Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
Los Planes de Desarrollo que las Gobernaciones, y Alcaldías hoy se encuentran elaborando en asocio con las comunidades, no son la respuesta a un simple requisito constitucional y legal. Hacen parte estos documentos del principio de planificación, el cual pretende construir de manera responsable y acorde a sus necesidades, fortalezas y por su puesto a las finanzas, el futuro inmediato de nuestras comunidades.
Pocos, o tal vez ninguna entidad territorial en el país pudo prever la terrible catástrofe que la Pandemia del Covid_19 le ocasionaría al mundo y por su puesto a nuestros territorios.
Desempleo, gasto publico redireccionado a la salud, ciudadanos enfermos y muertos, poco o escaso comercio, ausencia de generación de ingresos, parálisis económica, y tal vez una migración inesperada de la ciudad al campo son elementos que hoy como nunca se deben tener en cuenta, y eso que aun no hemos llegado al pico de la curva que generara esta enfermedad en el país, y tampoco aun hemos sentido los verdaderos efectos nocivos de este virus, no solo sobre la economía, sino sobre la salud de quienes sufren y sufrirán de esta patología. Y aun mas, la sensación de incertidumbre, miedo y zozobra frente aun un futuro incierto que ya respiramos muchos.
Es indudable que dada las actuales circunstancias, y de manera responsable, estos documentos pensados como cartas de navegación a futuro requerirán una reconfiguración de su contenido, y un acompañamiento inequívoco y acertado de expertos en salud pública por parte del gobierno central, para con ello preparar las gestiones de alcaldes y gobernadores, hoy todas nuestras prioridades han cambiado, y también las de nuestros gobernantes.
Hoy nuevamente y como en las primeras épocas, nuestras necesidades se circunscriben a sobrevivir; conseguir alimento y huir de un enemigo con capacidad de aniquilar y que peor aún, no es posible observar.
A estas alturas y con un calendario claro por parte del marco regulatorio sobre la construcción de los Planes de Desarrollo, ya los Consejos Territoriales de Planeación, así como las Corporaciones Autónomas Regionales, han emitido sus respectivos conceptos frente a los avances de estos documentos, para que de esta manera sean ajustados y finalmente presentados a los Consejos Municipales para su discusión y aprobación o desaprobación final.
Este calendario debe ser redefinido por el Gobierno, pues lo más responsable frente a la construcción de estos documentos es un estudio juicioso de los efectos presupuestales que hoy ya viven nuestros pueblos, ciudades y departamentos.
Por estos días abundan los gastos inesperados en ejercicios que reduzcan la posible expansión del virus, habrá escenarios de menor recaudo de impuestos, tendrá que haber atención prioritaria y urgente de los más vulnerables. Lo anterior, sin la mínima sospecha de que así transcurrirían y cerrarían los primeros 100 días de los gobiernos locales. Nunca estos gastos fueron contemplados como necesidades en las semanas de construcción que antecedieron la situación que hoy el mundo está viviendo.
Sin duda alguna hoy más que planificación, estamos ante una contingencia que exige una reacción coordinada, hoy la planificación debe girar en como mitigar a futuro los efectos aun incalculables de este terrible virus, el cual tiene a la humanidad pensando y evaluando su comportamiento ante la vida, que tiene a las personas navegando en una coyuntura que hace tan solo semanas podría sonar surrealista.
Cualquier documento presentado por presentar que no se ajuste a esta extraña realidad que estamos viviendo, será un saludo a la bandera y no podrá aportar nada en el restablecimiento de nuestro ya muy difícil regreso a la normalidad. Incluso tendrá el Gobierno Nacional que reajustar su Plan Nacional de Desarrollo, de lo contrario y como dice el viejo adagio, estaremos quemando Pólvora en Gallinazos.
Twitter: @AlejandroLSFD
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