Opinion

¡A rey muerto, rey puesto!

Por: Mario Arias Gómez

Postulado que pone de presente: Nadie -por importante que sea- es imprescindible, lo que supone una sublime pero abrumadora manera de admitir que nada vale, que ningún valor es inmutable; que como dice el verso de Campoamor: “en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

Apartado de cualquier muestra de alegría, beneplácito, satisfacción, mezquina, visceral malquerencia, tal preámbulo enmarca la cataclísmica, incuestionable detención preventiva del irascible, fatídico, temido Halcón del Ubérrimo, acusado como presunto determinador, responsable de: “soborno a testigo en actuación penal; fraude procesal”; connivencia con paramilitares, masacres que precipitaron el que los delirantes, enajenados adalides del despótico, desafiante, recalcitrante CD, corrieran -en medio de las lamentaciones, lloriqueos- a hurgar, afanosa, prematuramente, la búsqueda del sucesor.

Monarca rebautizado -a despecho del adolorido, fanático, frenético, sulfurado rebaño-, como el preso número 1087985. Áulicos que, se autocalifican, orgullosos, ‘pura sangre’; sin disfrazar, disimular sus irrefrenables ansias de poder; irremediables afanes revanchistas, retaliatorios. Medida cautelar que desacralizó la intangibilidad del asumido -por ellos- como irremplazable.

Calle de la amargura que comenzó a recorrer con la indagatoria decretada por la CSJ, el 24 de julio de 2018, luego de considerar que había evidencia de querer convencer -presuntamente con dádivas- a varios testigos para que se retractaran de las inculpaciones que lo involucraban con grupos paramilitares.

Incuestionable fallo que llevó al ducho, Jaime Granados, a tacharlo de venganza de la CSJ. Para evitar tropezar con la misma piedra, arguyó no ser tan pendejo para apelar, por: «falto de objetividad”, “violatorio de sus derechos”; hacerlo, “sería legitimar una actuación claramente arbitraria, abusiva de la Sala de Instrucción”. Salvedad que recuerda la fábula de la ‘zorra y las uvas’, atribuida a Esopo: ¡Esas uvas están verdes!, cuya moraleja radica en fingir desinterés por lo que no pudo alcanzar previamente.

Exacerbado altavoz, nublado por la soberbia, bajo el peso de sus contradicciones, echó mano como cortina de humo, a la deleznable, distractora, falaz politización de la justicia, histérico señalamiento amplificado por la iletrada, fletada, sumisa horda de perniciosos secuaces que, asumiendo una inexistente representación, se dedicaron a atizar, avivar la polarización, a desinformar local e  internacionalmente; a exigir -habrase visto- que el incriminado ‘mártir’ se defienda en libertad; demandando el levantamiento (improcedente) de la reserva sumarial que, desnaturalizaría el sentido de la garantía constitucional.

So pretexto de subsanar la inverosímil injusticia, soslayar la inexistente persecución política, recobrar el -entre comillas- ‘buen’ nombre; la desmoronada reputación; a gritos requieren revocar la unánime decisión de la precitada Sala, acudiendo a írritos, antijurídicos conceptos desestabilizadores: plantones; tutelatones, desobediencia civil, otrora patrimonio exclusivo de agitadores profesionales, equiparándose con fundamentalistas que se autocalifican revolucionarios, de plácemes al comprobar que la justicia -a pesar del paso de tortuga-, juzga sin mirar a quien, con independencia, sin arredrarse, claro indicativo de que nadie está por encima de la ley; sin temor ante las sórdidas argucias forjadas por quien creyéndose intocable, renunció en busca de un juez más manualito.

Primavera suscitada por el estremecedor guantazo al innombrable que, a pesar de todo su poder, influencia, está ad portas de ser enjuiciado por “soborno a testigo en actuación penal y fraude procesal” que, son una birria frente los 276 procesos engavetados, congelados en la Comisión de ‘Absoluciones’, pendientes de sustanciar, y que nuevamente se intentan evaporar, bajo la feróstica propuesta del sofístico ‘estado de opinión”, donde primen -por sobre todo- sus intereses; proyecto ambientado con la entelequia, de que mientras ‘san Uribe’ está enjaulado en el ‘pequeño’ fundo de 1500 hectáreas, -por orden judicial, sus enemigos de ‘LAFAR’, frescos legislan en el ‘Altar de la patria’, sin pagar un día de cárcel.

Goebbels enseñó: “una mentira mil veces dicha se transforma en verdad”; perogrullada propagandística, convertida en axioma, que ha calado profundamente en el raído imaginario colectivo. Hidra de mil cabezas, cuyos populismos, de derecha e izquierda, son extremos que al final se tocan. Realidad -en particular la mediática- contrarias a las apariencias.

Más allá de la macabra incompetencia -por antonomasia-, de cuerpo y alma, del indecible, tornadizo, minúsculo, circense portaestandarte Duque, quijote, cuyo casuístico, penoso delirio orwelliano -en que la base de lo normal es lo anormal; de la ecuanimidad la locura; de la sabiduría la ignorancia- lo llevó irreflexivamente a censurar al poder judicial, para propalar luego que lo respeta. Beso de Judas, intrusión disociativa que al traspasar la línea roja, cavó su propia tumba.

Bogotá, D. C. 19 de agosto de 2020

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