Opinion

LA DIFERENCIA POLITICA NO ES POLARIZACIÓN

Por: Wilder Escobar – Ingeniero industrial; Especialista en Finanzas Públicas; Especialista en Administración en Salud; Magister en Desarrollo Regional y Planificación del territorio y Candidato a Magister en administración pública.

Cuando en política se habla de polarización, estamos describiendo las diferencias en opiniones, orientaciones y formas de entender el conjunto de ideas o razonamientos que buscan regir el conjunto de instituciones políticas de un Estado, sociedad o población, que manifiestan sus pensamientos con mayor o menor intensidad de acuerdo con la distancia ideológica que tengan estos grupos de individuos.

Ahora bien, el fenómeno de la polarización se puede presentar de dos formas diferentes, una de carácter popular y la otra de carácter partidista; la primera se refleja directamente en el pueblo que se divide en torno a dos o más pensamientos de cómo debe funcionar la sociedad, mientras las formas partidistas se presentan al interior de los grupos y movimientos políticos.

Es importante aclarar que la polarización en los sistemas democráticos siempre ha existido, es más, podríamos decir que es necesaria, ya que de ella surgen los cambios que son obligatorios para fortalecer la democracia y hacerla permanecer en constante acción.

Sin embargo, la radicalización rompe los equilibrios básicos y es la que nos lleva a los extremos de las ideologías políticas que tanto daño le han causado a la humanidad, en donde hemos visto surgir personajes muy populares que han logrado vender su verdad como la única manera de construir un mundo mejor y han terminado en el poder destruyendo la democracia bajo la idea de ser los elegidos para la misión de regir los destinos del pueblo, por lo que claramente, la polarización extrema o radical, constituye un peligro para cualquier sistema político y sociedad.

Al respeto tenemos ejemplos de todo tipo en la actualidad, basta mirar a nuestros vecinos para ver sus efectos, Venezuela es víctima de la polarización extrema generada por un discurso político que redujo los problemas que enfrentaba su sociedad entre derecha e izquierda y un modelo de socialismo del siglo XXI, lo que hoy refleja sus efectos más devastadores en las calles de nuestras ciudades con millones de sus habitantes desarraigados y tratando de sobrevivir.

En nuestro País, el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, produjo una mayor polarización, cuando se puso a escoger al pueblo a través de un plebiscito, entre aquellos que estaban de acuerdo con lo negociado y aquellos que no lo compartían. Resultado que dio la victoria a aquellos que no estaban de acuerdo con el proceso de paz, y que fue validado en las urnas al ganar las elecciones presidenciales el candidato apoyado por los mayores promotores del no.

Desde ese momento, la polarización ha aumentado al punto en que hoy el pueblo se encuentra dividido entre aquellos que pregonan una ideología de izquierda y otros de derecha, con un margen de la población que se encuentra en el centro y que no se siente cautivada por ninguna de las dos ideologías en particular.

Hasta ese momento nada anormal pasa con este tipo de polarización popular, pero lo grave ocurre cuando se comienza a instrumentalizar el pueblo a través de la demagogia para convencerlo que la única salida a los múltiples problemas se encuentra en cabeza de una persona que representa una  ideología en particular, a tal punto de vender la ilusión de que el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad, solo depende de un individuo y no de todos nosotros, cayendo en el populismo y caudillismo que traen finalmente consigo el autoritarismo. Lamentablemente vemos como Colombia, desde hace algún tiempo, comienza a trasegar por ese peligroso sendero.

La polarización extrema, es una enfermedad de la democracia que debe ser combatida a tiempo con los antídotos que nos entrega nuestra Constitución Política, instrumento construido por los seres humanos con el pasar del tiempo y con las sabias experiencias de lo ya vivido en otras épocas, al ser un fenómeno que se ha presentado reiteradamente en los modelos de gobierno democráticos que nos han precedido, por lo que trae consigo las formas de hacerle frente.

Una de ellas, sin lugar a duda es el principio fundamental del Pluralismo democrático que aboga por la existencia de múltiples partidos y movimientos políticos que representen las más variadas ideologías sin que se circunscriba el remedio para todos los males en una u otra de ellas.

Para hacerlo es necesario que la gente se ponga en movimiento y comprenda que si quiere trasformar a Colombia necesitamos unidad a pesar de nuestras diferencias, que permita generar nuevamente confianza del uno con el otro, en nuestras instituciones,  para alcanzar mayor justicia social en donde todos tengamos oportunidades en un estado social de derecho.

Esto lo lograremos si somos más solidarios con todos los que nos rodean, comprendiendo la diversidad y las necesidades de cada individuo y de esa forma generar la empatía necesaria para permear la estructura social y producir verdaderos cambios trasformadores de una sociedad que ya no cree en sí misma.

Es la hora de dar un paso adelante y mostrarle a nuestro País que existen visiones y formas de actuar diferentes a las posturas radicales que quieren convencernos de que, si no es con ellos, es el fin. Hoy  es el tiempo de recordar que la política debe ser concebida como el arte de buscar mejorar la calidad de vida de todos y cada uno de los que componemos esta sociedad.

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