Opinion

AQUÍ PENSANDO.

Por: Cristina Otálvaro Idárraga-Abogada; Conciliadora en Derecho; Especialista en Gestión Pública, en Derecho Constitucional y Parlamentario y Derecho de Familia; Magister en Políticas Públicas.

Según el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679), los seres humanos somos violentos por naturaleza, sin embargo, hasta hace algunos años considerábamos que tal afirmación se trataba de una exageración y, por el contrario, determinábamos que éramos pacíficos: que quien era agresivo lo era debido a su genética, su entorno familiar y/o social.

Empero, hoy, las redes sociales nos demuestran que Hobbes no estaba equivocado. Cada vez que alguien se pronuncia a favor o en contra de algún acontecimiento noticioso, algunas personas se expresan de manera violenta frente a los hechos, sobre los involucrados o sobre quien publicó la noticia. ¿Qué pasaría si no tuviéramos redes sociales virtuales? ¿Seríamos capaces de agredir a otro, de manera física o verbal, para hacer valer nuestra posición frente a los hechos?

En redes sociales nos hemos convertido en jueces: publican una captura policial o denuncian un hecho delictivo y ya determinamos quien es el culpable, el tipo de delito que cometió, la identidad de las victimas y hasta ordenamos su cárcel.

O, en ejercicio de nuestro derecho fundamental de libertad de expresión, una persona publica su opinión frente a una situación en particular y quienes no están de acuerdo, usan y expresan términos indecorosos y agresivos en sus comentarios.

Un grupo de personas que conversábamos sobre el tema, llegamos a la conclusión de que nos hemos tomado las redes sociales como muros de desagravios, donde expresamos aquello que con seguridad, frente a frente o en público, no pronunciamos. Nadie se atrevería a decirle a una persona que comete un error, o del que se presume que lo cometió, todo lo que publicamos en redes sociales.

Aplaudimos a quienes han buscado darles un sentido agradable a estos medios de comunicación, es decir, aquellos que promueven sus emprendimientos, que buscan generar en la sociedad algo de conciencia frente al medio ambiente, el autocuidado, el turismo, la salud, a quienes desean llegar a un segmento de la población para ofrecer sus productos y promover sus marcas.

Hacemos un llamado para que nos volvamos más asertivos a la hora de comentar o poner de presente nuestra opinión, no solo en redes sociales sino en nuestra cotidianidad. El mundo de por si ya vive convulsionado producto de muertes, pandemia, secuestros, guerra, escases de recursos, falta de agua, desastres naturales, como para sumarle la intolerancia.

Deberíamos acoger los tres filtros de Sócrates (470 a.C-399 a.C), que se han escrito como una anécdota del Filósofo de Atenas, para que los tengamos en cuenta a la hora de tomar la decisión de decir algo: El filtro de la verdad, de lo que vamos a escribir ¿estamos absolutamente seguros de que es cierto?; el filtro de la bondad, ¿lo que vas a escribir es algo bueno?; y el filtro de la utilidad, ¿va a servir para alguien lo que vas a escribir o decir?

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