Opinion

EL IMPORTANTE MOMENTO DE LOS JOVENES

Por: Juana Carolina Londoño – Abogada especialista en derecho comercial y legislación financiera y gerencia de entidades territoriales. Trabajó como asesora jurídica del Instituto de Seguros Sociales, Central de Inversiones S. A., concejal de Manizales, representante a la Cámara, presidente de Fiducoldex y actualmente empresaria: Londoño Asociados.

Uno de los sectores poblacionales más afectados con la pandemia, y la posterior recesión económica, ha sido, sin lugar a dudas, el de los jóvenes, especialmente, en materia de empleo, educación, derechos y salud mental. Esa situación ha hecho que se prendan las alarmas a nivel mundial y que se impulsen políticas focalizadas en ellos para evitar que se conviertan en una generación perdida. La generación que se encuentra en riesgo y que despierta la preocupación de los gobiernos es la denominada de los “millenials”, es decir, aquella que nació en la década de los 80s y los 90s, Una generación que ya ha vivido dos crisis de naturaleza mundial: la financiera del 2008 y la pandemia del 2020 que aún no termina y que no avizora una conclusión definitiva en el corto plazo.

Esas crisis obviamente han afectado las posibilidades de formación, bienestar, progreso y, en general, las perspectivas económicas de una población que se encuentra en una importante etapa productiva. Esta situación ha hecho que los jóvenes tengan unas posibilidades de progreso menores a los que tuvieron los jóvenes de generaciones anteriores que vivieron etapas con menos sobresaltos económicos, y por lo tanto, pudieron integrarse más fácilmente en la economía, ser productivos, formar familias y progresar. Una situación que lamentablemente es más difícil para los jóvenes de hoy. La generación “millenial” no la tiene fácil. Es una generación con fragilidad financiera que no tuvieron sus padres a su misma edad. Los colombianos debemos rodear a nuestros jóvenes. No los podemos dejar solos a su suerte. No podemos mirar para otro lado. La indiferencia, en esta materia, se paga con inestabilidad social, con estancamiento productivo y con un futuro no muy halagüeño para nuestras sociedades. Nos estamos jugando el futuro. Ellos son el futuro. Debemos trabajar para que ellos sean protagonistas de la reactivación económica.

Confiemos en su formación, en su creatividad, en su inventiva, en su fuerza, en su facilidad para interactuar en escenarios digitales, en sus ganas de hacer las cosas y salir adelante. No son pocos los que están pasando por este difícil trance. En Latinoamérica y el Caribe son 263 millones de jóvenes, es decir, el 41,7% de la población. Eso es toda la población de indonesia y 5 veces la de Colombia. Una fuerza de futuro que debemos encauzar y liberar en beneficio de la economía y de las sociedades. Esta generación tiene mucho que darnos. Es una generación distinta a todas las anteriores. Una generación más consciente de sus responsabilidades ambientales, más respetuosa de la diferencia, más formada y con acceso a fuentes de información que las generaciones anteriores ni imaginaron, y sobretodo, una generación global que vive interconectada con el mundo de una forma sin precedentes. No nos privemos de ellos. No nos privemos de ver florecer su enorme potencial.

Debemos encauzarnos y trabajar para que cada uno de los jóvenes puedan darnos esa riqueza de posibilidades que portan en su ser y que tanto necesita Colombia. Hay que incorporar la perspectiva generacional en el diseño de las políticas públicas. Hay que incorporar a esos jóvenes a los procesos de toma de decisiones públicas. Hay que ser osados e imaginativos y probar recetas nuevas con ellos. Ellos nos necesitan hoy, pero nosotros los vamos a necesitar mañana. Si los desperdiciamos hoy, afectaremos negativamente el mañana de todos.

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