Por: Mario Arias Gómez.
Con profunda, infinita tristeza que aprieta, embargan el alma y el espíritu, un nudo en la garganta aún, rememoro el viaje sin retorno que al finalizar el año emprendieron, dejando atrás un reguero inmenso de dolor, un vacío inllenable que nada podrá colmar-: mi idolatrada hermanita MIRIAN (15/10/1937-23/10/2024) a quien no acabo de llorar y los dilectos, fraternos hijos ilustres de nuestro amado terruño ¡PENSILVANIA!, OVIDIO GARCÍA LOAIZA (13/5/1927-19/12/2024) y el entrañable CARLOS EVELIO RAMÍREZ CARDONA (2/4/1925-1/1/ 2025); extraordinarios seres humanos en todo el sentido en que uno puede serlo.
Pienso -sin exagerar-, apoyado en un verso del reputado bardo alemán, Bertolt Brecht que reza: ‘A los hombres buenos no los enterramos, solamente los sembramos para que así florezcan más gentes buenas como ellos’, que Colombia sería distinta con muchas más personas como estos colosos personajes -admirados, apreciados, memorables, valorados por las comunidades en que actuaron, en especial la pensilvaneña, sociedad de la que partieron calladamente hacia ‘ese más allá que llaman cielo’; última cumbre de la eternidad.
Almas benditas, bienhechoras, excepcionales, generosas, intelectualmente honestas que merecieron la inmortalidad que en justicia se les reconoce como gratitud, reconocimiento a su sentido de amistad, quehacer que gustoso exalto, en obediencia a la indisoluble, inalterable hermandad que de por vida me ató, cosida con hilos irrompibles de afecto. Indeleble, perpetuo legado de bondad -sin límite-, ejemplo que me acompañarán hasta el fin de mis días, como el desarrollo y progreso que apadrinaron en favor de nuestra común piropeada, reverenciada ¡patria chica!
Obra que sobrevive y pervivirá «per sæcula sæculorum». encarnada en sus alumnos, en las generaciones de relevo, como fuente de inspiración, sabiduría, bien hacer; luminiscencias que adornarán, cual relucientes, resplandecientes fulgores eternamente en la endémica, imperecedera historia de la solariega ‘Perla del Oriente caldense’, faro de esperanza, fe y optimismo que guiará el destino impreso en la memoria colectiva de nuestros coterráneos.
Fallecimiento deplorable, infortunado que motivan estas acongojadas nostálgicas, deshilvanadas palabras que nunca hubiera querido escribir; obituario que barrunto con el corazón agrietado, un nudo en la garganta, que corea, ensalza, glorifica sus virtudes, su trasunto humano, recoge sus cogitaciones espirituales, la sabia que asistió, nutrió su pensamiento que custodiaron, escoltaron su cimera, laureada existencia, cuyas cenizas retornaron a la madre Pachamama.
OVIDIO GARCÍA LOAIZA, la humildad hecha hombre, paradigma de hombre bueno, decente, con una sonrisa a flor de labio siempre; acunado en Pensilvania, casado con Elisa Jaramillo Gómez. Enfebrecido, mesiánico, munífico, talentoso concejal, estanquero, funcionario judicial.
Apasionado, Infatigable, hiperactivo, utópico líder, encumbrado corregidor -por veinte años- de Arboleda, ‘rinconcito amable de PENSILVANIA’, balcón del municipio, cantera de grandes personalidades, entre otros, resalto al exalcalde de Medellín, periodista Fabio Alonso Salazar Jaramillo; el empresario Alirio Jaramillo Gómez; el ganadero José Gelmar Gómez Jaramillo (desaparecido el pasado 6 de enero/2025), parientes de la familia García Jaramillo. También los padres del exsenador Fabio Valencia Cossio, salieron de las breñas de la vereda el Anime.
Su fructífera, limpísima, persuasiva, seráfica gestión le mereció la admiración, agradecimiento de los arboledeños, cuya impronta quedó grabada en los colegios de varones y femenino; el puesto de salud; escuelas en todas las veredas; puentes sobre el Río Dulce, La Torre y otros más; electrificación del caserío y el campo.
CARLOS EVELIO RAMÍREZ CARDONA, luminoso, carismático, destacado, irrepetible Maestro (con mayúscula) -grande entre los grandes-, quien dedicó su vida a adecentar, desasnar, formar y pulir los modales de incontables promociones de jóvenes en Bolivia, Pensilvania y luego en los claustros universitarios, desde donde empoderó los intereses educativos como secretario del Ministerio de Educación, del Dane, cofundador de la Escuela de Negocios y de la Universidad EAN (Bogotá).
Mecenas de infinidad de coterráneos, y exalumnos a l que les abrió desde sus altas posiciones, influencia, grandes oportunidades de crecimiento personal; gestor del IES CINOC en Pensilvania, creador de los programas técnicos y profesionales que transformaron -definitivamente- la educación que dieron lustre al Oriente de Caldas.
Extiendo un sentido pésame, un mensaje de gratitud, agradecimiento por su apostolado, a su Inconsolable esposa, hijos y familiares en cabeza del exmagistrado Pedro Nel Ramírez Toro, a nombre de la citada IES CINOC; de la ancestral, linajuda tierra de los mayores que recogió los frutos de su pasional búsqueda por el bienestar de su gente; de quienes tuvimos el privilegio de recibir sus preponderantes lecciones de dignidad, de hombre de bien, de superación; prevaleciente huella de lo inolvidable a destacar antes que el olvido -que es la muerte verdadera- la oculte, igual que los grandes servidores de la patria, que solo mueren cuando son olvidados. Nunca lo permitamos.
Personajes de postín -como pocos- con los que tuve la fortuna, la suerte de compartir, tenerlos cerca, como convivir con la ‘CHIQUI’, nuestra adorada hermanita, cuya llama, igual que las recordadas, continúan encendidas y luminosas, como vivos sus inextinguibles recordaciones que permanecerán en la memoria, el corazón de sus amigos y admiradores, convertidos en altares vivos de perenne, imperecedero, respeto y cariño, de inspiradoras, permanentes evocaciones. ¡Loor a su memoria!
¡Que Dios los tenga en su gloria!
¡Requiescat in pace!
Bogotá, D. C., 1° de febrero de 2025
