Por: Mario Arias Gómez.
Titular inspirado por el fracasado, histérico, trastornado gerifalte con delirios de grandeza, persecución, discapacitado moralmente, quien soterradamente, sin haber hecho nada beneficioso por Colombia, anda empeñado en perpetuar el apocalíptico, bochornoso, deleznable proyecto político -con minúscula- en la elección de 2026, para lo cual implementa, con retórico y provocador discurso, el perverso aquelarre electoral, que busca -como si nada- atornillarse en la mancillada ‘Casa de Nariño’, que de no, en cuerpo ajeno.
Indeseable, paranoico hazmerreír que intenta -vanamente- victimizarse con denuncias de imaginarios atentados en su contra, sin aportar pruebas; locuaz intocable semidiós que se cree infalible, inmune a sus flagrantes abusos, atropellos, extralimitaciones, excesos, que con la corrupción del patético Gobierno, han sido pan de cada día, pretendiendo -sin conseguirlo- difuminarla junto a su oscuro pasado.
Antesala de la fraguada tramoya, cuyo protagonista aprovechó la radicación en la Comisión séptima del Senado, de la ponencia (mayoritaria) de la reforma laboral, para notificar la ruptura del diálogo con el Congreso, por la denegación fática -por lesiva, nefasta- de la misma; coercitivo anuncio en simultáneo con “poner el Gobierno en manos del pueblo”, de “…convocar una consulta popular para sacar adelante las entrampadas reformas”, que esperamos -ansiosos- la encabece la pregunta: ¿está de acuerdo con abrogarle el mandato a Petro?
Fraguado asalto a la democracia orlado con incoherente, inconexo, repetitivo provocador discurso, abusiva, obligatoriamente transmitido -en tiempo de mayor audiencia- por los usurpados canales privados de televisión; soportado por falsos logros, amañadas cifras amplificadas por sus cafres, indigno Consejo de ministros, subalternos del deleznable, camaleónico, el pedante copresidente Benedetti -conocido de autos-; perro faldero, roedor político de mala calaña, quien a grito herido proclama tener de las güevas al socio-presidente.
Con afilado, incendiario, rufianesco, violento lenguaje, convocó a las calles al traicionado pueblo, como tácita intimidación a los ‘oligarcas’ opuestos al CAMBIO, que ha consistido en la brutal, creciente pudrición que campea en las alturas del Gobierno, operada por la patulea de alfiles y gamberros que se robaron los millonarios recursos de la salud, embolsillaron igualmente la plata de la UNGRD que le llevaría agua potable a las sedientas comunidades Wayús, cuyos niños mueren de desnutrición.
Botín reservado para el presunto montaje del “Frente amplio” reeleccionista, encargado de amarrar la cautiva clientela, emplazada para “la más grande movilización popular de la historia colombiana”. Guerra avisada no mata soldados’.
Apotegma que tiene en ascuas a un compacto, polifacético grupo de dirigentes, preocupados por las amenazas del ejecutivo a los poderes legislativo y judicial, so pretexto de la no aprobación -a la brava- de las reformas sociales que caprichosamente aspira Petro las aclamen, aplaudan; coacción extendida a la CC para que le dé luz verde a la reforma pensional como a la conmoción interior -sin sustento-, que de no hacerlo -anunci-o- acudirá al sátrapa ‘Maburro’, como al coco de las hordas de pirómanos y saqueadores, alertadas para que salgan a defender el fracasado CAMBIO.
Despelote, politiquería, génesis de la indignación ciudadana, molestia de los gremios socioeconómicos, mamados de los vociferantes trinos y bulos del bufón de marras; dirigencia que, consecuente con la impensada, grave, palpitante situación -agravada por las instruidas barras bravas y los mercenarios recabados, impulsan un candidato de unidad que frene el continuismo, corrija el rumbo; patriótico objetivo entre los que, en su orden, precalifican: Luis Felipe Córdoba, Germán Vargas, Vicky Dávila, Claudia López y Miguel Uribe.
Coincido -al respecto- con importantes dirigentes políticos y empresariales de Antioquia, Valle, la Costa, Risaralda, Caldas, Quindío, dispuestos -decididamente- a impulsar al joven Luis Felipe `PIPE` Córdoba Larrarte, personaje integro, pulcro, mejor equipado -intelectualmente hablando-, con sobrados méritos, formación para encarar el reto de resistir las imposturas ideológicas de Petro, tomado en cuenta que en las altas, importantes posiciones ocupadas, nunca ha cedido en sus convicciones, ni contemporizado con posturas populistas, cargos lujosa, sabiamente desempeñados utilizando su conocimiento, experiencia para abrir pasarelas de entendimiento y funcionales, para modernizar las entidades encomendadas, lo que lo califica -merecidamente como el que más-, como referente del buen funcionario; hombre de bien, de acción, creíble, de mérito positivo; virtuosidades concurrentes en la memoria viva de sus gobernados.
Desvelado defensor -además- del bien hacer, el bien común “relevante concepto que en gran medida explica el destino de las sociedades, el bienestar y felicidad (siempre relativa) de sus ciudadanos y su desarrollo material, intelectual, emocional y espiritual”. “Sociedad buena en la que es fácil ser bueno” al decir del filósofo estadounidense, Peter Kreeft, (1937).
Conocedores de su vocación de custodio inquisitorial -por formación-, su versátil capacidad de articular, conciliar las diferencias (naturales) de la derecha extrema y la izquierda radical, los precitados no dudan en que es el más cualificado para desnudar el escalofriante, azaroso legado del “laissez faire” -social, moral-, como para plantar cara a Petro que, tras la máscara de la paz total, fortaleció la insurgencia, el crimen organizado, recrudeció la guerra, la extorsión, la inseguridad, la violencia; acrecentó los problemas de acceso a la salud, la educación, vivienda, secuelas del disoluto, narcisista Gobierno, dedicado -de tiempo completo- a incitar el odio de clases.
Plurales fuerzas que solicitan ahincadamente a Córdoba Larrarte, sacar la candidatura de los recintos privados, para airear ante los colombianos los correctivos y soluciones, como el programa a futuro.
Desgobierno generador de las irreparables: incertidumbre, ingobernabilidad, erosión de la confianza ciudadana en las instituciones, en las que se ahoga, hunde el país; crisis de legitimidad evidente, que demanda una rectificación ya; bandera que, a la hora de nona, permanece latente en las manos de oleadas de jóvenes, hartos de tanta palabrería, engañados, frustrados, manoseados, prestos siempre a enarbolarla.
Coyuntura -atroz- que cada día se agrava más, requiere de un fuego purificador, de una profiláctica medida de choque -como la desobediencia civil- enmarcada obviamente en la Constitución, que baje del pedestal al dañino, espurio, irracional halcón en comento, fuerce su dimisión.
Insoslayable realidad -pura y dura- que ha hecho invivible, ingobernable la República, cabiéndonos la responsabilidad -exclusiva- a haber votado con los pies, el hígado, no con la cabeza, deslumbrados, obnubilados -quizás- por el CAMBIO prometido, cambio que agravó los conflictos, expandió el amiguismo, entronizó -con el falso mesías- la corrupción, al arácnido, turbio rufián Benedetti.
Mea culpa, acto de contrición que nos dolerá por siempre.
Bogotá, D. C., 15 de marzo de 2025.
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