EDITORIAL
Una vez terminada la modificación de listas para las diferentes Corporaciones públicas, se pueden observar varios hechos vergonzosos.
Nos referimos a los rellenos, esas personas que los diferentes partidos colocan para completar sus listas o cerrarle el paso a candidatos con votaciones importantes que pongan en peligro los preferidos de quienes las elaboran.
En estos rellenos podemos encontrar señoras dedicadas a los servicios domésticos en las casas de dirigentes políticos, niñeras, conductores, trabajadores de fincas, niñas del aseo, mensajeros. Obviamente estas personas tienen todo el derecho para presentar sus candidaturas, lo reprochable es la forma como son incluidas y el objetivo pretendido, que, de entrada, es irrespeto hacia ellos y menosprecio porque los utilizan como comodines.
La norma de la cuota de género en las listas tampoco tiene razón de ser. Obligar que mínimo el 30 por ciento corresponda a mujeres u hombres, es ilógico y es ahí donde nace la figura de los rellenos o los llamados toños.
En el caso de las damas, permanentemente piden participación y llegado el momento de conformar listas para Corporaciones Públicas se rehúsan y son muy pocas quienes presentan sus nombres como candidatas.
La proliferación de candidatos también debe ser controlada y exigir un mínimo de requisitos a los aspirantes especialmente a Concejos municipales. Actualmente cualquiera aspira sin tener el más mínimo conocimiento de las funciones y labores a desempeñar.
Urge una reforma de fondo al sistema electoral colombiano que implemente formas diferentes para la conformación de listas y restrinja la proliferación de candidatos que se inscriben sin tener posibilidad alguna de ser elegidos.
Estos vicios mencionados traen como consecuencia el abstencionismo, el cambio de partido de muchos militantes y el surgimiento de partidos de garaje dedicados exclusivamente a traficar con avales.
Pensilvania, agosto 04 de 2019.
