Opinion

La Amazonía – COP27 – Foro sobre la Paz

A tres días de que el presidente PETRO cumpla los icónicos, emblemáticos primeros cien (100) días de Gobierno que, sin exagerar, tacañería, impasible califico de histórico -duélale a quien le duela-; incuestionable, sorprendente desempeño sin que haya disimulado, negado su palmaria condición, formación de izquierda, ni renegado de sus prevalentes, tutelares principios, ni retrocedido de sus promesas de campaña.

Fidelidad retribuida por la opinión de bien que, según el Centro Nacional de Consultoría – CNC, la imagen positiva es del 61 %, de aprobación del 62 % y el 83 % de los colombianos esperan que le vaya bien, frente a un 5 % de aguafiestas que anhelan le vaya mal; vergonzosa minoría conformado por cerreros uribistas de viejo cuño y tránsfugas camuflados de godos (ídem).

Gobierno que en tan escaso tiempo ha maravillado -gratamente- por su flexibilidad, madurez, mesura, moderada retórica, capacidad de convocatoria, de rectificación; fehacientes pruebas que adornan el exitoso, incipiente balance alcanzado, que incluye la aprobación de los dos principales proyectos de Gobierno: el de la paz total y la reforma tributaria; el Acuerdo de Escazú y la Jurisdicción Nacional Agraria; el avance de las reformas: agraria y política; la reanudación -por si faltara- de las relaciones con Venezuela, etcétera.

Resultas que tiene en ascuas, levantado ampolla, a los arrinconados, envidiosos, irreconciliables, precitados ‘viudos del poder’; dolencias manifiestas desde el acto de posesión, cuando exigió la simbólica presencia de la espada de Bolívar, artera, arbitrariamente retenida, secuestrada por el despreciable, recusado ‘don nadie’ -venido a más- quien alegó entonces espuria justificación.

Aplaudido, celebrado, pragmático gesto supremacista, que le recordó al frívolo, opacado exmandadero, que quien mandaba era él (PETRO), sorprendiendo primeramente a la instrumentalizada cúpula militar, invitados especiales, audiencia en general y opinión independiente en particular.

Sin ser Colombia una potencia mundial, su célebre, curtido, equipado, experimentado gobernante, viene lidiando con el espeluznante, fatal legado endosado por la polarizante, repugnante medianía en cuestión. En tiempo récord -para sorpresa- ha sido elevado a líder regional -reconocido por tirios y troyanos-, producto de su agenda social, progresista; fructífero desempeño internacional, cimentado sobre una integración regional -profunda- que busca -quien lo creyera- consolidar institucionalmente la democracia.

En menos que canta un gallo restableció -repito- las relaciones con Venezuela -vuelta añicos por Duque-; con Lula da Silva -presidente electo del Brasil-, la mayor potencia regional, inició un beneficioso diálogo, fundamental para la defensa de la Amazonía. Se estrenó ante la Asamblea General de la ONU, con su locuaz, pionera intervención, sin medias tintas ni pelos en la lengua, cantando estas certezas, verdades irrebatibles: La fracasada lucha contra las drogas; el daño ambiental causado por la fumigación -con glifosato- de los cultivos ilícitos; el envenenamiento de las aguas; la deforestación de la amazonia; el desatinado prohibicionismo, etcétera.

Antes de emprender el viaje a la cuidad egipcia de Sharm El-Sheij -a orillas del Mar Rojo-, para la programada participación en la conferencia sobre el Cambio Climático COP27 -el mayor evento sobre la crisis ambiental patrocinado por las Naciones Unidas (ONU)-; seguido del Foro en París sobre la Paz, previamente sancionó, junto a las ministras de Minas y Energía, Irene Vélez (i) y de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad (d), los ministros del Interior y Relaciones Exteriores, la ley que ratificó el atrás recordado Acuerdo de Escazú -estorbado por Duque-.

«Hemos suscrito el tratado internacional -una de las iniciativas más importantes del Gobierno- que se convierte en ley de la República (…) que establece unos criterios de protección a los activistas, defensores del medioambiente«.

Asistido por sus obsesivas, inseparables premisas de libertad, justicia y cambio social, al desembarcar en Egipto, hizo el acostumbrado, reiterado llamado a “salvar la selva amazónica, uno de los pilares climáticos del mundo”.

