EDITORIAL
Todos los procesos electorales sirven para evaluar la coherencia ideológica y la claridad de muchos candidatos. También son útiles para analizar las jugadas de partidos y movimientos políticos.
Algunos candidatos convierten su aspiración en una obsesión, solo les interesa tener un número en el tarjetón sin importar el partido que los avale. Se convierten en méndigos que tocan cuanta puerta puedan para que les otorguen el aval. Pierden la dignidad y no les importa que sean rechazados en un lado y en otro porque ya tienen otra puerta lista para acudir.
Estos mismos méndigos de avales hablan de coherencia ideológica, de alternativa real de cambio, de principios y postulados, sin ruborizarse porque sus avales fueron otorgados por organizaciones políticas creadas para ser el escampadero de los rechazados de otros partidos.
En su afán de figurar, es triste ver a importantes dirigentes que las urnas les han premiado y honrado con copiosas votaciones, avalados ahora para el congreso por partidos de garaje cuya única finalidad es otorgar avales a diestra y siniestra, y en los cuales jamás han tenido militancia.
Para presidencia de la república también se presentan casos similares como el de Enrique Peñalosa quien no fue capaz de conseguir las firmas necesarias para presentarse como candidato presidencial, y ahora está buscando un aval desesperadamente.
Igualmente hay partidos políticos que tampoco lo hacen mal y se aprovechan de la situación económica de dirigentes independientes para que hagan parte de sus listas. Estos, al igual que los otros, tampoco pueden hablar de coherencia ideológica o de valores éticos y morales.
Cómo pretendemos que el país cambie si dirigentes que se supone tienen coherencia entre su discurso y su actuar incurren en estas prácticas reprochables y que ellos mismos han criticado ? O será que lo que en otros es defecto en ellos es virtud ?
Apague y vámonos.
Pensilvania, 19 diciembre 2021.
@tintiando
Recomendado para usted
