Opinion

‘Día D’ electoral

16 octubre 2019

Por: Mario Arias Gómez

El término ‘día D’, históricamente relaciona la ‘Operación Overlord’, ocurrida en el marco de la Segunda Guerra Mundial, el 6 de junio/1944, en que los aliados efectuaron el heroico desembarco en las playas de Normandía, principio del fin del dominio alemán; símil que utilizo para adjetivar, ponderar la decisión que tomaremos a conciencia los colombianos el 27 de octubre, ojalá de manera autónoma, sabia, soberana, independiente, si  se toma en cuenta que se trata de la elección más importante de los últimos tiempos, en que, elegiremos entre 117.822 aspirantes (73.998 hombres – 43.824 mujeres): 32 gobernadores, 32 asambleas departamentales; 1.101 alcaldes y concejos; 1.040 juntas administradoras locales, en medio de la inmemorial, invencible corrupción reinante.

Recuerdo desde mi lejana participación en el ritual del engrudo, pego de afiches, empaque, reparto de votos; parafernalia que incluía los tamales, el trasteo de electores, y desde el lejano día en que peino canas, la disfrazada compra-venta de votos, financiada con ‘el barril de los puercos’ (auxilios parlamentarios), se efectuaba con becas, materiales de construcción; pago de facturas de servicios públicos, prediales, medicinas, y últimamente, con billete venteado, maña perpetuada en la costa, extendida al país, agregada ahora la intimidación, en ciertas inhóspitas zonas ingobernables. Corrupción que recojo con pelos y señales en la inédita novela, ‘El Bobo vivo”.

La antigua suplantación, la caracteriza esta real y picaresca historia. “Un viudo-amigo descubrió que su fallecida esposa, elección tras elección, votaba. Intrigado, preguntó a un jurado: ¿Mi señora -dio nombre y número de cédula- ya votó? Aquel revisó la planilla, resultando positiva la pesquisa: ¡Si, ya votó!, mostrando, firma y huella de la susodicha Tola. Intrigado, ante la cara de asombro del veterano interlocutor, el muy chismoso, inquieto, impaciente jurado lo inquirió: ¿Pero abuelo, acaso no viven juntos?: ‘No señor -cabizbajo, lloroso, inconsolable respondió-, ella -alma bendita-, murió hace 15 años, pero veo que extrañamente vota en cada elección; y yo trato de encontrarme siempre con ella, sin éxito”.

Elección por décadas -cuarenta y cincuenta del siglo pasado- influenciada por la surrealista fábula del indomable y temido fiscal de la moral pública del país, Laureano Gómez, quién desde los peladeros de la oposición, desenvainaba en época electoral, el millón ochocientas mil (1’800.000) cédulas falsas en poder de los liberales, que por arte de birlibirloque aparecían participando. Supuesto, causa de los 300.000 muertos, centenares de miles de desaparecidos, desplazados, viudas. Mito que sintetizó el revolucionario clérigo, Camilo Torres Restrepo, con el lapidario: ‘El que escruta elige’, que llenó los comicios de suspicacia, aprensión, duda, recelo.

El antediluviano, vetusto escrutinio manual, lo afianza el voto electrónico -menos manipulable-, pues aporta seguridad, certeza, credibilidad, al evitar el sombrío trasiego del material electoral, la mora -horas, días, semanas- para que lleguen los soportes a los centros de cómputo, retrasando la publicación del resultado. Transparencia de la que huyen, como el diablo a la cruz, los ambiciosos y patéticos caciques políticos; inescrupulosos gurús de la degradación moral, coludidos con gobernantes-testaferros, cómplices.

Turbiedad provocada por la incuria ciudadana; la falta de civismo, ausencia de control social, el injurioso importaculismo sobre el resguardo del bien común, la competencia desleal, la vigilancia del quehacer de autoridades, de funcionarios que -sin prejuzgar-, explotan, exprimen, aprovechan el cargo; para amañar, adulterar los datos; desviar, direccionar, influir, torcer al sufragante, cuando no, para abarrotar las urnas triclaves con sufragios inexistentes.

Confuso, inimaginable, inagotable, malicioso vademécum de truculentas, artificiosas tretas; punibles componendas, trapisondas, que enumerarlas, me harían tediosamente interminable, máxime cuando el voto sigue siendo aún una mercadería que ‘se compra y se vende’.

La Misión de Observación Electoral reporta: 298 denuncias por irregularidades en el proceso; 265 amenazados, 6 que perdieron la vida, 40, soportado atentados. La Defensoría del Pueblo, informa que en el 36 % de los municipios, existe algún tipo de alerta temprana; candidatos en condiciones de riesgo excepcionales, 176. La Procuraduría General, revela que por lo menos siete grupos armados ilegales, han ejercido en sus zonas de influencia, algún tipo de violencia contra los postulantes.

En Caldas -otrora departamento modelo- el Secretario de Gobierno, presentó el siguiente mapa de riesgo electivo: 24.600 cédulas anuladas por el CNE, por trashumancia electoral; 102 líderes intimidados, amenazas enfatizadas en siete de ellos, tres con peligro extraordinario. Respecto a la financiación -sin declarar-, Chinchiná y Palestina, con cuestionados ’Bingos de millón de pesos’; sumado el exacerbado, imparable lenguaje de odio, polarización; ‘fake-news’ (noticias falsas); los múltiples chismes que inundan, saturan las redes sociales; los hackeos a periodistas. Continúa.  

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