Por: Alejandro Loaiza Salazar.
A menos de mes y medio de elecciones, lo que debería ser poco tiempo para finalizar las campañas territoriales, son todavía muchas horas de trabajo al interior de los equipos políticos, los días que vienen son los más duros, los de más trabajo y los más costosos.
Solo por mencionar lo que en política se conoce como el Día D, rememorando el sufrimiento de uno de los días más duros y sangrientos de la II guerra mundial, los expertos en marketing han renombrado por años el día de las elecciones, con el mismo nombre de la operación de desembarco de las tropas aliadas en Francia cuando lograron a sangre y fuego recuperar las playas de Normandía capturadas por las tropas alemanas. Tal vez por qué ese día, y obvio, de manera figurativa, son muchas las bajas electorales que se cobran, y dónde meses e incluso años de planeación tienen que ser materializados al buscar el efectivo y esquivo voto del elector.
Ese día se pone en juego todo, por lo tanto desde garantizar el transporte o por lo menos parte de él, hasta los últimos esfuerzos de pedagogía, pasando por la cobertura jurídica en testigos y jurados para cuidar que en las mesas de votación no se esfumen los votos, requiere presupuestalmente de entre el 40 y 60% del presupuesto total de las campañas.
Por su puesto que hay algunas estructuras que no suelen trabajar así, la mayoría, aquellas que vienen de operar solo con voto de opinión, pero esa es la excepción en la regla general de las campañas.
Y si solo el último día requiere de tanto esfuerzo y organización, pues para llegar a cuidar algo de la intención de voto de la campaña, son estos últimos días los de máxima atención y acuartelamiento de primer grado.
En este punto muchos candidatos saben que no lograrán el triunfo, y trataran entonces de venderse al mejor postor; la posibilidad de seguir creciendo es mínima, así que deberán cuidarse de no cometer ningún error que genere un descenso en la intención de voto; los candidatos con menores opciones que no estén buscando solo dinero, trataran de asegurar alguna posibilidad de supervivencia laboral para los próximos años, por lo tanto aun se pueden dar alianzas con el fin de derrotar al puntero; pero de todos los factores el más odioso de ellos, es el flujo de dinero.
Si hay realmente un momento en el cual el dinero de las campañas es fundamental o desequilibrante es este, ya en este punto la inversión en publicidad es marginal, casi que innecesaria, salvo en redes sociales, dónde realmente es barata pero siempre y cuando sea manejada por expertos. En este punto el dinero deberá ser invertido en pedagogía electoral, en asegurar la movilidad de los aliados y en evitar o asegurar que no se vayan los líderes dueños del electorado.
Por esta fecha aun faltan todavía por definirse bastantes aspectos de la campaña, y reversar tendencias sigue siendo posible.
Twitter: @AlejandroLSFD
