Opinion

APRENDIZAJES Y EXPERIENCIAS

Se acerca el final de un año difícil que sucedió a otro que fue aún más difícil. Duras pruebas que vivimos como planeta, como país, como departamento, como municipio, como familia y como personas. Nadie ha salido igual de este tiempo. Nadie permaneció inalterable.

Todos, de una manera u otra, salimos diferentes de esta coyuntura que hemos atravesado juntos. Esos cambios nos han hecho valorar cosas que antes no valorábamos o priorizar personas que antes desatendíamos o desdeñábamos.

La pandemia ordenó muchas cosas en nuestro ranking personal de primacías. La vida, la salud, la protección a nuestros mayores, la responsabilidad de las comunidades donde habitamos, la solidaridad, la compasión, el sentido de familia, y sobretodo, un Estado con la capacidad de tener un servicio de salud oportuno y confiable, un sistema educativo con instrumentos que faciliten la educación virtual y un sistema económico que apoye los negocios que no tienen el musculo para resistir los embates de las cuarentenas y los aislamientos.

No podemos regresar a lo mismo ni en lo individual, ni en lo económico, ni en lo social.

Lo peor que nos puede pasar es regresar a la indiferencia, el egoísmo, el individualismo, la apatía política o la indolencia con respecto al otro.

En Colombia el COVID nos arrebató 130 mil personas, y más de 5 millones de colombianos, es decir, casi el 10% de la población, sufrió el virus.

Esas personas que nos arrebató el COVID son el símbolo doloroso de una coyuntura que nos exige ser distintos. Abordar el futuro de manera diferente, dejando atrás lo intrascendente y focalizándonos nuevamente en lo importante. No son pocas las voces que nos anuncian nuevas pandemias.

Debemos estar preparadas para ellas. No pueden encontrarnos en el mismo desamparo en el que nos encontró esta pandemia. Debemos salir de la perplejidad y asumir el futuro con sentido de urgencia. Necesitamos ya empezar a trabajar por un sistema de salud más confiable que el que teníamos. No quiero volver a vivir esos momentos en donde todos sufríamos por un ventilador o una UCI. Necesitamos ya empezar a trabajar por un sistema educativo que permita la virtualidad a todos los estratos y regiones sin diferencia alguna.

Es inaudito que miles de niños de estratos bajos se hayan atrasado en su formación con respecto a estratos más pudientes por no contar con acceso a internet o a un computador. Eso no puede volver a pasar. Necesitamos empezar a pensar en apoyos económicos para las empresas que resistieron este embate pero que seguramente no estarían en capacidad de resistir otro de igual o mayor intensidad.

Necesitamos, así mismo, como lo plantee en otro escrito anterior, ver como queda la salud mental de nuestros niños y jóvenes. El confinamiento, la incertidumbre, el miedo y la crisis económica vivida por muchos sectores poblacionales debe hacer que nos fijemos en problemas invisibles como la ansiedad y la depresión.

Eso es importante. Esas situaciones se traducen en alcoholismo, violencia, suicidios y un largo etcétera de condiciones que debemos empezar a mirar. Los invito a que no regresemos a la indiferencia, que le demos vigencia a todos esos aprendizajes que nos dejó la pandemia.

Estas son épocas de familia y amigos y vecinos. Esos mismo con los que dimos la batalla juntos durante la pandemia. Todos necesitamos de ese entramado de vínculos de los que dependemos y que a veces dejamos de valorar.

La navidad y el año nuevo son momentos de familia, encuentro, balances y mucha esperanza. Eso es lo importante, de ahí se desprende todo lo demás.

* Por: Juana Carolina Londoño – Abogada especialista en derecho comercial y legislación financiera y gerencia de entidades territoriales. Trabajó como asesora jurídica del Instituto de Seguros Sociales, Central de Inversiones S. A., concejal de Manizales, representante a la Cámara, presidente de Fiducoldex y actualmente empresaria: Londoño Asociados.

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