Opinion

LA MALA HORA DE LA DORADA *

Para los que queremos este terruño es sumamente preocupante lo que está ocurriendo. El panorama no podía ser peor. Veamos:

– El alcalde y la jefe de personal presos: Si bien es cierto que la detención es casi que simbólica (tres días dice la sentencia), lo preocupante son los antecedentes y consecuencias del proceso. Lo que se intuye es que fruto del revanchismo político y no de un estudio serio y bien sustentado, se hizo una reestructuración para despedir a 66 funcionarios, cayendo en un lío jurídico que va a significar pagos que salen de los bolsillos de todos los ciudadanos. Además, la saña y mala intención con que se han tratado a esas personas es condenable.

El argumento para esos despidos fue la dificultad presupuestal del municipio. Sin embargo, la feria de contratos de prestación de servicios que ha habido a lo largo de estos tres años lo contradice claramente.

– Las obras inconclusas: Es lamentable que haya pasado cerca de un año desde su inicio y aún no se haya entregado ninguno de los dos parques centrales intervenidos. Son obras que por ser de un solo nivel y de un área que no supera los 7.000 m2 tienen un bajo grado de complejidad y por tanto se deberían ejecutar en un plazo no mayor a 5 meses. Tan así que el alcalde ha fijado varias fechas de inauguración, las que se han corrido sin explicación.

Esto se vuelve más condenable por dos razones, el perjuicio a los comerciantes del vecindario y los traumatismos en la movilidad, con la contradicción que al frente de la administración está un «ingeniero».

– Las vías deterioradas: Por todas partes hay huecos y fallos. Algunas ya requieren una repavimentación completa, es el caso de la perimetral de Las Ferias. Otras ni siquiera han sido intervenidas, como la Cra 13A con Calle 49A, en Victoria Real.

– Megaobras sin ejecución: Me referiré a dos en especial. El terminal de transporte no da espera y siempre se promete, pero no se construye. Inconcebible que las gentes de La Dorada tengan que salir a orilla de carretera, en «la variante», a las 10 de la noche, a parar un bus, con todos los peligros que ello conlleva.

La otra obra es el estadio municipal. El actual entró en obsolescencia y abandono total, sin que las administraciones se inmuten. La Dorada llegó a tener dos equipos de fútbol en la segunda división del fútbol colombiano, con fecha cada ocho días, con los beneficios subsiguientes para el sector turístico. Eso se acabó.

– Servicios públicos concesionados y altas tarifas: El afán por concesionar el aseo hizo que se entregara a unos personajes costeños que poco les interesan las angustias de las gentes de los estratos bajos para conseguir el pago. Inconcebible que La Dorada y sus habitantes sean los dueños del relleno sanitario donde se disponen los residuos de otros 7 municipios y esos estratos deban pagar más de $20.000/mes, sin que haya un estudio serio de alivio de esa tarifa.

– Poca o nula generación de empleo: Siempre se dijo que el culpable del no asentamiento de empresas productivas en La Dorada era el senador Barco. Han pasado 14 años desde su deceso y no ha habido un desarrollo turístico integral, que amplíe la oferta a los más de 12 millones de posibles clientes, ni hay proyectos agroindustriales a partir de la producción de frutas tropicales y piscicultura y tampoco gestión para el despegue del «Puerto Seco», que permita una masiva transferencia de modos de carga carretero-férreo y viceversa.

En resumen, no ha sido ni es una buena alcaldía, con serias falencias de gestión en todos los sectores.

Este escrito tendrá segunda parte, con otros aspectos a analizar.

Por el momento, lo que se requiere a gritos es un verdadero gerente público, que enderece el rumbo del llamado «segundo municipio del departamento», pero que por culpa de las últimas administraciones estamos lejos de serlo.

* Por: Guillermo Martínez – Ingeniero civil – Especialista en Gestión Pública – Magister en Administración de Empresas-MBA.

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