante, autoritario, narcisista; por su sombrío, tremebundo, vandálico desprecio absoluto por la ley (nacional e internacional); el statu quo, los derechos de los más débiles, el irrespeto de la clase política; compulsivo depredador sexual, consumado evasor de impuestos; mandamás que hace lo que le viene en gana; por su asfixiante, deshilvanada urdida perorata de odio; tóxica masculinidad, sistémico racismo.

Caprichoso, mezquino, patético, polémico analfabeto, que deshonra, deslustra la majestad, dignidad ocupada: de la mayor potencia hegemónica del mundo; ‘virtuosidades’ -entre comillas- que excitaron -quién lo creyera- la preferencia de la opinión, del electorado, demostrada por la arrolladora votación obtenida que lo consagró como el 47° presidente gringo -duélale a quien le duela, gústele (o no) a quien le guste-; triunfo que para los demócratas implicó una contundente, irreparable bofetada, severa paliza electoral no alcanzada en 2016, tampoco en 2020, como por ningún otro republicano desde el 2004.

Alevoso, prefabricado, teatral saltimbanqui que concibe la política como el arte de negociar, para lo cual blande como disuasorio, intimidante blindaje, un acerado brazo, generador de la actual desazón, incertidumbre padecidas por los 11 millones -aproximados- de inmigrantes ilegales, de los cuales, siete -al menos- hacen parte de la depreciada, explotada, maltratada, marginada fuerza laboral, sobre la que pende hoy la espada de Damocles de la atroz, inhumana, indiscriminada deportación anunciada como la más grande de la historia americana, que confunde, mezcla criminales con gente inocente, constreñida, algunos incursos en delitos menores; masa que lleva años viviendo en EE.UU., que paga sagradamente sus impuestos.

Juramentado, inicio el vociferante acoso -sin consideración- de los migrantes, con la frenética expedición de decretos, órdenes ejecutivas y ‘la declaración de emergencia en la frontera con México; complementada con el envío del ejército; el cese de la plataforma ‘CPB One’ -referida a las citas de asilo-; la reclasificación como organizaciones terroristas de los cárteles de la droga -‘remember’ el “cartel de los soles”-; ordenó el retiro de la OMS; del Acuerdo de París; decretó la “emergencia energética”, invitó a “perforar, perforar, perforar”; tácito veto al blablablá sobre las energías limpias y reducción de las emisiones de carbono.

Exaltó la palabra “arancel” como la más importante del diccionario, que le permitirá -con el aumento del recaudo- rebajar internamente los impuestos. Ratificó la retoma del canal de Panamá; rebautizar el Golfo de México por Golfo de América; plantar en Marte la bandera del Tío Sam; contener el derecho a la ciudadanía por nacimiento, vigente hace un siglo, reseñada como ‘enmienda ridícula ‘; como la política de ‘diversidad’, multisexualidad; revirtió la decisión que sustrajo a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo.

Revocó -frente a los ebrios seguidores- 78 órdenes ejecutivas, principio del desmonte del legado del pusilánime antecesor. Sainete que culminó en la oficina Oval con el indultó de los 1500 mercenarios incitados por él a tomarse el Capitolio, a efecto de impedir la proclamación de Biden.

“Gobernaré bajo un lema simple: Promesas hechas, promesas cumplidas. Vamos a cumplir nuestras promesas”. “Vamos a sellar las fronteras. Queremos que la gente entre, pero de manera legal”. “Juntos podemos hacer a América grande nuevamente para todos los estadounidenses”. “No los defraudaré. El futuro de América será más grande, mejor, más rico, seguro y fuerte como nunca”. “Lucharé por ustedes con cada respiro en mi cuerpo”, “No descansaré hasta que logremos la América fuerte, segura y próspera que nuestros hijos y ustedes merecen”. “Vamos a arreglar nuestras fronteras; lo que haya que componer en nuestro país”.

Remató: “Muchas personas me han dicho que Dios me salvó la vida para salvaguardar a nuestro país, restaurar su grandeza, misión que cumpliremos juntos”.

Prevalecen al respecto las dudas de cómo lo hará, hasta dónde llegará con las metas expansionistas expuestas, en el complejo, competitivo, convulso, globalizado, interconectado, interdependiente mundo, en un ambiente de guerra, confrontación, tensión, en que se prevé puede pasar de todo; promesas ataviadas -desde su perspectiva- con la inquietante, enervante: «Volver a Estados Unidos una nación en crecimiento, a aumentar su riqueza, expandir su territorio». ¡Dios mío!

Anuncios que irreversible, irremediablemente repercutirán en el modelo de gobernanza global, multilateralismo, cooperación entre naciones, con un objetivo común, especialmente, con el país más poderoso del planeta tierra, en lo tocante a las estructuras ambientales, climáticas, comportamentales, culturales, económicas, empresariales, filosóficas, institucionales, jurídicas, sociopolíticas, científicas, tecnológicas.

Escandalosos propósitos causantes de gran revuelo en la comunidad internacional, recogidos en Make America Great Again (MAGA), razón social de su ideada doctrina reformista de restauración, reposición del país en su rol de líder mundial, que -además- busca desbancar a Reagan, Lincoln como los presidentes más populares de la historia yanqui.

El general De Gaulle, indicó en su momento: “En Francia el Tribunal Supremo es el pueblo, la Francia periférica”; clase trabajadora que procuró la conquista de Trump sobre el ‘establishment’, en medio de la exacerbación, polarización política; razones subyacentes, sobredichas por el Rambo-candidato que, mientras hablaba de reconstruir la indudable, confusa, vacilante ‘grandeza’, ‘hegemonía’ de su patria; mientras proponía el rompimiento de su condición “misionera, samaritana”, la deslucida Kamala parlaba sobre las decadentes nociones universales: “democracia”; “libertad”, “civilización”.

Desde Washington el mundo verá la parodia protagonizada por el fanfarrón en comento, durante el subsiguiente cuatrienio, con un subfondo de burdo, drástico, ramplón, rotundo viraje antiglobalista, antimultilateralista.

Bogotá, D. C., 25 de enero de 2025.
http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30

Lo más visto

Subir