Cumbre que presidió el ministro de Relaciones Exteriores anfitrión: Sameh Shukri, quien declaró: “espero que esta sea una de las reuniones más grandes de actores climáticos jamás organizadas en una COP, con más de 30.000 delegados registrados«. Reunión rodeada por la polémica de los derechos humanos, en razón a los miles de presos políticos guarecidos en las cárceles egipcias, país que inadmite, penaliza las protestas sociales.

Encuentro que enfrentó a las naciones ricas y pobres por el pago de la factura del cambio climático y copó -en buena parte- las negociaciones sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero; el apoyo a los países más vulnerables que padecen su impacto; la exigencia por la creación de un nuevo fondo -financiado por todos- que contribuya a afrontar las consecuencias del infausto, deplorable calentamiento global, informándose que los últimos ocho años fueron los más cálidos de la historia; agregado el que el nivel del mar -desde 1993 a la fecha- se duplicó.

EEUU, China, Rusia, India, brillaron por su ausencia. Biden arribó cuando ya no se usaba.

Hemos sufrido a lo largo de este año acontecimientos (meteorológicos) dolorosos (…) Todos estos episodios representan una lección que debe ser aprendida”.

Suicidio colectivo” develado por el secretario general de la ONU, que urgió a los países desarrollados y emergentes, un “pacto de solidaridad climática ante la desconfianza global en su lucha; limitar las emisiones causantes del calentamiento del planeta, a 1,5ºC, o al menos situarlo por debajo de los 2°C”, para lo cual se requiere que las emisiones de CO2 desciendan en un 45 %, de aquí a 2030; meta de la COP21 de París.

El mundo -según los modelos más alarmistas- se encamina a un aumento mínimo de 2,4ºC, de la temperatura media, incluso del 2,8ºC.

Es inaceptable, escandaloso y contraproducente dejar la lucha contra el calentamiento global en segundo plano”. «Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador«. “La humanidad tiene que elegir: cooperar o morir”, se recalcó mil veces.

Diagnóstico que encontró en el presidente, Emmanuel Macron, un aliado que propuso “ir más lejos del dinero comprometido hasta ahora. Necesitamos una aportación brutal”. “Las pérdidas y los daños no se pueden esconder más debajo de la alfombra”, al que se sumó la lúcida, resonante participación del presidente PETRO, en un desayuno de trabajo sobre ‘La conservación de las reservas vitales de carbono y biodiversidad: una clave para una acción global más eficiente y ambiciosa’, escuchado por sus homólogos de Francia, Reino Unido, Alemania, Argentina, Costa Rica, Sudáfrica, República Gabonesa, República Democrática del Congo, Filipinas e Indonesia. Insistió:

La selva amazónica -conformada por: Brasil, Colombia Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú, Surinam, las dos Guyanas- es uno de los tres o cuatro pilares climáticos que quedan en el mundo, igual que los océanos y las grandes tundras de bosques del norte del planeta”.

“Selva que es una esponja de absorción del CO2 enorme, a escala planetaria, igual que los océanos, los bosques de pino en el norte. Salvarla se vuelve fundamental por dos razones básicas: una local: si se acaba esta región no hay agua en Colombia, y si no hay agua, no hay vida”. “El ser humano se está suicidando y con él todas las especies vivas del planeta”, puntualizó.

«El liderazgo político desde la primera COP hasta la fecha, ha fracasado en detener la causa de la crisis climática, fundamentalmente, porque superarla implica dejar de consumir petróleo y carbón, lo que implica una transformación profunda de la economía, una desvalorización de intereses poderosísimos«. “Los tiempos para planificar una solución los hemos destinado a la guerra”. “Si no se cambian las políticas económicas, se acerca -año tras año- el final de la humanidad”.

«Desde Colombia les propongo un decálogo para enfrentar desde los gobiernos y la humanidad la crisis climática«. «Las COP ya no dan respuestas; el tiempo se agotó, las conferencias globales de gobiernos deben poner la política al mando para generar el plan global de desconexión de los hidrocarburos«. “Colombia aportará 200 millones de dólares anualmente para ayudar a la selva amazónica”. “Es hora de la humanidad, no de los mercados”.

En Copenhague se asumió en 2009 el compromiso sobre las llamadas “finanzas climáticas”, La idea de un fondo mundial de “daños y pérdidas”, es una vieja exigencia de los países pobres y en desarrollo -los más afectados por el calentamiento del planeta-. Los países ricos accedieron en Glasgow -en la COP del año pasado- a iniciar un “diálogo” sobre el espinoso asunto, que hizo parte de la actual agenda en Sharm el-Sheij, cuya decisión se aplazó para el 2024.

