Opinion

¡Duro de matar! *

La historia de este clásico del cine americano -estrenado en 1995- es una mezcla de aventuras, acción, comedia, intriga, que nada tiene que envidiar a la tramoya -en pleno desarrollo- actuada por el innombrable -conocido de autos-; contumaz, habilidoso farsante venido a más, que de denunciante pasó a denunciado por sus urdidas falacias; recientemente barrido en las urnas -por voluntad popular-.

Proceso que en su primera etapa concluyó -abril/2022- con la decisión de la solvente juez 28 penal del circuito de Bogotá, que tuvo las agallas de negar -por infundada- la temeraria preclusión solicitada por el sesgado fiscal -de bolsillo-, Gabriel Jaimes, en favor del Savonarola criollo -dedicado por años (jura) a velar por el “mantenimiento del orden y la moral patrios”, lacayo afín a los intereses-. Momia hechura del defenestrado exprocurador Ordóñez.

Tejemaneje reiniciado en su segunda parte, en el juzgado 41 Penal de Conocimiento de Bogotá, presidido por Laura Estella Barrera, por “presunta manipulación de testigos”, previo al siguiente preámbulo del “combativo” Tartufo: «Empezaré de nuevo esta tortura, creada por la suposición de que compro testigos” -mentira que es-, “Todo por la rabia de un exfiscal, el sesgo de un magistrado y la presión de un socio impune del narcotráfico«.

Desnaturalizada fiscalía que se empeña en blanquear al imputado, con otro cómodo, connivente, sumiso ‘clon’, Javier Fernando Cárdenas Pérez, -copia y calco del falaz Jaimes-, que igual hizo causa común con la defensa, acogiendo sin chistar- el libreteado, amañado interrogatorio -sin contrapregunta alguna- concluido con un rastrero: “gracias doctor”.

Recuerdo -al respecto- el berrinche armado por el humillado, soberbio inculpado, con la precitada juez 28 que le agachó la cerviz, replicada entonces con una jerigonza equivalente a la escupida contra la ‘mechuda’: “Ojalá me graben esta llamada…. Estoy muy puto con usted, si lo veo le voy a dar en la cara marica”.

Inesperado revés compartido con los inescrupulosos, presumidos, recursivos rábulas, duchos en vericuetos que supusieron la preclusión impetrada como pan comido, un escalón más de su ascendente, imparable reputación, gracias a la amplia, imprescindible, portátil nómina de adoctrinados, serviles bufones, testigos -sin hígados-, agrupados en círculos concéntricos, articulados a fraguadas, inéditas, ineludibles ‘bodegas’.

Pautados opinadores, soporte de su fama. prestigio, resaltados mediante artificiales, delirantes, laudatorios ensalzamientos, glorificaciones de sus éxitos, proezas profesionales, amplificadas -hasta la saciedad- por las redes sociales-, sustento de su gravosa nombradía. Desmesura, excesos redimidos por sus faraónicos, inalcanzables honorarios para el común de los mortales, en desmedro de Temis’ -diosa griega de la justicia-.

Fiscal Cárdenas que sustancia -además- las cuatro atroces masacres que vinculan el inefable santón, ocurridas en 1996 y 1997, siendo gobernador de Antioquia: Dos en Ituango: San Roque -11 muertos-, La Granja (5); El Aro (17), en la que los paramilitares permanecieron durante 8 días, asesinando, torturando, violando las mujeres. Al retirarse quemaron 42 de las 60 casas del corregimiento.

Me haría interminable relacionar las engavetadas imputaciones -tras la prescripción-: el Bloque Metro conformado en la Hacienda Guacharacas; los homicidios; falsos positivos; secuestros, chuzadas; concierto para delinquir; desplazamiento forzado; corrupción. Los familiares de las víctimas de los delitos de ‘lesa humanidad’, exigen -para alcanzar la paz- que la encubierta, esquiva, inexpugnable, macabra verdad la dilucide el atrapado, irredento, temido ‘intocable’.

Investigaciones apadrinadas por indicios, evidencias irrebatibles, recopiladas a lo largo de los años, que debieran -por economía procesal- acumularse, a efecto de evitar que sigan siendo estorbadas, manoseadas con maniobras mafiosas de todo tipo.

Contundentes pruebas corroboradas por delaciones de Generales®, mandos medios, bajos -arrepentidos- que andan tras aligerar sus responsabilidades mediante principios de carácter procesal: de ‘oportunidad’; ‘colaboración eficaz’, que implican destapar a los autores intelectuales, auspiciadores de la fratricida, sistemática empresa criminal, que de sobra justifica la formación de la prometida CIJ, antes que intervenga la CPI, o que la impunidad, el manto del olvido las cubra.

Misil cargado de recónditas perogrulladas de hondo calado, que tienen pálido a empresarios, ganaderos, políticos; terratenientes; secuaces -incondicionales- del Gobierno de la ‘seguridad democrática’ que esfumó 6.402 jóvenes (cifra parcial) desempleados, excluidos, marginados, justificados así por el desalmado, diabólico verdugo: “no estarían cogiendo café propiamente”.

Película de terror que los desmemoriados no precisan el momento en que Colombia cayó tan bajo, sobrepasó tal grado de degradación, de envilecimiento -extremos, insuperables-, de manos del caricaturesco, circense, despreciable, vengativo leviatán, que niega -aún- el conflicto armado, la derrota electoral. Depravado, exasperante, prostituido, sombrío comediante, habituado a endosarle a los testaferros sus salvajadas.

Resbaloso perdonavidas convertido en tragedia. Qué duda cabe.

Bogotá D.C., 15 de octubre de 2022.

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Post scriptum. Envío mi cariño, estrecho, solidario abrazo y un sentido pésame -en nombre propio y de los míos-, al cálido, compungido compañero, exitoso empresario, mecenas sin par: HÉCTOR MEJÍA ARISTIZÁBAL, a sus hijos: JORGE IVÁN, CLEMENCIA y ALEJANDRO, nietos: RAFAEL, LAURA, MARTÍN, SUSANA, PEDRO y ANA; recordada y querida familia, FRANCO ARISTIZÁBAL y al sinnúmero de amigos y admiradores, por la muerte de DORA, bella, excepcional, extraordinaria, ilustre y reconocida dama pensilvense; cariñosa, formidable, incomparable, inigualable esposa; inconmensurable, inmejorable madre; espléndida, ilimitada, irrepetible abuela; excelente, soberbia hermana.

Que el Altísimo la tenga en su gloria.

¡Vaya con Dios idolatrada paisana!

* Por: Mario Arias Gómez.

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Doña Dora Franco de Mejía q. e. p. d.

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