Por: Mario Arias Gómez
Apologética frase del macho alfa, amo del hegemónico régimen, equivalente a la icónica muletilla del correveidile, Iván Duque, ¿…de qué me hablas viejo?, antepuesta por el omnisciente, pusilánime subordinado, para esquivar, sacarle el cuerpo a la retahíla de embarazosas, perturbadoras preguntas conexas a su oscuro proceder, expandido a los heterogéneos abusos; atropellos; chuzadas, espionaje a magistrados, opositores; periodistas desafectos; falta de decoro, ética en el ejercicio político, público; canallesco saqueo, despilfarro del erario, motores distintivos del desgobierno, sin que se le caiga -hasta ahora- la cara de vergüenza.
Sofisma con el que intenta sustraer la atención sobre los reprogramados ‘falsos positivos’, mediante la desafiante directriz plagiada por el inefable, Nicasio, en la que ordenó a la tropa “incrementar los resultados operacionales”; legado del verdadero patrón en la sombra, al anestesiado, sometido, ‘Comandante en jefe’, de quien nadie entiende que, luego del meloso, extravagante, grandilocuente, impostado elogio al encumbrado General Martínez, lo destituyera; política respaldada -como el narco-paramilitarismo- por la élite latifundista afín, sus exégetas, al punto que otro subalterno, Zapateiro, no tuvo empacho en lamentar la muerte de “Popeye”; como expulsar -para guardar apariencias-, al sargento denunciante de la violación de la niña indígena; desafuero que -por lo sabido- es de vieja data en las FF. MM.
Emblemáticos escándalos, agregados: la ‘Ñeñepolítica’ que deslegitimó a Duque; ‘Agro Produce’, gemelo de ‘Agro Robo Seguro’; la resurgida barbarie paramilitar; asesinato de líderes sociales; defensores de DH, exguerrilleros; inadvertidos por el evasivo sub-mandatario -responsable político-, que nada hace por combatirlos, aclararlos. Tampoco implementa el pisoteado Acuerdo de paz, incumplimiento visibilizado por 84 Representantes Demócratas -‘mamados’ del doble discurso-, quienes requirieron al Departamento de Estado, para que presionara su ejecución, al nada fiable ‘mimo’; como el desmantelamiento de los grupos ilegales; la protección de los líderes sociales.
Cabecillas azotados, lapidados, menospreciados, revictimizados, vapuleados en forma inmisericorde, por el arrogante, descalificado Gobierno. Diabólico comportamiento que tiene bien presente la ciudanía de bien, como las múltiples fechorías, impudicias. Recapitulación que busca no pasen desapercibidas; despertar la justicia para que las desentrañe, desenmascare, castigue ejemplarmente, exorcice, lo cual, junto a la sanción social, evita que se repitan, que la impunidad, prescripción las sepulte; que el fracasado tartufo -que mal gobierna-, patrocine -como se insinúa-, el descorazonador borrón y cuenta nueva que libere al ‘innombrable’; o que el polvo del olvido las tape.
Desidia, incompetencia, vesania de jueces prevaricadores, que desatendiendo sus deberes, callan -por cobardía, complicidad- influenciados por la desaprensión del solapado zarandajo; idiota útil que cual zombi, precariamente mal dirige la patria, sin capital político, visión, experiencia, dejando a la deriva el bien común, el impostergable drama social sin quien lo atienda, exacerbado por las endémicas: desigualdad, inequidad, injusticia; la imprevista pandemia, con el consecuente desempleo, gritos de auxilio, hambre manifiestas por las banderas rojas izadas a lo largo y ancho de los agónicos, hacinados cinturones de miseria de las grandes urbes, poblados por menesterosos que desesperados luchan por sobrevivir, en un país devastado, arrodillado.
Canteras de desesperanza, delincuencia, informalidad, combustible que aviva las crispadas, incontenibles protestas, transitoriamente contenidas por el covid-19.
Antes de continuar con la triste reseña de la presente tragedia, comparto el júbilo de los millones de amotinados, enjaulados ‘abuelitos’, a los que la jueza 61 administrativa del Circuito Judicial de Bogotá, tuteló el derecho a la igualdad -al no encontrar una razón objetiva para prohibir la salida a las calles- “en conexidad con las libertades de locomoción, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, hasta tanto no se decida la nulidad por inconstitucionalidad que tramitarán -de seguro- los accionantes”, ‘considerandos’ anticipados -para satisfacción- en mi columna, “Prohibido prohibir” -15/04/2020-: (https: //la-otracara-co/opinion/prohibido-prohibir/).
Fallo que encontró injustificado el aislamiento por tres meses, en que solo se nos permitía salir, en caso de extrema urgencia, o, hasta tres veces a la semana, durante una hora, para tomar el sol y hacer ejercicio, procediendo a dejar sin efecto -repito- las absurdas restricciones a la libre circulación; restableciéndonos el derecho (desconocido) a la igualdad, ordenándole al renuente, terco gobernante -ignorante invencible-, a “que en un plazo de 48 horas, expida el acto administrativo que ‘otorgue el tiempo para el ejercicio físico en exteriores de los adultos mayores de 70 años’”.
Inusitada restricción, desconocimiento de derechos fundamentales -so pretexto de salvaguardar las vidas de los confianzudamente llamados, ‘mis abuelitos’, tratados como minusválidos mentales, incapaces de tomar -por sí mismos- decisiones juiciosas, responsables, acordes con la protección debida. Apelación pregonada por el tozudo en cuestión, que tendrá -póngale la firma- similar final.
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