China -el mayor emisor de gases de efecto invernadero- tiene la intención de mantener un “equilibrio” de sus fuentes de energía, entre renovables y de origen fósil. La OPEP calculó que la demanda de crudo crecerá hasta 2035, particularmente, en los países del tercer mundo.

Estados Unidos, como los países europeos se oponen a un nuevo paradigma jurídico que implique que, los países en desarrollo, puedan denunciarlos y reclamar -por ende- las indemnizaciones del caso.

En París, PETRO, antes del encuentro con Macron, sostuvo una cita con el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Mathias Cormann y los embajadores de los países de Iberoamérica (México, Chile, Costa Rica, España y Colombia), en la que se definió la hoja de ruta para los próximos cuatro años. Ante su Consejo presentó la agenda sobre la compleja lucha contra la desigualdad y hacia la transición energética, recibiendo de Francia un estimulante espaldarazo.

Concurrió -luego- a un almuerzo de trabajo con empresarios de energías renovables, limpias, miembros del Movimiento de Empresas Francesas (MEDEF), a los que presentó las perspectivas de la industria en Colombia. Encabezó -como testigo- la firma de un acuerdo entre el Ministerio de Minas y Energía de Colombia y el Banco Europeo. Asistió al final a una recepción ofrecida por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo.

En la prestigiosa universidad de Sciences Po -donde estudia su hija Sofía-, explicó su visión sobre cómo enfrentar la crisis climática; notificó la cuantía del dinero que Colombia destinará para la transición energética -reemplazar el carbón y el petróleo-”. Añadió: “temas como el turismo para el país más bello de la tierra, debería ser relativamente lógico y accesible”.

Como invitado especial del Foro de París sobre la Paz, llevado a cabo en el Palacio Brongniart -evento anual que se realiza desde 2018-, tuvo como tema ‘Superar las múltiples crisis’. Recibido -entre aplausos- por el presidente del Foro, Pascal Lamy; el fundador y Director General Justin Vaïsse, y la Secretaria General, Fabienne Hara.

Destacó la gran bandera de la “PAZ TOTAL”, que busca un acuerdo de desarme con todos los grupos armados, -calificado por la Unión Europea como un «hito importante para el pueblo colombiano«-. Fueron oradores -además- la Reina Rania de Jordania y el Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley.

Con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), trató sobre la civilización digital.

Recibido con honores militares en el Palacio del Elíseo, adelantó una audiencia privada con el presidente, Emmanuel Macron. Informó luego de su “apoyo al esfuerzo que estamos haciendo en la propuesta de revitalización total de la selva amazónica como solución a la crisis climática, como representante político de un Gobierno que tiene soberanía sobre un aparte en la selva; llevando a la Unión Europea a cofinanciar el esfuerzo”.

Sin acordar una fecha cierta, Macron aceptó la invitación a una reunión formal en la cuenca amazónica, para discutir sobre su protección: “Es el esfuerzo mundial que debemos hacer si queremos realmente superar hoy el principal problema de la humanidad, cual es la catástrofe climática”. Manifestó -aparte- el país galo, su respaldo a la reforma agraria presentada por PETRO, y la intención de convocar una mesa de donantes para sufragar parte del costo.

Triunfante, cimera gira que concluyó (anoche) con el acordado diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición, relevante objetivo que busca: «crear una dinámica para la reanudación de la negociación«, iniciada e interrumpida, congelada en México en octubre de 2021, fruto de la extradición de Alex Saab a EE. UU, «Estamos -reveló el Elíseo- en una dinámica favorable (…) que hay que concretar y sobre esta base veremos cómo podemos mover nuestra posición hacia Maduro”. Recuerdo que Francia no lo reconoce, actitud que parece quedó atrás.

Bitácora y apretada, sucinta síntesis de la trascendental, importante gira; de las descarnadas, francas, juiciosas, ponderadas intervenciones en los indistintos escenarios en que PETRO fue recibido como invitado especial (recalco); palabras referidas al apocalíptico calentamiento global; la paz total; la defensa de la selva amazónica, la malograda lucha contra las drogas psicotrópicas.

Extenuante expedición que orgullosamente dejó en alto el nombre de Colombia. Enhorabuena.

Feliz regreso a casa.

Bogotá D.C., noviembre 12 de 2022 

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