Por: Wilder Escobar – Ingeniero industrial; Especialista en Finanzas Públicas; Especialista en Administración en Salud; Magister en Desarrollo Regional y Planificación del territorio y Candidato a Magister en administración pública.
El expresidente de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz Nelson Mandela uno de los más carismáticos líderes políticos de la posmodernidad sostenía que “la educación es el arma más poderosa que puedes tener para cambiar el mundo”. Al respecto, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que le educación como institución es vista por todos como un instrumento de trasformación social y una de las mayores herramientas para romper el círculo vicioso de la pobreza humana y la desigualdad.
La educación es un proceso humano complejo y constante que se inicia desde el nacimiento y hace presencia trasversal durante toda la vida de los individuos, cuando hablamos de educación diferenciarla de dos tipos: La familiar y la académica.
La educación familiar tiene mayor incidencia en los primeros años de vida que son básicos para la formación del pensamiento de la persona y su futuro rol en la sociedad y, por lo tanto, crucial para proceder y actuar en su vida adulta, mientras tanto, la educación a través de la academia nos brinda conocimientos profundos y fundamentales para la adquisición de un pensamiento crítico, ético y moral.
En la Constitución Política de 1991 y específicamente en su artículo 67, se consideró la educación formal o académica como un derecho fundamental, pero también como un servicio público que busca garantizar el acceso de los ciudadanos al conocimiento, la ciencia y demás bienes culturales. Adicionalmente, se estableció que en nuestro País la educación es obligatoria entre los 5 y los 15 años, y que se deberá brindar la posibilidad de cursar como mínimo hasta noveno grado.
Ahora bien, el garante de que esto se cumpla es el Estado, por lo que le corresponde regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación, con el fin de garantizar, entre otras cosas, el adecuado cubrimiento y la calidad del servicio.
En cuanto al acceso a la educación, se han hecho algunos esfuerzos por los diferentes gobiernos nacionales y locales, para mejorar la cobertura del sistema educativo en nuestro País, lo que se ha logrado parcialmente, debido a las complejidades propias de un Estado cuya población en etapa de formación tiene altas tasas de deserción, al respecto la fundación United Way Colombia nos indica que en nuestro País de cada 100 estudiantes de educación básica, solo 44 logran graduarse, cifra preocupante, si se tiene en cuenta que los mayores esfuerzos se han realizado en cobertura, de ahí que, se hace necesario revisar las políticas públicas diseñadas y atacar las causas del abandono.
Con respecto a la calidad de la educación, el panorama es más sombrío aún, la brecha entre la educación básica privada y la pública es inmensa en cuanto a calidad, lo que se refleja en las distintas pruebas saber y sus resultados, los cuales nos han demostrado una superioridad mayor de la educación privada con respecto a la pública. Entre los años 2000 y 2018 en la lista de los mejores colegios, los públicos han bajado su presencia de por si reducida del puesto 27 al 14, es decir, entre los 500 mejores colegios de Colombia solo 14 son del sector oficial.
Esta diferencia en calidad entre lo público y lo privado en la educación básica, alimenta más la desigualdad social en Colombia, desactivando una de las herramientas más importantes para luchar en contra del círculo vicioso de la pobreza como lo es la educación y la convierte en un factor determinante en la producción de desigualdad e inequidad social al ofrecer menores posibilidades de desarrollo a quienes no tienen los recursos necesarios para recibir una educación privada que les ofrezcan planes de estudios acordes con los retos que impone un mundo globalizado y altamente interconectado que los haga ciudadanos competitivos del mundo.
Es por lo anterior, que el reto que se plantea de cara al futuro es trabajar para ampliar cobertura y garantizar el mayor número de personas escolarizadas, además de buscar de forma permanente la calidad en los procesos de formación, ya que se requiere mejorar enormemente la educación básica pública para colocar en igualdad de condiciones a todos aquellos que se encuentran en la búsqueda de labrar su propio destino.
Es al Gobierno, a quien le corresponde implementar las políticas públicas necesarias para comenzar a cerrar la brecha de inequidad social y buscar mejorar la calidad del sistema educativo público del cual se benefician la mayoría de los colombianos, buscando en la educación, el arma más poderosa en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.