Opinion

Van y vienen como las olas

José Ferney Paz Quintero

Por: J. F. Paz – Exmagistrado / Consultor. – Presidente Tribunal de Control Ético del partido liberal colombiano.

La historia recuerda a Joseph Fouché siniestro personaje que se caracterizó por su habilidad en asegurar su propia supervivencia política, ejerciendo gran poder durante la revolución Francesa, discípulo aventajado de Maquiavelo, autor de la frase: “la política era la moral de las circunstancias”, convirtiéndose en todo un camaleón tratando de ser imitado en nuestro medio por políticos nacionales como regionales que cambian de ideales como si fuesen los vientos de un huracán, paseándose de un partido a otro, sin pena ni vergüenza, cuyo único principio político es el yo y el bienestar propio, olvidando el partido o movimiento que los dio a conocer, pero a pesar de ello regresan a solicitar el favor ciudadano con ruidosos lanzamientos de campaña.

Otros con la ayuda judicial extemporánea pretenden utilizar un símbolo que en el pasado representó una esperanza de cambio en las costumbres políticas del país, líder que regresó al seno del partido, el liberal para representarlo como su candidato oficial en la campaña presidencial de la época.

En buen romance, no se puede reclamar lo que no se ha quitado, salvo esos colchones de salvamento de último momento por parte de una Corte Constitucional que cada día nos sorprende con sus fallos alejados de la realidad social, como el reciente que alude a la cadena perpetua a los violadores de menores, donde pareciera se protegiera más a los victimarios que a las víctimas.

Solo nos queda el derecho a disentir, expresando la inconformidad por lo que sucede en el acontecer nacional, reconociendo que en materia judicial que tanto se cuestiona, es lo que tenemos.

Adenda Uno: Desconcertante la columna de la periodista Cecilia Orozco, titulada “El cinismo hecho poder”, donde reseña los abusos de este gobierno, como de algunos funcionarios de alto nivel, sorprendiendo la transformación de cuando eran unos ciudadanos corrientes, desconocidos por la ciudadanía, pero convertidos de la noche a la mañana en personajes públicos, inabordables, presuntuosos, indelicados en lo ético, que nos hace recordar aquella épocas donde el funcionario dignificaba el cargo, ahora es el cargo el que dignifica al funcionario.

Adenda dos: ¿Será posible que alguien del gobierno le haga conocer a la encartada ministra de las TIC el concepto de la RESPONSABILIDAD POLITICA?

Lo más visto

Subir