Opinion

COSA DE ESTADÍSTICA

EDITORIAL

Paulatinamente la pandemia por el coronavirus covid-19 terminó convirtiéndose en una simple estadística ante la que sucumbieron gobiernos, medios de comunicación y la mayoría de la población.

Cuántos son los muertos, contagiados, recuperados, hospitalizados, en uci, en estudio, falsos positivos, pruebas rechazadas, los casos de tal país con respecto a tal otro, porcentaje de muertos con relación a los contagiados, proyección del pico y del aplanamiento de la curva, son algunas de las estadísticas que diariamente se manejan y de las que todos vivimos pendientes.

La incertidumbre generada por tanta información sobre el virus, conceptos y criterios contrarios, tiene sumida a gran parte de la población en un letargo. Los niños han desarrollado temores enfermizos y se ha apoderado de ellos el síndrome de la cabaña.

Los daños sicológicos y económicos en la población son incalculables. La violencia intrafamiliar y las separaciones de parejas crecieron en forma desbordada, en este año lectivo los estudiantes muy poco es lo que han aprendido, y nuestros adultos mayores están sufriendo de serios trastornos físicos y psíquicos.

Se especula sobre todos los aspectos. Se dice que las autoridades de salud y el gobierno inflan las cifras para crear miedo en la población y obligar al acatamiento de sus directrices. Todos los muertos son por covid-19, las otras enfermedades dejaron de matar, hasta la gripe desapareció porque ahora sí la gente se lava las manos en forma permanente y se baña.

Muchos gobernantes aprovecharon la pandemia para hacer su agosto y su show mediático. El Presidente Iván Duque con sus intervenciones diarias se volvió monótono, a Claudia López en Bogotá hace rato se le salió de control la ciudad y a Carlos Mario en Manizales le dio por pasearse en helicóptero hablando a través de un altavoz que poco o nada se le entiende. Por ahí dicen que ya no es “Ay Manizales del alma” sino, “Ay de mi Manizales del alma”. Por lo menos nuestro gobernador Luis Carlos superó sus temores iniciales y se dedicó a gobernar y a recorrer el departamento llevando mensajes de optimismo a través de la firma de convenios de obras para arrancar ya.

Las medidas inocuas también han contribuido en forma definitiva a la incertidumbre de la población. No se pueden abrir los establecimientos públicos de expendio de licor y en las casas y apartamentos se reúnen cantidad de personas a consumirlo con música a alto volumen durante toda la noche sin que la policía pueda actuar. En los restaurantes las parejas tienen que distanciarse para comer y en la noche duermen juntos, y en pueblos y ciudades la gente solo puede salir hasta determinada hora como si en ese horario el virus no atacara.

Alcaldes cierran fronteras y carreteras en clara violación a la constitución y al derecho a la movilidad, y solo permiten el ingreso de unos pocos afortunados como si estos estuvieran inmunes al virus. Ya es hora que los mandatarios se dediquen a gobernar, normalicen la vida de sus pueblos y terminen el show.

Pensilvania, junio 14 de 2020.

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