Dicen que debido al fanatismo político, afloran en el ser humano sus peores sentimientos. Después de ver tantas situaciones en esta campaña electoral, se puede afirmar que lo dicho no está alejando de la realidad.
Las actuaciones de muchos producen náuseas y repugnancia. Decir que un candidato al congreso se retiró fingiendo una enfermedad para evadir la acción de la Corte Suprema de Justicia, lamentarse porque un helicóptero no se accidentó, mandar a destruir la publicidad de otros, estigmatizar a un aspirante porque un pariente es alcalde, aspirar a estar de segundo en una lista porque quien debe quedar de primero tiene una enfermedad grave, descalificar y tratar mal a quienes fueron amigos y ahora no lo son, sonsacar con dádivas económicas a líderes que llevaban un trabajo de varios meses en otras campañas, amenazar con la pérdida del puesto y del contrato a funcionarios y contratistas oficiales; colocar a circular rumores con aspectos de la vida privada de otros y criticar a los demás porque utilizan las mismas estrategias sucias que ellos utilizan y han utilizado, son algunas de las perlas que hemos visto en esta campaña para el congreso. Estas son prácticas mezquinas, perversas e infames.
La mayoría de los candidatos dicen que se deben cambiar las costumbres políticas que tan daño le han hecho a la democracia. Entonces surge la pregunta, y cómo la van a cambiar estos señores con esta clase de actuaciones hechas o patrocinadas por ellos mismos ?
Las campañas electorales tienen un grave problema de cultura y ética política. Aquí se perdió el respeto por el contrincante y por la dignidad humana. Todas las batallas se deben dar con altura.
Caldas ha tenido políticos decentes de diferentes tendencias políticas que han brillado con luz propia en el concierto nacional y fueron reconocidos por sus buenas maneras y su educación.
Debemos acabar con la gaminería, la chabacanería y la ordinariez. Los caldenses merecemos respeto.
