Opinion

¡Bueno es culantro, pero no tanto!

Por: Mario Arias Gómez

03 abril 2019

Luego de la ‘Masacre de ‘El Nilo’ o “Masacre de Caloto” (Cauca), consumada contra nativos de la etnia Nasa, el 16 de diciembre/1991, empezó a popularizarse el término ‘Minga’, paralelo con los avances sociales -respeto a la cultura y entrega de tierras-, estimados en su favor, por la Constitución del 91 (‎expedida el 4 de julio). Conquistas que despertaron un insospechado e insaciable apetito, que pone en jaque -cada vez que les da la gana-  el estado de derecho, por cuenta de una insoluta ‘deuda histórica’, que a la luz de consideraciones contemporáneas, está prescrita.

Los 21 indígenas ejecutados, continúan siendo utilizados por los ahora culturizados, aleccionados y articulados aborígenes, como ‘florero de Llorente, que los induce a invadir “pacíficamente” (entre comillas) fincas del norte del Cauca, que terminan siempre en enfrentamientos con la fuerza pública. Diez veces ocuparon la hacienda ‘La Emperatriz’, con los ‘bastones ceremoniales’ que, por arte de birlibirloque, se transforman en impunes y letales armas, que vomitan fuego, munición, explosivos, metralla.

El Estado -luego de admitir la responsabilidad de la matanza (7 de sept/1995)- dio inicio a un proceso de solución amistosa, acuerdo adicionado en la ‘María de Piendamó’, por el calamitoso gobierno, Samper-Horacio Serpa, y el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric). En marzo/2006, los gobernadores de los 17 resguardos del Norte del Cauca, reconocieron haber recibido 9,047.600 hectáreas de tierra. En marzo/2008, el min-Interior recordó haber entregado 11.382.271, de las 15.663.000 comprometidas (Acuerdo de 1991). El mediático Baltasar Garzón, metió la cucharada, reconocido entonces por, ‘aquí estoy aquí me quedo’, como veedor.

La palabra ‘Minga’, de origen quechua, es según la RAE: … 3. Institución social de solidaridad, vigente en los pueblos indígenas y campesinos, confundida hoy con una ‘asociación para delinquir’, si se toma en cuenta los esquizofrénicas y subversivos actos, que completan 24 días de amenazas, abusos, violencia extrema, peticiones absurdas, irracionales, que sobrepasan la capacidad operativa del estado, el alcance presupuestal, y otras, propias de un movimiento gremial, en clara oposición al Gobierno. Excesos inaceptables, que producen rabia y dolor, so pretexto del hipotético pasivo, exigido a sangre y fuego, a costa del bienestar y sosiego de la población y generaciones venideras, hipotecadas -al parecer- de por vida.

Todo, sin responder por los daños ambientales; la tala de árboles, afectando la fauna, los reservorios de agua; perjuicios cometidos por grupos armados, incluidos  los actos terroristas, con motos y carros-bomba, ‘papas bomba’, tatucos que acobardan y aterrorizan a los civiles inermes; cultivos ilícitos; destrozo de cercas; bloqueos y destrozos de carreteras, afectando el turismo, la movilidad en general, al campesinos que le impide sacar sus cosechas, los consumidores que no logran abastecerse, al transportista que paralizan; los francotiradores contra la policía, lo cual incuba un clima de permanente zozobra, ultraje, exacerbación, impotencia, rechazo, repudio, a todo lo que hieda a indígena, especial y razonablemente, a los afectados, lesionados.

Caos ignorado por un inflexible, desafiante, despectivo, improvisado e ingenuo principiante, enredado en el karma: “Mientras perduren los bloqueos, las vías de hecho, no dialogo”. “Nada ni nadie me presiona”. Imbéciles premisas, punto de honor, innegociable, sin medir las consecuencias, que lo convertirán en prisionero de las mismas. Ficticia verraquera -que no carácter- plagiada vanamente al ‘frentero sietemachos’ que, megáfono en mano, con la cola entre las pezuñas, se allanó a platicar con los mismos denostados, malolientes y testarudos interlocutores. Ultimátum que quiéralo o no, el ‘espantapájaros’, enredado en un conflicto de egos, le tocará -más temprano que tarde-, por el bien de Colombia, tragárselo, cuando vea, como Nerón, el ‘Gran incendio de Roma’, por negarse a escuchar, a los cada vez más radicalizados nativos, que lo que piden, básicamente, es: Ser oídos.

Conflagración que sobrevendrá con el ideologizado e imparable, ‘Paro cívico nacional’, cocinado en el ‘Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales y Políticas’ (170), realizado en febrero en Bogotá, cuya hora cero -25 de abril- fue acordada por los agrupados sectores indígenas, sectoriales, sociales y políticos. Impensado estallido social, que en su tiempo -sept/1977- arrodilló a Alfonso Antonio Lázaro López Michelsen; masa informe compuesta por conjuntos sectoriales, populares, sindicales, urbanos, comunitarios, empresariales, comerciales, independientes, afros, campesinos, camioneros, comunidades LGTB, estudiantes, magisterio, vendedores informales de empanadas, arepas, chorizos, maní, minutos (mecanismos de sobrevivencia), sin coordinación con los comités de paro, unidos a los advenedizos pescadores de río revuelto (petristas-claudias). Inmolación que llevará al Presidente a decir: ‘Muera yo con los Filisteos’.  

Bogotá, D. C. 03 de abril de 2019

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La ´Minga’ contaminada

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