Por: Mario Arias Gómez
13 junio 2018
Del cierre de la encuestadora Guarumo: Duque 52,5 %; Petro, 36 %, se deduce que el domingo, Colombia elegirá el presidente que necesita. Después de Alberto Lleras (39 años), llega el segundo más joven (41). Notable y versátil figura, de excelentes condiciones humanas, fresca, inteligente, aplomada, carismática, incontaminada, venturosamente inexperta en artimañas politiqueras, apoyado por el CD, los desarticulados y nostálgicos conservatismo, liberalismo; los alicaídos U, CR, más los espontáneos antiuribistas, que no deseamos un salto al vacío, amigos del statu quo, atraídos por el realismo jurídico-financiero-social de su programa.
Aferrados a su palabra de oro: “No seré títere de Uribe”. “Construiré sobre lo construido”. “Apostaré por el desarrollo rural, motor de crecimiento”. “Intérprete de la esperanza”, “de las libertades”, “los ponderados cambios que la patria necesita.
Palabra que, para los ancestros, era ley, sinónima de escritura pública, cuyo impensable desconocimiento, originaba desconfianza, falsas expectativas, recónditas decepciones, común en dirigentes deshonestos, irresponsables, de pacotilla; comportamiento contrario a los valores, como la buena fe, garantía de los compromisos, que acreditaban y definían ante la sociedad, al líder verdadero, como lo que era, digno o no de certidumbre, en lo personal, como en lo profesional, creíble o no, de cuya conducta dependía hacer realidad los sueños.
Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir, enseñó Francisco de Quevedo. Palabra hoy a la baja, abaratada, desestimada, empequeñecida, devaluada, cuya violación, arruina y desmorona la democracia, permea la comunidad, endurece a los demagogos, antesala de todas las inconsistencias sociales, en que lo correcto se supone arcaico, cándido, ingenuo, apreciación que por cierto se ve cada vez más en la actual dirigencia, que olvidó, lo que significa ser coherente, entre lo que se ofrece y se cumple.
Desatinos que no se le endilgan a Iván Duque, a quien nadie le señala una indelicadeza, quien notificó perentoriamente, ¡NO! a las camarillas, a la sinvergüencería, al populismo; a los adeudos ‘non-sanctos’. ¡SÍ! al trabajo insomne por el pueblo. ¡No! a negociar adhesiones -condicionadas a la repartija de sinecuras, mermelada disfrazada de auxilios, inversiones, contratos-, aceptadas sobre la base del apoyo a “una visión de país”, expuesta en múltiples foros.
Política -con mayúscula-, conciliadora, incluyente, propositiva, aislada del odio, la venganza, sabiamente sintetizada en las premisas: “Soluciones no agresiones”; gobierno “Con todos y para todos”, propuestas fundadas, en la formación académica; vivencias personales, legislativas; experiencia profesional en la lucha por el bien común, progreso, bienestar, puestos al servicio de los excluidos de la fortuna; de los azotados por la pobreza, de los campesinos, que poco o nada tienen, inmemorialmente relegados por el Estado.
Virtuosismo asistido por el talento; ecuanimidad, largueza, emprendimiento; el respeto a la diferencia; el procurar unir antes que dividir; el encumbrar el estudio, la honradez, propósitos a cargo de un gabinete, mitad mujeres, y una camada -lúcida, capacitada, transparente-, de excelencias que ronden los 45 años, que son el 73 % del censo. “Quiero una coalición con la ciudadanía, por la ciudadanía y para la ciudadanía”, que implique el relevo generacional, con profesionales estables, conciliadores, que acompañen al Presidente los cuatro años, en representación de todas las regiones, que estén a la altura de las circunstancias, del futuro, apartados de veleidades totalitarias, reeleccionistas.
Duque jura respetar al Acuerdo de paz, efectuar consensuados ajustes, legalmente viables, sin atropellos, que mejoren -conforme a la palabra empeñada- lo que haya que mejorar, orientados a desagraviar moral, material y económicamente a las víctimas; a fortalecer la desmovilización, desarme y reinserción de las bases guerrilleras; garantizar la verdad histórica, la justicia, reparación, no repetición; la fijación de responsabilidades de los cabecillas; el cumplimiento de penas, antes del ingreso al Congreso (sentencia C- 674 de 2017), sin creer que le fue girado un cheque en blanco, para refundar -como Petro- la República, en la certeza que no hay coalición posible sin concesiones, de parte y parte.
Alejado de las utopías que pretende vender el sediento exguerrillero, Duque propende por volver por los santificados valores: educación, cultura, libertad de expresión; de opinión; obligaciones antes que derechos; que ratifiquen y protejan las integridades y probidades familiares -núcleo básico de la humanidad-, que las hará realidad, la ofrecida creación del Ministerio de la Familia y la Mujer. Lista de pendientes, reconocidamente incompleta, por quien merece la confianza de los colombianos, sin necesidad -por tanto- de firmar nada en mármol, dado que no lo cubre, sospechas o temores.
Se agotó el espacio, no el tema. Continúa.
Bogotá, D. C. 13 de junio/2018
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