Opinion

¡LOS TÍTULOS MINEROS EN CALDAS, IMPOSICIÓN O CONCERTACIÓN!

Por: Wilder Escobar – Ingeniero industrial; Especialista en Finanzas Públicas; Especialista en Administración en Salud; Magister en Desarrollo Regional y Planificación del territorio y Candidato a Magister en administración pública.

Hace algunas semanas, el departamento de Caldas se vio sorprendido con una de las noticias más importantes en temas de afectación del medio ambiente, de impacto social y cultural en el territorio: Las audiencias públicas programadas por la Agencia Nacional de Minería en 10 de los 27 municipios; con el fin de otorgar títulos mineros en el 37% del territorio departamental.

Esta noticia preocupa por sus grandes implicaciones sociales, económicas, ambientales, culturales, y de afectación del territorio, entre muchas otras; alertando a los habitantes de los municipios de Pacorá, Salamina, Aránzazu, Riosucio, Supía, Marmato, La Merced, Filadelfia, Samaná́ y Norcasia quienes en su legitimo derecho de protección de su territorio levantaron su voz de protesta y rechazo frente a estos proyectos mineros que se pretenden adelantar en el territorio Caldense, pero de manera particular en la regiones del norte y del oriente de Caldas. Además, porque la mayoría de estos municipios no cuentan con sus Esquemas de Ordenamiento Territorial actualizados, que les permita una adecuada reglamentación de los Planes de Manejo y Ordenamiento de sus Cuencas, unas categorías ambientales restrictivas que les permita proteger el uso del suelo y la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero declarado por la Unesco.

Es importante señalar que el departamento de Caldas es de vocación agrícola y cafetera, mas NO MINERA, de allí que sus pobladores no tienen arraigo con las costumbres mineras del país y pretender convertir a Caldas en un distrito minero sin tomar en cuenta sus tradiciones, pondría en riesgo las raíces culturales y sociales de nuestros pueblos, suplantaría una economía ancestral, generaría una invasión de su ecosistema, violentaría su vocación campesina y turística que ha sido fruto de años de conservación.

Caldas se ha caracterizado por sus verdes praderas, por su gente hospitalaria y gentil que ha vivido tradicionalmente del café y que con honestidad y trabajo campesino a heredado de generación en generación sus tierras orgullo de su raza y del país. Nuestro territorio no puede convertirse en un escenario de llegada y de transito de población flotante, aumentando los riegos de minería ilegal, delincuencia y caos como consecuencia de distintos proyectos mineros en la zona.

Durante los últimos años, hemos sido testigos de una desconexión total del gobierno con sus ciudadanos, se legisla desde un escritorio en Bogotá, desconociendo las realidades de vida en los territorios. Se necesita que el pueblo sea escuchado para poder interpretar su voluntad y eso es lo que hoy reclama Caldas y sus habitantes quienes son los directos afectados con el posible desarrollo de una industria minera en el territorio y cabe preguntarse si vale la pena permitirnos olvidar donde nacimos y donde fuimos felices y que les heredaremos a nuestros hijos.

La historia nos ha demostrado que la unión de los pueblos genera grandes cambios, es este el momento de acompañar a los caldenses, es este el momento de trabajar unidos, es el momento que las instituciones asuman un papel protagónico en la defensa del interés común y la protección del medio ambiente, de la cultura y de sus costumbres orgullosamente campesinas, es el momento de que todos unidos rechacemos las explotaciones impuestas en nuestro departamento, de unirnos todos a una sola voz donde solicitemos al Gobierno Nacional y a la autoridades respeto por el agua, respeto por la agricultura, respeto por el Paisaje Cultural Cafetero, pero sobre todo, respeto por nuestras costumbres y nuestra idiosincrasia.

No podemos permitir que se pierda la tranquilidad que se vive en nuestro territorio, no podemos permitir que los problemas socio ambientales asociados a la minería detonen en migración de nuestra gente hacía las ciudades destruyendo la biodiversidad y el paisaje que hoy tenemos. Se debe garantizar la participación ciudadana y escuchar a la ciudadanía para un entendimiento y una concertación con los proyectos que pretenden llegar a nuestro territorio.  ¡El estado es el dueño del subsuelo, y nosotros somos parte del Estado!   

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